4. Tú turno

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Después de todo, había aceptado el seguir mis estudios en casa.

Papá sabía exactamente del porque estaba en la lista, no quería decírmelo, pero el lo sabía.

Bajé por algo de comida, desde que había salido de la escuela no había probado alimentó alguno, y de eso ya tenía como cinco horas.
Me di cuenta de que papa había salido al trabajo, mama seguramente había ido a recoger a Molly a la primaria.

Había un plato en la mesa, suponía que era mío, de quien más si no. Lo lleve al micro y espere a que se calentara un poco, pues estaba más que fría.

Era de día más sin embargo reflejaba la noche, el cielo estaba oscuro y eso indica que está noche iba a llover.

Cuando me disponía a sacar el plató, las luces parpadearon, tal y como pasó hace unos días.

–¿Enserio? –me quejé, esperaba que estaba vez haya sido una falla mecánica o producto del mal viento que ahora mismos estaba como loco.

Le reste importancia, de igual forma no iba a bajar, no más. Tome el plato entre mis manos y apague la luz de la cocina antes de subir las escleras.

Cuando di un pasó, quedando en el primer escalón, un relámpago ilumino la habitación.

–Vera... –eleve la mirada, frente a mi había un hombre, y lo pude confirmar gracias al relámpago que iluminó parte de su rostro.

Mis manos comenzaron a sudar, el plato se resbaló provocando un fuerte sonido. No me lo pensé más y corrí hacia las afueras de la casa, estaba por abrir la puerta cuando siento que me toman del pie, provocando que caiga al suelo y me golpe la barbilla.

–¡Suéltame! –gritaba y pataleaba, intentando que el me soltara.

–Has sido una niña muy mala. ¿Qué haré contigo?

Por el rabillo del ojo puede ver que cargaba consigo un cuchillo, y daba leves golpes a su mejilla con el sin causarle daño.

–¡Déjame, maldito asesino!

Grite sin siquiera pensarme en las palabras que había dicho. Sin pensar que tal vez eso lo iba a provocar más.

–Lo siento nena.

Yo estaba boca abajo y el estaba encima de mi. Pasó mis dos brazos a mi espalda, sentía que en cualquier momento me rompería un brazo.

–Quédate tranquila

Susurró. Su mano se dirigió a mi boca y la apretó fuertemente, tenía una especie de paño y el olor pronto inundo mis fosas nasales, dejándome inconsciente.

Enamorada de un asesino |Erick Colón| #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora