¿TÚ?

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*Serena*

—No tenía la dirección de la casa de Gea y si llamaba a los chicos no me la darían— ¡Si tengo que dormir frente a tu puerta lo haré pero hablaremos Darien Chiba!— salí del ascensor y no pude evitar quedarme frente a la puerta de Darien, recosté la frente en ella.

— ¡¿Qué es lo que quieres?!— me sobresalte al escuchar su voz, estaba a mi lado, su rostro parecía cansado profundas ojeras enmarcaban sus ojos.

—Darien...yo... necesitamos hablar— se acercó y abrió la puerta.

—Bien, pasa o ¿hablaremos en el pasillo?— hablo cerca de mí, su aspecto era serio e inescrutable, pude sentir el olor a alcohol, me dejo paso para que pudiera entrar y así lo hice.

—Lo primero que me recibió al entrar fue el gran oso que le había enviado, Zaf y yo habíamos puesto todo en su lugar— ¿Quieres algo de beber?— no podía quitar mi mirada de él, era frío no quedaba nada de aquel Darien que algunas horas atrás me había hecho el amor.

—Si tienes algo fuerte lo acepto con gusto— lo vi servir dos vasos con un líquido ámbar de los cuales me entrego uno, tomamos asiento en muebles separados, lleno sus pulmones con un fuerte suspiro.

—Te dije tantas veces que te alejaras de mí, que yo no era bueno para ti, que terminaría lastimándote Serena— cerro los ojos fuertemente por unos segundos para luego clavar su mirada en mi— Me confundías, tu, forma de ser, tu manera de actuar conmigo, hasta que un día no resistí y te bese eso fue el peor error que cometí— dolía, dolía mucho la manera en la que me hablaba y en la manera que sus ojos me acusaban— Serena jamás te hubiera propuesto nada de saber que tu... que tú me amabas, me engañaste haciéndote pasar por otra persona para según tu conquistarme.

—No entiendo, que tiene de malo que yo te amé Darien.

— ¡Mucho Serena, tiene mucho de malo!... ¡es por eso que te propuse una relación netamente sexual y nada más que eso!— bebió de un solo trago el licor de su vaso— ¡Quiero que te alejes de mí y quiero que te olvides de todo lo que sucedió entre nosotros no te quiero cerca de mí!— hablo con rabia apuntándome con su dedo índice.

— ¡¿Qué?!...es...es así de simple como me echas de tu lado, ¡como si ya no me necesitaras!—alejo su mirada de mi— ¡mírame Darien!—exigí— ¿porque no puedes dejar que te amé?... ¿cómo pretendes que me marche de aquí sin mirar atrás?, ¡si prácticamente te amo desde el primer momento en el que te vi!—casi grite con los ojos llenos de lágrimas.

— ¡No, no y no Serena!— grito estrellando el vaso contra la pared, me tomo fuertemente por los hombros pude ver nuevamente aquel tormento en sus ojos— ¿es que no puedes entender lo que te pido?—me soltó bruscamente, se derrumbó en el sofá con su cabeza entre sus manos en un claro gesto de desesperación, tome sus manos entre las mías.

— Explícamelo, si no lo haces no entenderé nunca porque es tan malo para ti el hecho de que yo te amé— sus ojos estaban llenos de lágrimas, me rompió la vida verlo así, me estrecho entre sus brazos.

—Estoy roto Serena—hablo en un susurro en el hueco de mi cuello— yo no puedo amar a nadie y si llegara a hacerlo te destruiría...ellos tienen razón—hablaba aun sin alejarse de mí.

—Ellos... ¿Ellos quienes?— pregunte tomando su rostro entre mis manos, sus bellos azules estaban llenos de lágrimas.

—Los padres de Setsuna...mi esposa— me quede en silencio dispuesta a escuchar el porqué de su sufrimiento— Serena yo tenía una esposa y una hija.

— ¿Una...una hija?—no sabía que decir Darien tenía una hija pero ¿Dónde estaba?

—Yo las asesine—solté su rostro ante su confesión, no sabía cómo actuar, me senté a su lado confundida.

Déjame Amarte(EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora