Prólogo

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Hola, les traigo una nueva historia, espero que sea de su agrado.

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Zadkiel intentaba ponerse en pie por segunda vez, sin embargo, las piernas le temblaban por el combate, aunque solo había durado un minuto. Además, sentía como su cuerpo se hacía más pesado, y un ardor le abrazaba la espalda. No fue capaz de levantarse, se quedó de rodillas con las manos apoyadas en el suelo, preguntándose qué le ocurría.

La falta de un peso sobre su espalda hizo que sus alarmas se dispararan. En su interior algo se removía, se arrastraba como una serpiente hambrienta, arrancándole un grito de dolor, un dolor que nunca antes había experimentado. Cayó de bruces contra el suelo, sin poder evitarlo, y su frágil cuerpo se retorció sobre el mugriento adoquín de aquel oscuro callejón, en medio de una noche sin luna, sin luz.

Zadkiel levantó la vista, a pesar de la penumbra lo podía ver todo. Está a solo unos pasos de él., pero sus ojos empiezan a perder lucidez, como si una cortina los estuviera cubriendo con lentitud, empezando a ver todo borroso. Sin embargo, antes de dejar de ver con la claridad acostumbrada, consiguió apreciar la espada que aquel ser llevaba en la mano, una manchada con sangre, su sangre.

De repente sintió como su cuerpo se estremecía con más fuerza esta vez. Extendió un brazo, con la intención de alcanzar su espada, pero unos pies desnudos le pisaron la mano, provocándole otro gemido de dolor "¿Cómo es posible?", se preguntó. Durante toda su existencia nunca había sentido dolor alguno, ni había sentido los latidos de un corazón tan aprisa, de su corazón, ni siquiera le había faltado el aire antes. Su visión terminó de desaparecer, ahora solo era capaz de apreciar la silueta de aquel ser, y los ojos rojos que no dejaban de mirarlo. Un odio creció de repente en su interior sin que pudiera evitarlo, él nunca había odiado a nadie, era un ser lleno de amor y bondad, un ser puro.

Pero aquel odio se abrió paso bajo su pecho a la fuerza, acompañado por más emociones que nunca antes tuvo. Intento reprimirlos, rechazarlos, pero fue incapaz de hacerlo, era como si esos sentimientos tuvieran vida propia, llenando su mente y su ser de confusión, tristeza, dolor y odio, sentimientos propios de un humano, de aquellos que se aferraban con inmensa fuerza a su ser, quitándole el aliento. Sus pobladas cejas se curvaron en su frente, convirtiendo su dulce mirada en más que felina, y sus finos labios esbozaron una mueca de ira al descubrir lo que le ocurría.

-¿Que se siente ser un humano, un mortal?- le susurro el de los ojos rojos al oído.

La voz de aquel ser hizo que la sangre de Zadkiel se helara, llegándole a las entrañas, donde había nacido un nuevo sentimiento, pánico. Su mirada felina se clavó en los ojos rojos del demonio, y el dolor volvió a aparecer, pero no un dolor de la carne sino de su ser. Sintió como si su propia esencia se estuviera quemando bajo aquella mirada, la sentía retorcerse, luchar por sobrevivir, pero fue incapaz de hacer algo para evitarlo.

Su esencia angelical ya lo había abandonado y no podía luchar contra él. Quiso cerrar los ojos, pestañear, apartar la mirada antes de que fuera tarde para él, sin embargo, no pudo, aquel ser ahora controlaba su mente y su cuerpo mortal, y sabía que era el final.

Pero un llanto logro desconectarlo de aquella mirada, Zadkiel busco entre la oscuridad a esa criatura que lloraba en un rincón del callejón con desesperación. Sus ojos se humedecieron, al no ser capaz de verlo, pero sabe que está allí, él mismo lo oculto cuando advirtió la presencia de aquel ser de oscuridad, con el fin de enfrentarse a él y salvarlo, pero nunca imaginó que sería precisamente ese demonio quien lo siguiera.

El ser volvió sus rojos ojos en dirección al llanto de la criatura, sus labios se curvaron en una sonrisa que Zadkiel no vio, al igual que la espada que descendía en su dirección. Un grito de dolor le rasgó la garganta cuando sintió como el filo le atravesaba el pecho, el cual de inmediato se empapo de sangre. La espada le es arrancada con brusquedad y siente cómo el ser se aleja, al tiempo que un sabor metálico inunda su paladar, es espeso y se le dificulta respirar.

Sus pisadas le indican que avanza hacia la criatura. Él quiere hablar, quiere gritarle, tratar de que se aleje, pero las fuerzas lo abandonan. El llanto de la criatura suena con más fuerza en el callejón, luego escucha un par de pasos que se alejan, y tras eso nada, silencio absoluto. Sabía que el demonio se había marchado, llevándoselo. Las lágrimas recorren su hermoso rostro, un rostro angelical.

Zadkiel cierra los ojos, sintiendo como la, ahora vida, lo abandona en aquel oscuro lugar, sobre un suelo sucio en una fría noche sin luna. Suspiro, como si supiera que es el último aliento en su celestial existencia, y antes de dejar de sentirlo todo volvió a mirar hacía el lugar en donde había ocultado a la criatura con pena y dolor.

-Mi hijo.

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Continuará... 

Ángel-Demonio [KookMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora