Lo Que Pudo Ser

•Capítulo 16: Dolor•

—¡Trunks! —Grita una vocecilla al momento que entra a la casa central de la Corporación Cápsula.

El pequeño Gohan cruza por la recepción hasta llegar a la habitación donde el joven de cabello lila está sentado. Leyendo un libro sin entender de física cuántica sobre la cama.

—¿Gohan? —Pregunta el de ojos azules al ver a su gran amigo y maestro, pero no él, sino uno más pequeño, casi de su edad.

Trunks se levanta inmediatamente de la cama con el libro en la mano y baja la cabeza para mirar a los penetrantes ojos de Gohan.

—¡Ven! Vamos, necesitan ayuda —Exclama el pelinegro mientras sujeta el brazo del mayor y se dirigen a la ventana.

No es su batalla, pero tienen que pelear.

Milk

Yamcha está muerto. Krillin y Piccolo débiles. Gohan sigue sin salir de su trance, está temblando como conejo, sólo ha podido balbucear un par de palabras, no son los androides que debían aparecer. Son diferentes.

Kakarotto está observando cómo Vegeta se enfrenta al robot más gordo sin éxito. Yo sigo viendo a mi yo de otra época.

¿Me ven la cara de estúpida?
¿Por qué no me lo habían dicho?

No soy idiota.

—Mamá... —Logra pronunciar Gohan después de un tiempo.

—¿Sí? —Decimos al unísono las dos Milk.

Aprieto los puños.
Resulta que soy insoportable. 

—Cambiamos el pasado —Dice— Esto no es así.

Mi otro yo se acerca y lo rodea con sus brazos. Casi dando consuelo mientras Gohan intenta no llorar.
El androide delgado dijo tener la mente del doctor Gero, miembro de la Patrulla Roja, organización que Vegeta aniquiló en un pasado aunque fuera su vida.

Quieren matar a Vegeta. Pero no sé si puedan hacerlo, después de todo, su enfermedad quizá lo mate antes.

Levanto la mirada hacia Kakarotto. Este ardor que he estado sintiendo es por ello, me ha dejado para irse con mi otra yo.
¿Quién lo diría?
En este y en cualquier universo soy su única debilidad. 

Vegeta cae al suelo sosteniendo si pecho, no puedo evitar cubrir mi boca y soltar un alarido.
Después de todo es mi amigo, verlo así me parte el alma.

—Mal-ditos insectos —Tartamudea en el suelo.

Ha perdido la transformación del Super Saiyan. Intento correr a auxiliarlo como alguna vez lo hice en el pasado.
Pero apenas bajo una de las enormes rocas de las montañas unos brazos me detienen.

La calidez que mi pareja me brinda es incomparable. Siento que me desvanezco de solo sentir su agarre en mi cuerpo. Su pecho en mi espalda, su roce en mi piel sensible.
Odia que me acerque demasiado a Vegeta. Lo ha dicho y lo ha demostrado. Pero es momento de que yo también exija.

Volteo y clavo mis uñas en sus brazos. Un gruñido se cuela por su boca, uno de los que solo suelta cuando estamos en la cama, mis vellos se erizan y tiemblo. He aprendido que mis arrebatos no le duelen, mis golpes y agresiones no hacen más que provocarlo. Sin embargo hoy no estoy de ánimos, por mucho que lo ame, no controla todo lo que hago, así como yo no controlo lo que él hace.