24. Fue una trampa

4.6K 293 22
                                    


Maratón 2/3

Erick Colón

Escuchaba atentamente al hombre que tenía frente a mi, sus ojos claros hacían resaltar el blanco de sus canas.

–Te lo advertí, sólo un mes iba a darte.

Llevo el cigarrillo a su boca é inhaló el humo para después expulsarlo por la nariz.

–No entiendo porque la quiere muerta, es su hija –dije mirándolo fijamente. Tenía una sonrisa en su rostro, parecía no importarle en absoluto la vida de la chiquilla.

–No tengo porque darte explicaciones Colón. Lo que sabes es más que indispensable y se que podrás hacerlo –repitió. Insistía cada vez más con que quería que hiciera mi trabajo.

–¿No le quedo claro? No lo haré –me levanté de golpe del sillón. El lo hizo de la misma manera, se puso frente a mi y me empujo contra el sillón.

–Lo escuche bien. Pero lo tendrás que hacer de una forma ú otra. Da igual si no quieres, si no lo haces tu, lo hará alguien más.

–No dejaré que la lastime –respondí sintiendo la furia apoderarse de todo mi ser. El pensar que aquel infeliz que se hace llamar "padre" le ponga una mano encima, me pone los pelos de punta.

–¿Y que? ¿Crees que tu podrás detenerme? –soltó una carcajada–. No eres más que un niño indefenso tratando de figurar ser otra cosa.

Estaba apunto de responderle cuando un timbre resonó por toda la habitación.

–Un segundo –se dirigió a mi para después alejarse un poco para responder. Pronto una enorme sonrisa se formó en su rostro.

Colgó el teléfono y se dirigió a mi con una sonrisa triunfante.

–Gracias por venir Erick –fue lo único que dijo–. Me facilitaste todo. Pero ahora tendré visitas, así que te pido amablemente que te retires.

Uno de sus hombres se acercó a mi, me escoltó hasta la salida mientras me empujaba con su brazo. Deshice el agarre y fui directo hacia mi auto, ahora tendría que estar más pendiente de ella.

Paré frente a la casa, se veía algo oculta entre tantos árboles. Me asegure de que nadie estuviese siguiéndome antes de bajar del auto.
La puerta estaba entreabierta, corrí con apuró, Joel estaba en el suelo con una gran herida en su cabeza.

–¡¿Joel?! –grité. Aún tenía pulso, pero estaba demasiado débil. Escuchaba los gritos de los chicos en la parte baja pero ahora mismo lo único que me preocupaba era ella. No estaba en su habitación, tampoco en la de Joel y mucho menos en la mía.

–¡Vera! ¿Dónde estas? –grité con fuerza, intentando que me escuchara. ¿Que mierda había pasado aquí? ¿Dónde estaba ella?

Baje corriendo una vez más, como pude levanté a Joel del suelo y lo lleve al sillón. Di unos cuantos golpes en su rostro y eso fue suficiente para que volviera a la normalidad.

–¿Qué ha pasado? –se quejó tomando su cabeza entre sus manos. Tardo un momento en recordar lo que había pasado–. ¡Vera!

Se levanto de golpe y miro hacia ambos lados con nerviosismo. Sus ojos se cristalizaron, tomo su cabello con fuerza como si quisiera arrancarlo.

–¿Qué pasa? ¿Dónde esta ella?

Grité. Lo tome por los hombros y lo sacudí, parecía no procesar lo que estaba pasando.

–Se la han llevado –murmuró.

–¿Quien?

–Su padre.

Apenas pudo pronunciar. Sentí como todo el peso de mi cuerpo desaparecía y di un pasó hacia atrás dejándome caer en el sillón. Había sido una maldita distracción, sólo me cito en ese lugar para poder llevársela.
Esto no podía estar pasándome, tenía que encontrarla, no podía dejar que le hicieran daño.

Sin pensármelo dos veces tome mi chaqueta y volví hacia donde me había citado con Lodge hace algunos momentos. Sentía mi sangre hervir, de tan sólo pensar en algún cabrón ponerle la mano encima, sacaba lo peor de mi.
Azote la puerta del coche con fuerza, daba grandes pasos directo hacia la puerta de entrada.

Escuche el ruido de las llantas de un auto. Corrí hacia la parte trasera del lugar, sólo para darme cuenta de las grandes camionetas que estaban abandonando el lugar. La última en específico llamo mi atención.

Ahí estaba ella, contra la ventana del coche. Sus ojos se encontraron con los míos, empezó a dar golpes a la ventana mientras soltaba las lágrimas, veía la desesperación y el miedo en sus ojos.

–¡VERA! ¡NO! –grite mientras corría intentando alcanzar la camioneta.

Pero fue imposible. Ya se había ido.

Enamorada de un asesino |Erick Colón| #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora