Ángel-Demonio [KookMin]

The way of the angel: stumble

¡Hola! Espero que les guste esté capítulo, muchas gracias por todo su apoyo.

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JungKook caminaba con soltura y mala cara. Aun no entendía cómo fue que terminó con un ángel pegado a la espalda, el cual no lo dejaría en paz hasta que encontrara algo sobre los arcángeles. No dudaba de que estuvieran muertos, aunque no entendía muy bien cómo es que aquellos seres celestiales hubiesen sido vencidos tan fácilmente. Mucho menos que el hijo de Lucifer fuera el que acabó con ellos. Era lo que todos decían, sin embargo, en su interior creció una pequeña duda. Aquel ángel fue enviado a buscarlos, y de no estar vivos, no lo habrían hecho.

Aunque también estaba el hecho de que era un ángel inexperto, joven, y puede que no lo enviaran a por ellos, tal vez fue impulsivo de su parte, o incluso, pensó que pudieron haberlo expulsado del reino de los cielos, no obstante, le resultaba demasiado inocente, aunque le costara admitirlo, incluso para sus adentros, demasiado dulce para haber sido expulsado. Pero también sabía que los ángeles transmitía esa sensación.

JiMin seguía a JungKook muy de cerca, pensando en los arcángeles. Se negaba a creer que estuvieran muertos. Son unos seres de insuperables poderes, luchadores, y llevan cientos de años batallando contra el mal, además de considerar como un factor clave la experiencia de todos esos años. No caerían tan fácil -siete arcángeles no lo harían- Estaba seguro de que con la ayuda de aquel gruñón joven terminaría encontrándolos, aunque le apenaba de sobre manera que ya no fuera un ángel, pero él conocía ese mundo, se mezclaba con seres que para el ángel era imposible hacerlo, por ello no le perdería de vista, llegaría hasta el final junto a él.

El ángel salió de sus pensamientos cuando JungKook se detuvo junto a una puerta, la sostenía y le indicaba que entrara. JiMin alzó la vista y miró el cartel pegado en lo alto del edificio, pero no entendió que querían decir las letras blancas sobre un fondo verde, a pesar de los dotes que le eran dados por Dios y por los cuales podía comunicarse plenamente en cualquier idioma, se le dificultaba lo que abarcaban los procesos de lectura y escritura que manejaban los humanos, más cuando se salían del tradicional "ABC" y comprendían su propio sistema como el que estaba viendo ahora, hangul.

-¿Que es este lugar?

-El paraíso – respondió JungKook con emoción en su voz viendo como una mujer le sonreía al pasar por su lado – Vamos.

JiMin obedeció, entró al lugar y lo miro todo desde la puerta. Era pequeño, con varias mesas ocupadas por humanos, los cuales bebían y hablaban con energía. JungKook avanzó y se colocó al final de una cola de personas. El ángel se acercó y lo escucho gruñir.

-¿Has visto? – masculló con enojo – Si no me hubieras entretenido en la calle, el lugar no estaría tan lleno – expreso con molestia a la vez que se volvió para brindarle una de sus peores caras al ángel, pero se topó con un chico joven que lo miro confuso.

-¿Que es este lugar? – JungKook miró a su izquierda y vio al ángel.

Resoplo y no contesto, JiMin insistía en que le dijera que hacían allí, pero el joven permanecía callado y con rostro irritado, así que permaneció en silencio y avanzó con él hasta la gran mesa en donde una chica joven le brindo una sonrisa extraña a su acompañante.

-Dos latte machiado pequeños – le pidió a la dependienta.

-¿Que es... un qué?

JungKook ignorándolo saco dinero de sus bolsillos y pago, se apartó y espero a que le entregaran su pedido, luego abandonó el lugar seguido del ángel, quien no entendía por qué el joven no hablaba con él. Imagino que tal vez se había vuelto invisible para sus ojos, como lo era para los humanos. Ese pensamiento le llenó de temor, si él no podía escucharlo ni verlo no podría ayudarlo. El ángel se dijo que tenía que intentar algo, no podía perderlo, pero ¿Qué podía hacer? JiMin arrugó el rostro con suavidad, se acercó a JungKook por la espalda y le lanzó un puñetazo al hombro, con tanta fuerza, que el joven se tambaleó, casi perdiendo el equilibrio y al punto de dejar caer los dos vasos de cartón que llevaba en las manos. Se volvió y miró al ángel con el rostro envuelto en una ira asesina.