Lo Que Pudo Ser

•Capítulo 5: Dos desconocidos•

Kakarotto

El gusano se pone delante mío. Me observa, clavándome su mirada, sus ojos azules, los de un jodido saiyajin.

Haciéndome sentir débil.

Me extiende una mano, queriendo ayudarme, lo hago a un lado y yo mismo me levanto.

¿Cómo puede existir otro saiyajin?
Los únicos que quedamos somos el príncipe y yo.
Mi crío es más humano que saiyan, casi igual de débil de a cuando yo tenía su edad. No tiene el carácter para ser un guerrero.

Cold se cree fuerte, reta al desconocido con la mirada y sus palabras. El chiquillo incrementa su energía.

-Le pido, por favor, que olvide esta venganza absurda, se vaya y jamás regrese, quizá sólo así, le conceda una segunda oportunidad de vivir -Dice.

Dejando asombrados a todos.
Presume demasiado, si tiene la capacidad para aniquilar a esa estúpida lagartija, que lo haga de una buena vez.
No debe darle oportunidades. Un saiyajin no es gentil.
Ante todo debe ser su orgullo.

Cómo era de esperarse, Cold ríe, envía a sus soldados restantes a acabar con su contrincante y el namekiano intenta intervenir, el sujeto le grita que no se meta.
En cuestión de segundos los soldados están acabados, casi muertos.

Aprieto los puños.
Me siento impotente.

Observo de reojo a la mujer.
Me mira preocupada. Odio que me mire así, se supone que yo debo procurar el bienestar de mi hembra, nadie más.
Y casi la asesinan.
Por segunda vez.

-¡Mocoso inútil, déjale las peleas a los adultos! -Gruñe Cold- ¿Quién te estás creyendo?

-Bien. Usted lo pidió -Susurra antes lanzarse a atacar.

Increíblemente están nivelados.

Cold aumenta su energía, buscando transformarse como hizo Freezer aquella vez.
El otro sujeto lo evita, pues antes de que haga algo, perfora a Cold en el pecho con un ataque.
Una técnica muy similar a las del príncipe.

Lo empuja hasta la nave y repite de nuevo que se rinda.
Lo maldice como respuesta.

Cierra los ojos y con una sonrisa lanza un último ataque, que atraviesa el cuerpo del emperador del universo y consigo la nave con la que llegó a este planeta.

-¡Todos, al suelo! ¡Por favor! -Grita.

De nuevo su tono gentil.
Los terrícolas le hacen caso y se arrojan al piso.
Yo no.

La nave estalla, junto con el cuerpo de Cold.

¿Por qué carajos no pude ganarle yo?
Aprieto los puños.

Cuando todos se levantan y los escombros se aplacan, el tipo sigue ahí, de pie.

-¡Hora! -Grita dirigiéndose a un montículo de piedras grandes.

Todos miran asombrados.
Todo los asombra.

-¡Quince minutos pasado el medio día! -Se escucha de lejos.

Maldita sea.
Es otro mocoso. Más pequeño.
Lleva una máquina de esas que usa la hembra de pelo azul, en su regazo. Por las ropas que usa no se ve su cabello, pero es otro super saiyan.
Sus ojos azules lo delatan.