Capítulo 32 »Penúltimo«

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Algunas personas se acercaron a nosotros. Me separe de golpe y acomode mi chaqueta.

Joel se levanto del suelo sin ayuda de nadie, llevo su mano a la nariz, que sangraba sin parar. Lo escuche quejarse y pronto se sentó en una de las sillas, echando la cabeza hacia atrás para evitar que más sangre saliera.

Ahora mismo no tenía ganas de disculparme, me había sacado de mis casillas y ahí estaban las consecuencias. ¿Porqué tardaban tanto en darnos una noticia? Estaban acabando con la poca paciencia que me quedaba.

Camine hacia la recepción y exigí una respuesta inmediata.

–No podemos darle esta información, aún no... –le lancé un fajo de billetes, ella abrió sus ojos asombrada–. Ella está bien, por suerte no fue una dosis muy alta, pero aún tiene que reposar.

Explicó, sentí un alivio recorrer todo mi cuerpo. Sólo había sido un susto, uno de muy mal gustó.

–Pasare a verla –avisé.

–Usted no puede... –señale el fajo de billetes y ella me miro confundida.

–Si que puedo, y si usted dice algo, tendrá que explicarles quien le dio esa cantidad de billetes y el porque. Quedará sin trabajo, pues será despedida al instante de enterarse que a dado datos confidenciales a un completo desconocido –dije con una sonrisa en mi rostro. La señora guardo silencio, pues sabía que tenía razón.

Rodé los ojos y comencé a caminar en dirección a la habitación donde se suponía que estaba ella. Me asegure de que nadie estuviese cerca, por suerte no había personal alguno y la cámara de seguridad parecía no estar entre las paredes. Entré con el mayor cuidado posible, intentando no hacer ruido, para que no despertara.

Ahí estaba ella, cables por doquier, su piel se notaba más pálida de lo que ya estaba. Una presión en mi pecho me impidió dar un pasó más, sentía que todo había sido mi culpa. ¿Cómo no puede evitar que pasará esto? En que momento me había descuidado.

Entrelacé nuestras manos y deposite un beso en la de ella. Con mi mano libre, acaricie su cabello, suave y brillante.

–Lo siento tanto, hermosa –murmuré.

Lo sentía por todo, por todo lo que pasaba en su vida, por lo que yo mismo le cause. Ella no se merecía nada de esto, más era un cabrón que no la podía dejar ir, sonaba tan egoísta. Pero no podía, por más que quisiera, la necesitaba a mi lado.

–Erick... –levanté la vista rápidamente. Ella me miraba sin despegar los ojos de mi, me acerque a ella y acaricie su mejilla.

–Sh... No hables, nena –pedí. No quería que gastara sus pocas energías, aún estaba débil y necesitaba descansar.

Ella se hizo a un lado dejándome un espacio. La mire confundido y con un poco de enojo, pues a pesar de mi advertencia, se había movido de su lugar, pudo lastimarse.

–Hey, ¿Que haces? –la mire fijamente. Dio una leve palmada a su lado, mire hacia la puerta y devolví mi vista a ella, sonreí en mis dentros y me acosté a su lado, el espacio estaba reducido, más aún así, encajábamos a la perfección.

No podía dejar de mirarla, mi corazón latía con fuerza, en un sentimiento que jamás había experimentado. Sentía la necesidad de estar a su lado, de cuidarla, de protegerla.

De verdad estaba... ¿Enamorado?

Un sentimiento totalmente nuevo para mi y el cual pensé que jamás tendría.

–¿Estas bien? –preguntó haciéndome volver a la realidad.

–Creo que el que debería de hacer esa pregunta soy yo –reí–. ¿Estas bien? ¿Cómo te sientes?

–En realidad hiciste dos preguntas –dijo burlona–. Y si, estoy bien. Me siento un poco cansada y mareada, pero supongo que eso es normal.

Y no podía responderle, pues no era médico para saber si eso de los mareos era normal o no.

Me incline un poco y deposite un beso en sus labios, iba a ser uno de pico, pero ella atrapo los míos con agilidad y no pude evitar seguirle el pasó. Acaricie su mejilla con cuidado de no lastimarla, sus labios tenían un leve sabor a medicamentos, pero aún así le reste importancia.

–Yo quiero una vida contigo –dijo ella mirándome a los ojos.

Aquellos ojos de los cuales jamás me cansaría de ver, los que vinieron a traer alegrías a mi vida, a apartar la tristeza y llevarse todo lo malo de mi.

–Yo también lo quiero así –completé.

Enamorada de un asesino |Erick Colón| #PromiseAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora