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La amo

Todo su cuerpo se sentía pesado, como si tuviera agua en lugar de órganos en su interior, su cabeza era un infierno, dolía con cualquier movimiento que hacía, esto era peor que una resaca, ¿Qué diablos le habían puesto en su trago anoche?

Estúpido él por haberlo bebido. Aun recordaba sus propios pensamientos antes de la fiesta:

"Se cauteloso, Jack"

Y lo primero que hace es tomar una bebida de la chica que lo quiere conquistar, por así decirlo.

Bien hecho, Jack eres un genio, se reprochó.
Su cuerpo estaba débil y sentía los tímpanos palpitar al compás del ardor dentro de su cerebro, esto era como tener fiebre pero multiplicada por cien.
Estaba sudando. ¿Qué hora era?¿En dónde estaba?... ¿Y con quién?

Se obligo a sí mismo a abrir los ojos, arrepintiéndose al instante por el brillo encandilador de la ventana y cerró los ojos lo más rápido posible, era de día... al menos eso estaba comprobado.
¿Thoot seguía con él? Oh no... Oh cielos por favor que no haya pasado lo que él estaba pensando...

—¡THOOT! -gritó furioso, ganándose una buena tortura en las sienes. ¿La noche anterior le habían taladrado la cabeza?

Eso podría tener mucho sentido tomando en cuenta todo el dolor. Escuchó pasos pequeños acercándose y luego unos labios sobre los suyos, besándolo, con la pequeña fuerza que tuvo la apartó de encima de él.

—Has despertado -murmuró ella cariñosamente.

Total y absolutamente confirmado, Thoot era una psicópata. Tal vez el accidente lo había provocado... O tal vez era una loca de nacimiento.

—¿Qué me hiciste ayer?

—Nada que no quisieras, cariño. -Jack bufó.

—No recuerdo haberte dicho "Hey Thoot, invítame a una fiesta de disfraces, ah y cuando estemos ahí no olvides drogarme"

—¿Quién ha dicho que te eh drogado?

—Bien entonces ¿Qué me has hecho? No encuentro otra puta razón por la cual ese liquido me hizo daño tan rápido, es incoherente, había tomado un traguito y ya estaba mareado.

—Bueno, ese era el plan -Frost pudo sentir el peso de ella viajar al lado de él, sobre la cama.- Siendo sincera, no sé qué fue lo que puse en la bebida, yo pedí algo que te noqueara y bueno hicieron bien su trabajo...

—¿Fueron los del bar? ¿Ellos te dieron esa porquería? -los demandaría.

—No, Jack. Yo tengo contactos por mi parte, me dieron lo que quería y yo después te lo puse en el alcohol.

—¿Ósea que ni siquiera tienes idea de lo que era esa cosa que me diste? ¡Pudiste haberme matado! ¿Captas? Imagínate que es una droga a la que mi organismo no reacciona bien, o solo piensa si me hubieras dado más de lo debías... ¡podía estar en este mismo instante convulsionándome por una sobredosis!

—Pero no fue así...

—Pero no fue así -repitió él, refunfuñando imitando su chillona voz- Tuviste suerte. Y yo también la tuve -gimió al sentir una punzada en la cabeza.

—Te he traído una pastilla, para el dolor de cabeza.

—No planeo poner en mi boca ninguna cosa que tú me des.

—Es aceptarla, o seguir muriendo de dolor, tú decides. -sentenció.

Jack estiró la mano sintiendo como ella le entregaba la pequeña pastilla y lo ayudaba a reclinarse un poco para poder tragarla.

El Impostor (Jelsa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora