6. Lucía

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El caminaba de un lado a otro en la oscura habitación. Sus ojos verdes se clavaron en los míos logrando intimidarme por completo.

–Mira quiero que guardes silenció, no soportó tus estúpidos chillidos –hizo referencia a mi llanto. Más parecía no querer parar.

–¡Pues si tanto quieres que me calle, déjame ir! –grite en su rostro.

–¡No! Y sigue así y pronto acabarás con esto en tu cuello –sacó de su pantalón un cuchillo afilado y lo posó cerca de mi para que pudiera verlo, aún tenía rastros de sangre.

–¡Eres una bestia! ¡Te odio! ¡Te odio! –chille moviéndome intranquila en mi lugar. Lo había hecho a propósito, enseñarme aquel cuchillo indicaba tan sólo una cosa, había terminado con la vida de alguien más, alguien de la lista exactamente.

–¿Y crees que me importa? Tus estúpidos sentimientos no vienen al caso –gruño.

–Mi papa te atrapara, y cuando sepa que me tienes aquí, te matara –murmure fuerte, lo suficiente para que me escuchara.

–El oficial Lodge es un imbécil, jamás en su vida lograra atraparme –soltó en carcajadas, como si alguien le acabará de contar un chiste.

Pronto salió de la habitación dejándome completamente sola. De nuevo. Agradecí el que se haya ido.

[...]

Cinco días aquí, cinco malditos días sin ver la luz de el día, sin ver cualquier otro tipo de luz. Dos días desde que no me dan ningún tipo de alimento, un día desde que los vi por última vez.

Parecía que habían desaparecido y tan sólo optaron por dejarme aquí. No se escuchaban ningún tipo de ruidos, sólo oía el que los pájaros provocaban golpeando la pared de madera.

Tosí un poco. Este lugar me asfixiaba cada vez más. Y cada vez más se hacía más pequeño, como si quisiera consumirme.

Me movía con desesperación intentando soltarme. No había dejado de intentarlo desde que había llegado aquí. Tenía que salir de aquí, lo más antes posible.

–¡Lucía! –Un grito resonó por toda la habitación como un eco. Un grito de dolor, un grito lleno de dolor.

Había alguien más aquí, conocía ese tono de voz.

–¡Ayuda! Por favor –no obtuve respuestas. Tan sólo seguía escuchando los escandalosos sollozos.

Di pequeños saltos provocando que la silla se moviera conmigo. Casi llegaba a la puerta, estaba tan cerca, pero esta se abrió de golpe.

Ahí estaba el, Zabdiel.

Sus ojos demostraban tristeza, era el quien estaba sollozando. Se apuró a desatarme de la silla. Por fin tenía libertad de nuevo.

–¿Zabdiel? –levanté su mirada, sus ojos estaban vacíos, no demostraba ninguna expresión.

–Vámonos Vera –hablo con dureza en su voz.

–¿Qué pasó...

En el suelo, al final de las escaleras. Estaba el cuerpo sin vida de lucía, había cobrado vida de una víctima más.

Los ojos de Zabdiel se volvieron a cristalizar al ver esa escena, su novia, el cuerpo de su novia sin vida.

No tardaron en salir las lágrimas, era mi amiga. Había jurado protegerla desde que la lista salió a la luz, más sin embargo no lo había cumplido.

–¡Lucy! –chillé. Caí al suelo de rodillas, mis manos cubrían mi rostro.

–¿Pensaban irse? –hablo una voz detrás nuestra.

Enamorada de un asesino |Erick Colón| #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora