7-. desde el muro

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El cielo estaba tan negro como las murallas de Brennan que habían dejado a sus espaldas, la lluvia que caía suave y continua les corría por la cara y acallaba el ruido de los cascos de los caballos. Cabalgaron hacia el norte y se alejaron del lago por un camino surcado de huellas, que discurría
entre granjas y campos destrozados, hacia el bosque y los torrentes. Draco había tomado la delantera espoleando su caballo robado, lo hizo trotar deprisa hasta que los árboles se cerraron a su espalda. Hermione, Pansy, Ron, Theo y los demás le seguían como podían. Los lobos aullaban en la distancia y también alcanzaba a oír la respiración jadeante de Theo. Nadie hablaba. De vez en cuando, Draco giraba la cabeza y miraba hacia atrás para cerciorarse de que los chicos no se habían retrasado demasiado y ver si alguien los perseguía. Porque sabía que los perseguirían. Habían robado treinta caballos de los establos, así como un mapa, unas espadas de los aposentos de los guardias, habían matado a los dos guardias de las caballerizas y se habían llevado a un pequeño niño que tenían de esclavo; Sabia que tal vez no se darían cuenta inmediatamente de la desaparición de los animales o del pequeño Arryn pero si cuando encontraran a los dos guardias sabrian que algo grave havia pasado. Alguien los encontraría muertos en un charco de sangre, y al momento se armaría un gran escándalo. Despertarían a los guardias y registrarían Brennan desde las almenas hasta los sótanos y, cuando lo hicieran, descubrirían que habían desaparecido caballos, un mapa y además de varias espadas de la armería, comida de la cocina y el niño. «Si nos atrapan, nos cortarán las manos y los pies》pensó Draco. Cada vez que miraba hacia atrás temía ver el destello de las antorchas al salir por las puertas lejanas de Brennan o al desplazarse por la parte superior de sus enormes y altas murallas, pero no vio nada. Brennan siguió durmiendo hasta que se perdió en la oscuridad, oculta tras los árboles. Después de atravesar la primera corriente, Draco sacó al caballo del camino y los condujo por el curso sinuoso del agua durante medio kilómetro hasta salir por una orilla pedregosa. Si los guardias llevaban perros, aquello tal vez haría que perdieran el rastro, o eso esperaba. No podían seguir por el camino. «Hay muerte en el camino -se dijo
-hay muerte en todos los caminos.» recordó las palabras del anciano mago que custodiaba el portal.

tenían por delante un bosque tenebroso, y por detrás, a hombres que de buena gana le cortarían los pies. Pero, por extraño que pareciera, se sentía más tranquilo de lo que nunca había estado antes desde que habían llegado a Kingdom of Wisdom. La lluvia le había lavado la sangre del guardia de los dedos, llevaba una espada cruzada a la espalda, se veían los lobos como avanzaban por la oscuridad como angulosas sombras grises, y Draco Malfoy no tenía miedo alguno en aquel desconocido lugar. «El miedo hiere más que las espadas», susurró para sus adentros, eran las palabras que su padre le había enseñado. La lluvia cesó, comenzó de nuevo, luego paró otra vez y después volvió a comenzar, pero llevaban buenas capas que impedían que se mojaran. Draco los mantenía en movimiento, lento pero continuo. Bajo los árboles estaba demasiado oscuro para cabalgar más deprisa; ninguno de los demás chicos sabía montar, y el terreno blando e irregular era traicionero a causa de las raíces medio enterradas y las piedras ocultas. Cruzaron otro camino, con surcos profundos llenos de agua, pero Draco lo evitó. Los llevó por las suaves colinas, arriba y abajo, entre zarzas, brezo y chamiza, por el fondo de estrechos cauces secos donde las ramas, llenas de hojas mojadas, les golpeaban el rostro al pasar. En un momento dado, la yegua de Blaise perdió pie en el cieno, cayó sobre los cuartos traseros e hizo que el moreno se deslizara de la silla, pero ninguno se lesionó, ni la bestia ni Blaise, y en el rostro del chico apareció una expresión de obstinación cuando volvió a montar. Al poco rato se tropezaron con tres lobos que devoraban el cuerpo de un cervatillo muerto. Cuando el caballo de Harry percibió el olor, intentó retroceder y comenzó a encabritarse. Dos de los lobos huyeron, pero el tercero levantó la cabeza y enseñó los dientes, dispuesto a defender su presa.

Juegos de guerra I: Kingdom Of WisdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora