16.- Sopresa no tan grata

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Hacia el sur, el humo oscurecía el cielo. Se alzaba serpenteante de un centenar de incendios, con dedos de hollín que manchaban las estrellas. Al otro lado del lago, una línea de llamas ardía de horizonte a horizonte, y en la orilla más cercana, Lucius había hecho incendiar todo lo
que había a lo largo de la ribera: muelles, almacenes, casas y burdeles, cualquier edificación que estuviera fuera de los muros de la ciudad. El aire tenía sabor a ceniza incluso dentro de la torre donde se encontraba Narcisa, el rey Corbin y todas las chicas, Pansy aún llevaba su vestido de novia, al igual que las demás quienes iban todas vestidas de gala, no habían alcanzado ni siquiera a cambiarse de ropa, tras el aviso de que Lucius y sus hombres se aproximaban todos en la fiesta habían escapado, los comandantes habían salido a alistar las tropas, Harry, Draco, Ron, Charlie y los demás habían salido a las calles a luchar, mientras que Narcisa se había encargado de llevar a las mujeres a un lugar seguro.

Hermione se había asomado por la ventana y el viento le traía los gritos furiosos del gentío, gritos sin palabras, como de animales.
La ciudad entera tenía miedo; Hermione lo advertía desde la torre del castillo. Los habitantes se escondían tras postigos cerrados y puertas atrancadas, como si con ello pudieran ponerse a salvo. Había leído en uno de los libros que el rey Corbin tenía en su biblioteca que la última vez que habían atacado Castle Orión muchos años antes que Antón Corbin llegará a Kingdom of Wisdom los invasores saquearon y violaron tanto como quisieron, y pasaron por la espada a cientos de hombres, aunque en aquella ocasión los invasores habían llegado como invitados al castillo. En esta ocasión, en cambio Orión iba a presentar batalla, y una ciudad que se resistía no podía
esperar clemencia.

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-Zabini y George, irán a la muralla norte con los arqueros, Bill y Victor, irán con los arqueros al muro sur, Charlie necesito que intentes dar con uno de los dragones, si pudieras traer solo a uno sería de gran ayuda, Theo, Ron, y los demás llevarán hombres a las calles, a los pasadisos que hayan en el muro, y a resguardar las puertas del castillo, Draco y yo iremos al frente con los demás soldados... Chicos esta de mas decir que deben de tener cuidado, hemos entrenado bastante para este momento, sabemos cómo defendernos y como atacar, amigos nos vemos pronto- así Harry se despidió de sus compañeros, los que comandarian a los arqueros salieron rumbo a las murallas, Charlie tomo un caballo y se fue rumbo al ala oeste del castillo donde debían de estar Norberta o el colacuerno húngaro, mientras Ron y los demás formaban batallones para ir a resguardar las calles Harry y Draco montaban sus caballos y empuñaban sus espadas para enfrentar una de sus primeras guerras como simples muggles

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Astoria subió por la estrecha escalera de caracol, aun sangraba de la cabeza, la piedra que le habían lanzadado le había provocado una herida algo profunda, cuando llegó ante la puerta de su dormitorio no soportó la idea de entrar. Las paredes mismas de la estancia la hacían sentir atrapada, y aunque abriera la ventana de par en par sentía como si le faltara el aire. No sabía hacia donde se habían ido Narcisa y las demás chicas, cuando salieron de la carpa, ella se había ido con Ron, ambos habían llegado hasta la plaza principal del reino, en el lugar todo era un caos los pobladores corrían de un lugar a otro intentando resguardarse de la batalla que estaba por pasar. Ron había decidido enviarla de regreso al castillo ya que él junto a los otros se unirían a la lucha, uno de los soldados le había facilitado un caballo para que llegara más rápido al castillo, pero durante el viaje un grupo de pobladores la habían atacado para quitarle el animal, y gracias a aquel ataque ahora iba herida, sucia y más encima estaba sola.

Astoria volvió a las escaleras y siguió subiendo. El humo desdibujaba las estrellas y la fina luna creciente, de manera que la noche era oscura y llena de
sombras. Pero desde allí se podía divisar todo: las altas torres y los grandes baluartes, el laberinto de callejuelas de la ciudad, las aguas oscuras del lago, la bahía, al este, las columnas de humo y pavesas, y hogueras, hogueras por todas partes. Los soldados se movían por las murallas de la ciudad como hormigas con antorchas, poblando los parapetos que
habían brotado de las almenas. Abajo, junto a la puerta la forma vaga de tres catapultas gigantescas se alzaba ante la humareda. Eran enormes,
las más grandes que nadie hubiera visto jamás, al menos diez varas más altas que
las murallas. Pero ni siquiera aquello conseguía que tuviera menos miedo. Sintió una punzada que la recorría, tan violenta que dejó escapar un sollozo y se llevó
las manos al vientre. Estuvo a punto de caerse, pero de pronto, una sombra se movió, y unos dedos fuertes la sujetaron por el brazo hasta que recuperó el equilibrio. Astoria se apoyó en las almenas y clavó los dedos en la piedra áspera.

Juegos de guerra I: Kingdom Of WisdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora