Las aventuras gays de Steve

19. Infancia

¿Recuerdan que Steve fue a buscar a Noah? Pues el idiota sólo dió vueltas y al final volvió al mismo lugar en donde comenzó el desmadre... Su casa.

—¡¿Por qué nunca hago nada bien?!—gritó como loco y golpeó cada cosa a su alrededor.

No tenía ni la menor idea en donde buscar.

Pues claro, lo buscará en la casa de su amigo, debió comenzar por ahí.

Se fue bien Agustín a la casa de su amado (aunque lo siga negando) y justo cuando llegó tocó la puerta como si no hubiera mañana.

Nadie abrió.

—¡Noah! ¡Soy yo, Steve!—tocaba y tocaba pero nada —Noah... ¡por dios, abre de una buena vez! ¡lamento lo que te dije! Perdóname... Te extraño.

Se tiró al suelo, quería llorar, era el fin. Nunca volverá a ver a Noah y todo por maldito orgulloso.

—¿Recuerdas esa vez cuando nos medimos el pene? Fue muy extraño, a pesar de que la regla marcaba 10 centímetros porque eramos unos críos apenas—dijo riéndose.

Genial, lo hemos perdido. Incluso habla con la puerta como si fuese su amigo.

—Para empezar, ¿cómo nos conocimos?

Y aquí es cuando damos un salto en el tiempo.

Diecisiete años atrás.

—Chocolatito, ¿recuerdas a Esther?

—Sí mami, ¿por qué?

—Bueno mi niño, te llevaré a su casa ya que ella te cuidará porque yo tendré que ir con tu papi a visitar a tu tía que ha estado muy enferma.

—¡No quiero!—se cruzó de brazos el niño.

—Anda Stevie, además ella tiene un hijo con el que podrás jugar.

—¿Un nuevo amiguito?

—Así es mi amor.

—¡Yupi!

—Sí, ¡yupi! Ahora apurate que se hace tarde.

Mini Steve, aún no gay porque apenas sabe que es hombre, estaba muy feliz de conocer a un nuevo amigo, porque el no tiene por pendejito.

Su mamá lo llevo bien bañado y con juguetes para compartir con aquel niño.