6.- Que comience el juego.

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Era uno de esos días perfectos de otoño tan comunes en las historias y tan raros en el mundo real. El tiempo era agradable y seco, el ideal para que madurara la cosecha de trigo o de maíz.
A ambos lados del camino, los árboles mudaban de color. Los altos álamos se habían vuelto de un amarillo parecido a la mantequilla, mientras que las matas de zumaque que invadían la calzada estaban teñidas de un rojo intenso. Solo los viejos robles parecían reacios a dejar atrás el verano, y sus hojas eran una mezcla uniforme de verde y dorado. Es decir, que no podía haber un día más bonito para que treinta magos desfilaran por un solitario camino de las Bermudas.

A pesar de todo el esfuerzo que Harry hizo para que sus amigos no fueran, no consiguió nada y ahora Hermione, Draco, Theo, Blaise, Ginny, Pansy, Astoria, Luna, Narcisa, Bill, Fleur, Charlie, George y Daphne los acompañaban a él y al resto de los aurores que habían aceptado ir en aquel viaje.

-Cuanto falta Potter- dijo Draco a sus espaldas.

-aproximadamente quince minutos mas- respondió el moreno.

Habían decidido ir a pie para conocer el terreno en el cual se estaban adentrando, no era bueno adentrarse en un lugar desconocido a una búsqueda suicida y desconocer todo a su alrededor.

Habían llegado aquella mañana a las Bermudas, había sido algo muy difícil pues eran treinta personas y debían de coordinar cada paso que daban, Harry había estado irritado todo el camino pues a pesar de todo lo que trato de hacer y todo lo que intento persuadir a sus compañeros igual los acompañaron, el había conformado un grupo de dieciséis aurores para ir. Entre ellos Víctor Krum, Gabrielle de la cour, Corman, Neville, Seamus Finigan, Hannah Abbott y otros mas que lo acompañaban ahora y al igual que él pensaban que los otros eran solo un estorbo.

-¡ahí, miren... ese es el lugar!- grito Sansa a la caravana.

Todo el grupo pudo admirar el lugar que la chica señalaba, un cuadrado de piedra con unas extrañas inscripciones en los pilares y en el centro una alteración de colores que parecía querer succionar todo a su paso.

Diez aurores se encontraban apostados fuera del portal, habían levantado una especie de campamento para custodiar el lugar, un hombre alto y de aspecto serio salió al encuentro de los recién llegados, a Harry le sorprendió aquel tipo pues su aspecto era mucho mas tenebroso que el de Ojo loco, en un acto de prevención Harry se detuvo a medio camino al igual que todos los que iban con él.

-Pero a quienes tenemos de vuelta a mis pequeñas estrellas- el semblante del hombre cambio completamente al ver a Elsa, Arya y Sansa.

-Aquí estamos Jacob, vivitas y saltando- le saludo Arya.

-Tu debes de ser Harry Potter, soy el jefe de la oficina de aurores de las bermudas Jacob Kowalski- Harry estrecho la mano que le ofrecía el mago.

-Un placer señor Kowalski. En cuanto nos llego su información, nos preparamos y partimos inmediatamente- dijo Harry.

-Esta mas decir que el tiempo apremia muchachos, ni nosotros mismos sabemos lo que esta mas allá de esos portales, no sabemos a lo que se van a enfrentar, ni que horrores van a encontrar... antes de llamarlos me puse en contacto con Kingsley y le comunique todo lo sucedido con sus prófugos, esperando que me dijera los pasos a seguir y su consejo fue avisarles a ustedes, me dijo que tu Potter y tus aurores eran los mas calificados para esta tarea, además de tus entrometidos amigos que no te dejarían solo y se unirían a ti contra viento y marea- dijo Jacob.

-Es verdad lo de mis entrometidos amigos, son igual que una sanguijuela jamás se despegan de donde esta la acción. Vamos andando y que sea lo que merlín quiera- Dijo Harry comenzando a caminar junto a sus amigos a esa nueva aventura que les esperaba.

Juegos de guerra I: Kingdom Of WisdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora