Ya había pasado una semana y Suga ni siquiera vino a visitarme. Me sentía mejor gracias a los cuidados de Ángeles. Ahora lo que temía era llegar a esa horrible casa.
— Puedes venirte a vivir conmigo, el departamento es muy grande. — comentó llevando un pedazo de mango a su boca para después masticarlo.
— No, gracias. Prometo estar en contacto contigo. — le respondí con amabilidad.
Llegamos a la enorme mansión donde pasaba mi infierno, realmente quería salir corriendo de aquí. Din, Dong. En cuestión de minutos abrieron la puerta.
— Creí que nunca ibas a venir, hermosa. — sonrió mordiendo su labio inferior. No puede ser.
— Bueno, adiós nena. Nos vemos después — se despidió Alberto con una radiante sonrisa. Me dió un brazo junto con un beso en la mejilla, diablos.
Min YoonGi noto aquella dulce despedida y pude ver como tensó la mandíbula, su mano tomo con fuerza mi brazo retirándome de con Alberto.
— ¡Ahh! — me quejé cerrando con fuerza mis ojos. Maldición, tiene una fuerza impresionante.
— ¡Hey, déjala idiota! — el castaño me jalo del brazo alejándome de Suga, sentí su cuerpo chocar con el mío, esto no terminaría bien.
Ángeles dejó caer el vaso con fruta al ver tal escena, no sabía qué hacer y se notaba en su rostro y en la forma en que miraba a mi Daddy. Tenía miedo de lo que fuera a pasar, Min YoonGi es muy peligroso y es capaz de cualquier cosa.
— ¡Yo puedo hacer con ella lo que yo quiera! — agarró mi mano apretándola con fuerza y entramos a casa.
Me aventó al sillón y cerro la puerta con seguro. Ángeles y su hermano no dejaban de gritar y dar golpes en la puerta. Mis manos comenzaron a temblar del miedo, ¿que podía hacer? Estaba atrapada con este maldito.
— ¿Qué fue lo que te dije? — hizo puños en sus dos manos, los apretaba con fuerza. — ¡Tu eres solo mía, Aneu!
—¡Por favor, YoonGi tranquilizate, es solo un amigo! — me levante del sillón. Miraba fijamente sus ojos, podía ver el infierno en ellos.
— Já, si serás una estúpida. — sentí un fuerte y seco golpe en mi mejilla, había caído al piso por aquella bofetada tan dolorosa que me había dado. — ¿¡Creés qué te voy a creer!?
Tomo con fuerza mi cabello. Su mirada demostraba furia y celos. Me quejaba, pero era inútil, él no me soltaba. Casi arrastrandome me llevo a una habitación y me arrojo a la cama con brusquedad.
— Aprenderás a respetar a tu Daddy, cariño. — sonrió juguetón mientras quitaba su cinto — Sólo yo te puedo mirar. Sólo yo te puedo tocar, sonreir, besar y hacerte mía las veces que quiera.
Estaba llena de miedo. ¿Qué pensaba hacerme? Acababa de llegar del hospital y me encontró con esta espantosa bienvenida, perfecto.
— Quítate la ropa. — ordenó como si fuese una maldita puta.
Con disgusto hice caso, me quite todas mis prendas hasta quedar completamente desnuda.
— Ponte en cuatro. — sonrió con arrogancia. Golpeaba levemente su mano con el cinto que se había quitado.
Temía a que me golpeará, aun así me puse como él quería arriba de la cama. Sentí como se subió y se inco, acarició un poco mi trasero para después sentir un horrible dolor. Me dio un fuerte golpe con él fajo. Lágrimas empezaron a salir en cuanto sentí otro, pero con mayor fuerza.
— Gatita, este es tu castigo por estar desobedeciendo a lo que te ordenó tu Daddy. — decía mientras seguía dando fajasos en mis pompis. Yo no dejaba de llorar por el terrible dolor que estaba sintiendo en aquella zona.
4, 5, 6 fajasos fueron los que me dio. Bajó de la cama y se volvió a poner él cinturón. Este idiota se detuvo hasta que se harto, ¡Maldito imbécil!
— Date una ducha, quiero verte lista a las 7:00 pm. Tienes tiempo, son las 6:30 pm. Si no bajas a esa hora, subiré por ti para darte otro castigo.
Salio de la habitación y como pude me di la vuelta callendo en la cama, solté un grito no muy fuerte al sentir como mi trasero pegaba en el colchón, me dolía mucho. Trate de tocarlas, pero fue un error, me ardían horrible. Con dificultad me levante de la cama y fui al baño. El agua caía en mi cuerpo, y ardía al sentirla en donde recibí el castigo. Me empece a tallar y con delicadeza talle en la parte de atrás, esta vez se había pasado. ¿Sentía celos?, ¿qué esos no dan cuando temes que te quiten a la persona que amas? Confundida salí del baño y me vestí, colocándome mi pijama de unicornios. Lo sé, lo sé, es infantil pero amaba a estos seres extraordinarios. Eran las 6:55 pm, con rapidez fui hasta la sala y ahí estaba él mirando al infinito.
— Me gusta que seas buena chica. — volteó a verme y soltó una risita al ver lo que tenía puesto.
— ¿Qué querías decirme, Daddy?
Se levantó del sofá. A paso lento camino hasta donde estaba, su mano acaricio dulcemente mi mejilla, aquella que había golpeado.
— Nos vamos a casar, y no te puedes negar. En un mes serás mi mujer. — sonrió con triunfo — Disfrutaré ver la cara que pondrán tus estúpidos padres al ver que su querida hija se casará con el gran Min YoonGi.
[24.09.20]
ESTÁS LEYENDO
My Daddy; Min YoonGi. ¡LEMON! (1)
Fanfiction«No quiero verte con alguien más. Ningún chico puede hablarte o abrazarte. Cualquier contacto físico hará que tengas una sanción. Yo solo puedo hacerte mía las veces que me plazca. Esta prohibido enamorarse y nada de celos. Otras mujeres vendrán así...