capítulo 18.

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  ¿Heechul es más atractivo que yo? No lo creo. ¿Yo era atractiva? Sí... estoy segura de que si lo era. ¿Por qué no lo notaba ella? Heechul no se la merece... aparte, a él le gustan las rubias, creo.

—Soo, es imposible —podía jurar que estaba virando los ojos. Y ya no quería seguir escuchando sus cotilleos acerca de Heechul. Me acerqué a la puerta de la entrada, la abrí y la cerré ruidosamente para que advirtiera que ya estaba allí—. Luego te hablo, te quiero mucho.

—¿Stephanie, estás aquí? —pregunté. Seguramente se le haría extraño que dijera eso, los días anteriores nadie se preocupaba mucho si la otra estaba presente.

—Si, aquí estoy —salió de la cocina y caminó hasta el sillón sin verme siquiera. ¿Acaso iba a seguir con eso? No, claro que no.

—¿Qué se supone que pasa por tu torpe cabeza? —la tomé por los hombros antes de que lograra llegar a la sala. Ella se quedó inmóvil un segundo.

—¿A qué te refieres? —preguntó nerviosa.

—A todo esto, a todo lo que a estado pasando últimamente. ¿Por qué no me hablas? ¿Qué no se supone que "todo estaba bien"? ¿No éramos mejores amigas?

—¡No me eches la culpa a mí! —se soltó de mi agarre y me miró con ojos furiosos—. Tú ni siquiera me mirabas, ¿por qué te iba a hablar si parecía que te molestaba con cada puta palabra?

—¡Yo no te hablaba porque tu no me hablabas! —ahora ambas parecemos estúpidas. Me sostuvo la mirada furiosa unos segundos, después soltó una carcajada de repente con esa maldita risa que me hará reír siempre. Estuvimos riendo como por dos minutos—. Deja de reír tonta, me duele el estómago.

—Lo siento —me miró con cara de perro lastimero—. ¿No me odias?

—¿Cómo te voy a odiar estúpida? Te quiero mucho —sonrió abiertamente y se lanzó a mí con los brazos abiertos para abrazarme.

—Yo también te quiero mucho, Kim —la estreché aún más fuerte y aspiré el dulce aroma de su cuello deseando que aquellas palabras tuvieran otro significado.

—¿Ahora está todo bien, en serio?

—Sí, te lo juro —no separamos con lentitud, como si ninguna de nosotras quisiera deshacer ese abrazo.

—Te tengo un regalo —Stephanie me miró con los ojos brillantes.

—¿Qué es?

—La cosa más importante de toda la maldita lista.

—¿Fumar marihuana y tener sexo con cinco mujeres? —preguntó con los ojos bien abiertos y con una sonrisa muy grande. Mi corazón se paró, estaba a punto de darme un ataque. Lo sentía, sabía que tenía la cara de trauma más grande de todo el mundo pero... ¿tener sexo con cinco mujeres? ¿Fumar marihuana? Eso no podía ser cierto, jamas le ayudaría en algo así, ¡nunca!—. Por Dios ¡era broma!

—Gracias al cielo —de acuerdo, me escuché demasiado contenta respecto a que aquello fuera mentira—. Pero no, es robar dulces, porque tu dijiste que...

—¿Me vas a llevar a robar dulces? —ahora estaba completamente emocionada con algo totalmente normal. Eso si que lo podía soportar. Asentí y ella se emocionó aún más—. ¿En serio? ¡Oh Dios mío! Esto es tan asombroso, voy a llorar. ¿Cuándo, cuándo vamos a ir?

—Ésta noche —ella dio un grito de felicidad y me volvió a abrazar.

—Te quiero mucho, mucho. ¿Dónde será? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué me pongo? ¿Tienes pasamontañas?

—Cálmate, linda —puse mis manos en sus hombros para calmarla, estaba eufórica y sólo por ir a robar unos dulces.

La mayoría de las chicas que conozco se hubieran puesto felices sólo por ir a robar ropa o dinero, o perfumes o zapatos algo así; pero ahí estaba la mujer más hermosa y especial del mundo emocionada porque iría por fin a robar dulces, como siempre quiso y gracias a mí.

the perfect bucket list » taenyWhere stories live. Discover now