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Un sueño

02 de septiembre Nueva York City.

La joven Arendell  retorció su cuerpo por debajo de las sábanas, otra noche sin poder dormir. Ya llevaba así más de 3 semanas, los medicamentos recetados sólo habían servido para hacerle  gastar dinero. Aunque en su caso el dinero no era un problema.

Pero el insomnio si, el insomnio era un gran problema para Elsa.

Su hermano mayor, Kristoff Arendelle era tan terco como lo fue alguna vez su padre, Edwart Guillermo Arendelle, después de la muerte de Edward, Kristoff tuvo que hacerse cargo de la empresa y de sus 3 hermanos menores, pero estuvo más al pendiente de Elsa, él sabía bien que a ella le afectaría más que todos, y tenía razón.

Elsa se levantó perezosamente de la cama, se sentía tan cansada, era frustrante tener sueño y aún así no poder dormir, se dirigió al refrigerador y cogió un bote de nutella icecream, después prendió el DVD y se dejó llevar por las tramas de "Los juegos del Hambre" "Si tuviera 30" "Diario De Una Pasión". Cuando terminó la tercera película ya había consumido dos botes de helado, había reído y había llorado.

Se levantó para apagar el reproductor de vídeo y se dirigió a echarse una ducha.

5:00 am. Y aún no había dormido.

20 de septiembre, Los Ángeles, California.

Jack movió sus músculos lentamente, extrañamente estaba tenso, pareciera mentira que hace apenas unas horas se hubiera acostado con una caliente pelirroja. Usualmente después de tener sexo se relajaba ¿que había de diferente esta vez?

Volteó hacia el reloj de la pared.

3:00 am.

Aún faltaban algunas horas para el amanecer, se levanto de la cama y se puso enfrente del espejo, no podía negar que era apuesto, todas las mujeres lo deseaban, todos los hombres lo envidiaban, claro era un Frost. Así que también recibía respeto fama y fortuna.

Usaba su apellido sólo por conveniencia no porque producía orgullo, su familia jamás podría producir esa clase de sentimientos hacia él. En realidad nadie producía sentimiento hacia él, así era él, así creció, así fue educado. Jack Frost no cree en los sentimientos.

Porque los sentimientos sólo te lastiman.

—Es hora del segundo round gatita- susurro roncamente mientras quitaba la sabana del cuerpo de la chica.

Tal vez así se relajaría. Tal vez así olvidaré aquella chica hermosa a la cual amo, aquella persona que le hizo odiar a los sentimientos Y qué hizo odiar al amor.

20 de Septiembre, New York City.

La respiración de la platinada difícilmente salía de sus pulmones, estaba jadeando. Se había exigido demasiado y su cuerpo estaba exhausto. No había dormido nada aquella noche, y ahora estaba pagando las consecuencias. Esta vez había salido una hora más temprano que lo habitual. Usualmente el ejercicio la dejaba tan agotada que lograba conciliar unas pequeñas pero necesarias horas de sueño antes de ir a trabajar. Eugene decía que él corría para mantener la cabeza ocupada y no pensar en otras cosas desagradables.
Y bueno... él estaba en lo cierto.
Eugene era el mejor amigo de Elsa desde que eran unos niños, él la vio crecer, llorar, enamorarse y perder... perder tantas cosas que nunca jamás serian remplazadas.
Elsa decidió parar y caminar hacía su coche para regresar a su apartamento, Nueva York tenía tráfico a toda hora así que era mejor regresar temprano para hacer su rutina diurna tranquilamente.

***

-¡Mier**!-gritó Elsa mientras salía de la suite-.

Era ridículo que el tiempo se hubiera pasado tan rápido, por fin había podido dormir, dormir de verdad, pero cuando había despertado a causa de un sueño peculiar se había dado cuenta que era extremadamente tarde.

-¡Las llaves! ¡¿Dónde están las malditas llaves?! –Gruñó, ya no podía detenerse y regresar, tendría que tomar un carro de sitio.

Frustrada tomo sus cosas y salio del apartamento con los ánimos por los suelos.

- ¡Taxi! ¡Taxi!

El auto paró y Elsa le indicó la dirección de la torre; debía calmarse un poco, por fin había podido descansar y tenía peor humor que en toda la semana, eso no estaba bien. Pero es que ese sueño que había tenido... la había puesto nerviosa, es como si hubiera sentido todo tan... real.

El viento soplaba fuertemente moviendo las hojas de los árboles bruscamente, hacía un frío que te helaba hasta los huesos y te quebraba los labios, ella se sentía pequeña y desprotegida como si estuviera en un peligro muy grande, solo llevaba un vestido blanco y un suéter liguero... se estaba muriendo de frío.
En frente de ella: Un lago inmenso y limpio y junto a él una cabaña con chimenea de la cual salía humo; ahí podría refugiarse del clima y de lo que fuera que la estaba vigilando... ella sabía que alguien lo hacía, podía sentir la mirada expectante en su nuca...
Caminó siguiendo la orilla del lago, mojando sus pies con el agua fresca; se sentía como Caperucita Roja, con la excepción de que ella sabía ya que por ahí había un lobo dispuesto a cazarla.
Cuando llegó a la cabaña ya no sentía las piernas y estaba casi segura que su piel morena se estaba palideciendo y agrietando ¿Acaso esas eran grietas de verdad? ¿Cómo su piel podría agrietarse? Sentía que tenía papel delgado en lugar de piel, esperaba con todo su corazón encontrar un refugio caliente adentro. La puerta hizo un chirrido al abrirla y Elsa lo sintió en su espalda, apareció de la nada tal y como el calor que la embargó de repente, ese calor provenía de él.

Quiso correr... no pudo.
Quiso gritar... estaba muda.
Intentó voltear y enfrentarlo... pero estaba estática.
Una manó tomo su cadera y la acarició enviando rayos de electricidad por toda su columna, el frió que alguna vez sintió ya estaba olvidado, ahora necesitaba quitarse ese suéter, hacía demasiado calor... parecía que estaban en un horno.
No podía hablar, pero aún podía pensar... era una idea tonta, lo sabía, pero era lo único que quedaba, entonces pensó fuerte deseando que aquel extraño que irradiaba tanto calor como el sol la escuchara: << ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?>>

Silencio.

Entonces se dio por vencida, no había funcionado. Ahora de seguro él la mataría y no podría pedir ayuda porque no podía hablar.
Pero entonces él contestó.

-No quiero nada de ti Elsa-

¿Cómo sabía su nombre? ¿Por qué él sí podía hablar? ¿Quién era él?

–Tú eres la que me necesitas.

¿Yo?

<<No te necesito>> pensó con fuerza <<No te conozco, ¿Por qué sabes mi nombre?>>

-¿Estas cansada Elsa? ¿Estás cansada de todo lo que ha pasado en tu vida últimamente? –Ella sentía el aliento de él en su cuello, era cálido – Yo sé que lo estas, hermosa. Yo te voy a ayudar. Yo también necesito que alguien me salve.-

La había llamado hermosa.
<< ¿Salvarte de qué? ¿Por qué no contestas mis preguntas?>>

-El amor existe Elsa, recuérdalo siempre y cuando me veas... recuérdamelo a mí.

<< ¿Cómo te reconoceré, si no he visto tu rostro?>>

-Tu corazón te dirá que soy yo.

<<No puedo confiar en ti>>
Entonces él rió. Tenía una risa preciosa.

-No te estoy pidiendo que lo hagas.

Fue cuando despertó con la risa de él resonando en la mente.

-Señorita ya llegamos –Elsa despertó de nuevo, estaban frente al edificio donde trabajaba. Había estado muy concentrada re-creando su sueño, su piel se había puesto como de gallina al recordar la mano en su cintura y el aliento en su nuca.

¿Qué habrá significado ese sueño?

¿Y por qué aún no podía sacarse esa risa melodiosa de la cabeza?

Asdfghjklñ! :3
Como ven la historia se narrara en distintos puntos de Estados Unidos asta que Jack y Elsa se conozcan.
Espero que les este gustando!

El Impostor (Jelsa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora