Estaba escarbando la tierra en busca de verduras en el jardín de un hombre muerto, cuando oyó una canción. Hermione se tensó, se quedó inmóvil como una estatua de piedra y escuchó sin prestar más atención a las tres zanahorias correosas que tenía en la mano. Se acordó de los guardias de Brennan y un escalofrío de terror le recorrió la columna vertebral. «No es justo, ahora que por fin habíamos encontrado el Rayo, ahora que ya casi estábamos a salvo.» Pero ¿para qué iban a cantar los guardias?
La canción llegaba hasta ella procedente del río, de más allá de la pequeña elevación que se alzaba hacia el este.-«Voy a Puerto rosas, a ver a mi bella dama... Vaya, vaya, vaya.»
Hermione se levantó, todavía con las zanahorias en la mano. Por el sonido, el que estaba cantando se
acercaba por el camino del río. A juzgar por la expresión de su rostro, Harry, que estaba
entre los repollos, también lo había oído al igual que Pansy y Charlie. Draco, Theo y los demas se había echado a dormir a la sombra de la choza quemada y no estaban en condiciones de oír nada.
-«Le robaré un beso con la punta de mi daga, vaya, vaya, vaya...»Por encima del suave rumor del río, a Hermione le pareció escuchar también el tañido de una lira.
-¿Has oído eso? -le preguntó Harry en un susurro ronco, al tiempo que estrechaba
contra el pecho una brazada de repollos.
-Se acerca alguien-Corre a despertar a los muchachos-le dijo Charlie
-Pero sacúdelos por el hombro, nada más, no hagas mucho ruido- le dijo el pelirrojo pues era escencial hacer el menos ruido posible.-«Descansaremos en la sombra y la convertiré en mi dama, vaya, vaya, vaya.»
La canción se oía más fuerte con cada palabra de la letra.
Harry abrió los brazos. Los repollos se estrellaron contra el suelo con un golpe sordo.-¡Tenemos que escondernos!
«¿Dónde?» La choza quemada y el jardín cubierto de maleza destacaban junto a las orillas del
Rayo. Más arriba, en la ribera lodosa, crecían unos cuantos sauces y juncos, pero aparte de eso estaban en campo abierto.
«Lo sabía, no tendríamos que haber salido de los bosques», pensó Hermione. Pero estaban tan hambrientos que el jardín había supuesto una tentación irresistible. El pan y el queso que robaron en Brennan se habían acabado hacía ya seis días, cuando aún estaban en lo más profundo de los bosques.
-Despierten a todos, coged los caballos y escondeos detrás de la choza- dijo Charlie a Hermione y Pansy que lo ovserbavan. Todavía quedaba un muro en pie, tal vez fuera lo bastante amplio para ocultar a todos los muchachos y treinta caballos.«Siempre que a los caballos no les dé por relinchar, y que al que canta no le dé por venir
al jardín.» la voz se escuchaba cada vez mas fuerte.-Y tú, ¿qué? -Me esconderé detrás del árbol. Seguramente viene solo. Si se mete conmigo lo mataré. ¡Venga,corre!. Les dijo a Pansy y Hermione quien soltó las zanahorias que tenia en la mano. Charlie desenvainó la espada robada por encima del hombro.
Se movió con pasos ligeros hasta el sauce más viejo y grande que crecía junto a la curva del
camino e hincó una rodilla en la hierba y el lodo, entre el velo de ramas.
«Eh, dioses antiguos -rezó a medida que la voz se oía más fuerte-, dioses de los árboles,
escondedme y haced que pase de largo -En aquel momento un caballo relinchó, y la canción se
interrumpió de repente
-Los ha oído -supo Charlie-pero puede que esté solo, o a lo mejor tienen tanto miedo de nosotros como nosotros de ellos» penso Charlie
-¿Has oído eso? -preguntó una voz de hombre.
-Me parece que hay algo detrás de aquella pared. -Sí -respondió una segunda voz, más grave ¿Qué será, Arquero?- pregunto el mismo hombre de antes.«Así que son dos.» Charlie se mordió el labio. Desde el lugar donde se encontraba de rodillas no alcanzaba a verlos, se lo impedían las ramas del sauce. Pero los oía perfectamente.
ESTÁS LEYENDO
Juegos de guerra I: Kingdom Of Wisdom
RastgeleLos años no pasa en vano, las cosas jamás son como las imaginamos y menos aun como las planeamos. Voldemort había muerto y sus seguidores se encontraban en Azcaban, la paz por fin reinaba en el mundo mágico y todos pensaban que al fin el mal se hab...