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Peleas

Hawái; 5 horas antes del día de San Valentín.

Elsa se congeló totalmente, la cabeza le daba vueltas, provocando un mareo horrible que no le ayudaba a pensar, sintió la mirada de su esposo sobre ella, inspeccionando su expresión horrorizada.

Todo era idéntico, el lago... tan inmenso y transparente como lo recordaba, los árboles igual de altos y escalofriantes, la cabaña... con una chimenea en la parte superior... lo único diferente era el color del cielo, en su sueño todo era gris, frió, le hacía parecer que un tornado arrasaría con todo en cualquier instante; en cambio ahora estaba despejado, sin una nube ni ave que lo desequilibraba, y azul, un azul tan bello que daba la impresión de ser artificial.

Oyó en alguna parte que los cielos de Australia eran los más azules de todo el mundo, pero el que la maravilla arriba de su cabeza era un cielo hawaiano y era el más hermoso que había divisado en sus veinticinco años.

"—El amor existe Elsa, recuérdalo siempre y cuando me veas... recuerdame a mi.
<< ¿Cómo te reconoceré, si no he visto tu rostro?>>
—Tu corazón te dirá que soy yo.
<<No puedo confiar en ti>>
Entonces él rió. Tenía una risa preciosa.
—No te estoy pidiendo que lo hagas."

La pequeña e intensa conversación que había compartido con el extraño embargó su mente, provocándole escalofríos, había pasado más de 3 días dándole vueltas al asunto, pero desde que había conocido a Jackson jamás le había vuelto a cruzar por la cabeza.

Era tan confuso todo.

—El amor existe, recuérdalo siempre y cuando me veas... recuerdame a mi -repitió en su mente.

¿Eso quería decir entonces que Jackson Overland era el amor de su vida? ¿Qué debía recordarle que el amor existe? Pero eso era absurdo, si Jackson no creyera en el amor no se hubiera casado con ella.

Yo también necesito que alguien me salve.

¿Salvarlo de qué? ¿De su bipolaridad?

Volteó y se encontró con el rostro de él, aún esperaba que en algún momento sus lunares aparecieran, ella los había visto y acariciado tantas veces... era imposible que se hubieran borrado.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día? –preguntó sin dejar de verla de la misma manera, traía el equipaje por un lado, pero seguía tomando posesivamente la cartera donde estaba la cadena.

—No –respondió ella.

—Vamos.

Dieron vuelta al lago y rápidamente el instinto de meter los pies al agua la embargó, quitó su zapatilla y puso un pie sobre el agua, estaba mucho más fría de lo que se imaginaba, dio un salto apartándose.

—Aún es invierno, no lo olvides –murmuró Jack.-Continua, apenas son las 7 de la noche y ya está empezando a oscurecer.

Llegaron a la puerta de la choza y entraron dejando las maletas a lado de la puerta.
Elsa se sorprendió, el interior era un espacio grandísimo y muy bien decorado, no recordaba cómo era en su sueño, no había podido fijarse en los detalles porque estaba estática a causa de un desconocido.

Tu corazón te dirá que soy yo.

Me dirá que es él...Cuando conoció a Jackson lo único que había sentido era rabia, porque él había arruinado una de sus camisas favoritas y bueno el comportamiento que tenía ahora... tampoco era muy romántico que digamos.

Llevaban 2 peleas, y ni siquiera 48 horas de casados. Al terminar la semana, temía ella, tal vez estuvieran divorciándose.

Elsa no creía en el divorcio. Sus padres se habían amado hasta el día de su muerte, y ella quería un amor así.

El Impostor (Jelsa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora