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Maratón 3/3

2 días después.

—Sigue sin contestar –gruñó Jackson hacía su celular.- Se ah escapado. Ya no podemos dudar. Llamemos a la policía.

—Jackson, estamos en un avión camino a Nueva York, será un viaje largo; deberías calmarte.

—¡Han pasado más de 48 horas!- reclamo el castaño.

—Sí, pero siguiendo el protocolo legal, una persona solo se identifica como desaparecida después de 72 horas, Jackson.

—Es demasiado tiempo no puedo esperar un día más. ¡Esa mujer tiene a mi hija! Y no sé que le vaya a hacer.

—Mira hermano, Tooth puede estar enojada pero no le haría nada a su propia hija, tranquilízate.

—No puedo –volvió a tomar el teléfono pero unas delgadas manos le impidieron llamar.

—Disculpe señor, pero debo pedirle que apague su celular, es por su seguridad y por la de todos los pasajeros. –la aeromoza les brindó una cálida sonrisa a ambos mientras que el rubor recorría sus mejillas, impresionada de tener a dos hombres tan guapos frente a ella.

—Claro, él apagará su teléfono –musitó Jack mirando a Jackson, quien refunfuñando guardó el aparato en su bolsillo.

—Aterrizando llamaré al hotel donde se hospedaba, no estoy a gusto, ella me amenazó de alguna manera, dijo que jamás la volvería a ver, ni a ella ni... -trago- al bebé. Tal vez cumpla su promesa.

—La encontraremos, no puede esconderse para siempre.

—Es Tooth. No sé cómo, ni por qué pero siempre se sale con la suya –gruñó.

—Hey –apretó su hombro- es tu hija, mi sobrina, no voy a permitir que la alejen de tu lado.

—Gracias, Jack –sonrió.- Eres un buen hermano.

—Tú también –se encogió de hombros.

—No –se tensó- no lo soy, soy egoísta y te he hecho daño, cuando no merecías nada de eso, acaparé la atención de nuestros padres, te quité a Tooth, y luego te metí en problemas legales, has estado al pendiente de mi salud todo ese tiempo; y yo... yo ni siquiera te he preguntado sobre tu bebé.

—Bebés –corrigió el albino.

—¿Bebés? –Repitió con los ojos abiertos.- ¿tres?

—¡No! –gritó, sería tan extraño tener trillizos- Dos, voy a ser padre de gemelos.

—¡Gemelos! –Murmuró su hermano con júbilo- ¡eso es asombroso! ¡Felicidades!

—Gracias –sonrió de lado- va a ser difícil.

—Sí, pero vas a tener a muchas personas para ayudarte, además... ¡la madre es Elsa! Eso te garantiza que tendrás las cosas un 55% más sencillas, ella hace que todo luzca más fácil.

Jack hizo una mueca al escuchar a su hermano.

—¿Sigues sintiendo algo por ella?- inquirió preocupado el albino.

-Sí.

—¡¿Qué?!- exclamó molesto.

—Por favor, señor, le pido que guarde silencio –otra aeromoza lo amonestó al momento en que pasaba a su lado.

—Cariño, solo cariño es... básicamente mi cuñada, debo de quererla.

Él bufó —Fue tu esposa, te ibas a casar con ella y ella... te amaba tanto.

El Impostor (Jelsa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora