21.-Peligro inminente (Daphne)

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En algún lugar del camino.

El sol se estaba poniendo por el oeste, y las casas proyectaban largas sombras oscuras. Un ruido repentino hizo que Daphne hiciera ademán de sacar su daga, pero solo era un postigo que el viento sacudía. Tras viajar por los espacios abiertos del río, el confinamiento de la ciudad le ponía los nervios de punta.
Cuando divisó el lago, más allá de las casas y los árboles, Daphne azuzó al caballo con las rodillas y pasó al galope junto a Lim y a Gendry. Salió a la extensión de hierba que había junto a la orilla pedregosa. El sol poniente hacía
que la superficie tranquila de las aguas brillara como una lámina de cobre batido. Era el lago más grande que había visto en su vida; no se divisaba la otra orilla. A
la izquierda había una posada de forma irregular, edificada en el mismo lago sobre grandes pilares de madera. A su derecha, un largo atracadero se adentraba
en el lago, y más hacia el este se veían otros muelles, como si la ciudad extendiera sus dedos de madera. Pero el único barco a la vista era un bote de remos volcado en las rocas, bajo la posada, con el fondo completamente podrido.

-Se los han llevado -dijo Daphne, desmoralizada. ¿Qué iban a hacer?

-Hay una posada -les dijo Tommy a los demás cuando la alcanzaron
-¿Creéis que habrán dejado algo de comida? ¿O cerveza?
-Vamos a ver -sugirió Sam
-Dejaos de posadas -gruñó Gendry-. Lim nos ha dicho que buscáramos un barco.

-Se han llevado los barcos.
Daphne estaba segura, sin saber bien por qué; aunque registraran la ciudad de arriba abajo, no encontrarían más que el bote volcado. Abatida, descabalgó y se
arrodilló junto al lago. El agua le lamió las piernas. Había unas cuantas luciérnagas de lucecillas parpadeantes. Las aguas verdes eran cálidas como lágrimas, pero no sabían a sal. Sabían a verano, a barro y a cosas que crecían.
Daphne metió la cabeza para lavarse el polvo, la suciedad y el sudor del viaje.
Cuando la levantó de nuevo, le corrieron regueros por el cuello y por la espalda.
Fue agradable. Le habría gustado poder quitarse la ropa y nadar en las aguas cálidas, como una nutria. Quizá podría llegar nadando a Orión.
Gendry la estaba llamando a gritos para que colaborase en la búsqueda, de manera que obedeció y registró los cobertizos para guardar los botes mientras su caballo pastaba en la orilla. Encontraron unas cuantas velas, algunos clavos, cubos de brea endurecida y una gata con una camada de gatitos recién nacidos. Pero ni rastro de embarcaciones.
Cuando Lim y los demás reaparecieron, la ciudad estaba ya tan oscura como un bosque cualquiera.

-La torre está desierta -dijo-. El señor se ha marchado, puede que a luchar, o tal vez a poner a salvo a los suyos, quién sabe. No hay ni un caballo, ni un cerdo en toda la ciudad, pero algo comeremos. He visto un ganso suelto y unos cuantos pollos, y en el lago hay pescado abundante.

-También se llevaron las embarcaciones -informó Daphne.

-Podríamos arreglar el fondo de aquel bote de remos -dijo Sam.

-Solo cabríamos cuatro -dijo Lim
.
-Hay clavos -señaló Tommy-. Y árboles por todas partes. Podríamos construir barcos.

-¿Y tú sabes construir barcos, ladrón de pan? -Lim escupió.
Tommy lo miró sin expresión.

-Pues una balsa -sugirió Gendry-. Una balsa la construye cualquiera, y buscaríamos pértigas para guiarla.

-El lago es demasiado profundo para atravesarlo con pértigas -dijo Lim después de quedarse un rato pensativo-, pero si nos quedáramos en las aguas
bajas de la orilla... Aunque tendríamos que abandonar los carromatos. Puede que fuera lo mejor. Lo pensaré esta noche.
-¿Podemos dormir en la posada está noche? -preguntó Tommy.

-No -replicó el anciano-, dormiremos en la fortaleza, con las puertas atrancadas. Cuando duermo me gusta tener alrededor paredes bien sólidas.

-No deberíamos quedarnos aquí -barbotó Daphne sin poder contenerse

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2022 ⏰

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