Juegos de guerra I: Kingdom Of Wisdom

16.2- En el campo de batalla

<< Mis queridos y estimados lectores, aquí les dejo un nuevo capítulo de esta historia que me ha encantado escribir, les agradezco sus like y aún más sus ganas de leer lo que esté humilde cerebro escribe. En la parte de medios audiovisuales les dejé un vídeo que encontré en YouTube y les pediría que lo vieran para que se impregne con la emoción de la historia... Les agradezco nuevamente que me lean y den like, también que me sigan... Abrazos enormes>>

-¡Formación en cuña! -ordenó Harry mientras sus hombres salían por el portillo.
Se dispusieron en forma de punta de lanza, con él al frente. Ser Moore ocupó un lugar a su derecha. Las llamas se reflejaban en la armadura blanca esmaltada, y sus ojos muertos brillaban con frialdad. Las flechas volaban desde las murallas de la ciudad, y llovían pedruscos sobre las cabezas, que caían ciegamente sobre tierra y agua, acero y carne. Delante se divisaban la puerta y una creciente multitud de soldados que maniobraban con un enorme ariete, un tronco de roble negro con cabeza de hierro. Los arqueros los rodeaban y disparaban sus flechas contra
cualquier defensor que se dejara ver en las murallas del puesto de guardia.

-Picas -ordenó Draco, y emprendió el galope.
El terreno estaba empapado y resbaladizo, sangre y cieno a partes iguales. Su corcel tropezó con un cadáver, los cascos se deslizaron y batieron la tierra, y
durante un momento, Draco temió que para él la carga concluyera con una caída de la silla antes de entrar en combate con el enemigo, pero de alguna
manera, tanto jinete como cabalgadura lograron mantener el equilibrio. Bajo la puerta, los hombres daban la vuelta y se aprestaban para resistir la embestida.

Draco levantó su espada.
-¡Castle Orión! -gritó.
Otras voces repitieron el grito, y la punta de lanza voló en un rugido de acero y seda, de cascos galopantes y hojas afiladas besadas por el fuego.

Uno de los soldados bajó la punta de su pica en el último momento, clavó la bandera de Orión en el pecho de un hombre que llevaba los colores de Malfoy y lo levantó en el aire antes de que el asta se quebrara.

Harry tenía delante a un
caballero con el blasón de la serpiente el cual le lanzó un ataque con su espada, Harry lo esquivó y golpeó el rostro del hombre con todo el peso del hacha que llevaba en su cinturón, arrancándole la mitad de la cabeza. El impacto le adormeció el hombro. « Draco se reiría de mí» , pensó, mientras seguía caminando. Una lanza le golpeó el escudo lo que hizo que perdiera un poco el equilibrio pero se recuperó rápidamente y el pobre infeliz que lo atacó sufrió la misma suerte que el enemigo anterior. Oyó a lo lejos los gritos de ánimo de los hombres en las murallas. El ariete cayó en el cieno, olvidando
momentáneamente, mientras sus portadores huían o se volvían para combatir.

Draco abatió a un arquero, abrió a un lancero desde el hombro hasta la axila, y repelió el ataque de alguien con el doble de su tamaño. Ante el ariete, su alazán corcoveó, pero el corcel negro saltó limpiamente el obstáculo,
y Clegane el guardia del rey cruzó por delante de él, la muerte enfundada en seda gris. Su
espada cortaba miembros, partía cabezas y destrozaba escudos, aunque eran pocos los enemigos que habían logrado cruzar la puerta.

Hermione, Pansy, Arya, Elsa, Sansa y Gabrielle habían decidido ir a proteger las calles, Fleur, Ginny, Astoria y Daphne se habían ido a los muros pues su fuerte era el arco.

Hermione veía como sus enemigos huían cuando se estaban acercado a la entrada del reino. Giró la cabeza a la izquierda, pero no logró ver a Pansy. Una flecha le rozó la mejilla, apenas a un dedo del ojo. Se asustó, y el sobresalto
estuvo a punto de hacerla resbalar. Corrieron entre cadáveres desperdigados por el suelo, esquivando heridos y flechas que les pasaban rozando el cuerpo.
-¡Vamos hacia la puerta!- les grito a sus compañeras.

Las chicas la siguieron rápidamente, el viento les traía los gritos de angustia, el hambriento chisporroteo de las llamas, el sonido estremecedor de los cuernos de guerra y el estruendo metálico de las trompetas. Había fuego por doquier.