—Espero que te gusten Taeyeon —vociferó Sungmi—. Provecho —repitió.
—Gracias —contestamos las dos. Ella fue a atender otra mesa con su usual sonrisa cálida.
Suspiré viendo mi plato. Se veía tan delicioso que no podía esperar a comerlo. Pero no podía, ¿y si Taeyeon pensaba que era una cerda para comer? No comía exactamente como comía una señorita. Comía como macho, lo acepto. Ella seguramente estaba acostumbrada a las damitas que comían como princesas. Tomé mi tenedor con inseguridad y partí un pequeño pedazo de wafle. La miré antes de llevarme el tenedor a mi boca, ella no estaba comiendo muy elegante.
—¿Está rico? —le pregunté con una sonrisa involuntaria. Ella me miró contenta, con la boca llena.
—Lo más rico que he probado en toda mi vida —confesó, tragando.
¿Por qué era tan linda y encantadora? ¿Así eran todas las chicas en Londres, o sólo ella?
No la conocía casi nada pero era perfecta. Todo de ella, sus ojos, su boca, su acento, su personalidad, su risa, los hoyuelos que se forman en sus mejillas cuando sonríe. Cómo quisiera que eso fuera una cita. Que me dijera que le gusto, que soy bonita y me besara. Que me pidiera ser su novia y poder disfrutar juntas todo lo que me queda de vida. Pero eso era imposible. Eso sólo pasaba en las películas. A las chicas bonitas con mucha suerte que todo siempre les sale bien. Yo no era fea, pero sí con mala suerte y siempre me pasaba lo peor. Siempre me golpeaba con cosas y era muy torpe. A ninguna chica le gustaba eso. Menos a una de Londres, tan elegante. Sabía que mis pensamientos hacia Taeyeon eran muy prontos, pero prefería que todo se diera rápido. No podría imaginar morir sin sentir sus labios sobre los míos.
Quise ignorar esos pensamientos el resto del desayuno. Era muy agradable pasar el rato con ella, y a veces la vergüenza se iba y hablaba con ella como si fuera mi amiga de toda la vida. Se me pasó el tiempo volando, ni siquiera sentí que nos fuimos de La Choza Escondida y nos dirigimos al parque de diversiones hasta que estábamos en la entrada de este.
—¿Te dan miedo todos los juegos o sólo la montaña rusa? —me preguntó entregando los boletos al muchacho de la entrada. El tipo los rompió a la mitad y nos dejó pasar.
—Sólo la montaña rusa —admití. Nos quedamos mirando "El Destructor", la montaña rusa más grande del estado. El nombre lo decía todo. El grito de una chica en el destructor resonó en todo el lugar—. ¿Te das cuenta por qué me da miedo? Esa pobre chica está horrorizada.
—No, ella está gritando de placer —dijo y se calló al instante. Yo sólo sonreí—. No mal pienses.
—No mal pensé —me defendí—. Está clarísimo que ella está teniendo un orgasmo en la montaña rusa.
Reímos. Diablos, su risa era contagiosa. Me tomó la mano y me deslizó hacia un lugar. No pude ver hacia donde. Estaba demasiado ocupada gritando de la felicidad mentalmente. ¡Me estaba tomando la mano!
—Esto te va a encantar —murmuró. Tenía la mente bloqueada, ni siquiera sabía porqué había dicho eso. ¿Qué me encantaría? ¿Acaso me daría un beso? Porque eso sí que me encantaría.
Caminamos más y aún no me soltaba la mano. Oh, su mano era tan suave y tan pequeña. Nos sentamos en algún lugar y seguía sin soltar mi mano. Entonces pensé, ¡claro que esto es una cita! Pero entonces un palo de acero me saca de mis pensamientos. Volteé a todos lados alarmada. Diablos, diablos. ¡Maldita chica guapa! Me había llevado hasta el maldito destrozador, matador, rompe huesos, como sea. No podía ni recordar el maldito nombre de la maldita montaña rusa.
—¡¿Qué diablos te pasa?! —le grité asustada y enojada. El maldito carro comenzó a moverse y Taeyeon me miro extrañada—. ¡Voy a morir! Te dije que no me iba a subir, te dije que me daban miedo.
YOU ARE READING
the perfect bucket list » taeny
FanfictionQuizás no te traté tan bien como debí hacerlo. Quizás no te amé tan seguido como pude hacerlo. Nunca tomé el tiempo para esas pequeñas cosas que debí haber dicho y hecho. Quizás no te tuve en esos momentos solos y solitarios. Y supongo que jamás te...