Las aventuras gays de Steve

35. Halloween retrasado

—¡Dulce o truco!

—¡Tarado! ¡ni que fuéramos gringos!—Steve golpeó la cabeza de Noah.

—¡Auch!—se quejó de dolor—ay caray, ¿entonces qué digo? ¡Ya sé!... ¡Me da mi calaverita por favor!—recibió otro golpe.

—¡Tampoco somos mexichangos!

Noah hizo una mueca y volvió a gritar—¡Muy buenas a todo guapísimos, queremos dulces chavales o le clavo mi pico de diamante...! ¡Auch!

—¡Ni españoles!

Se sobó la nuca el menor—¿Dulces quliados afsjdhsj?

—No.

—¡Dulces de palomas!

—No.

—¿Me muero de hambre?

—No.

—Me doy.

Steve llevó su mano a su cara.

—¡¿Entonces qué somos?!

—No sé bro, disculpa.

—Ash, olvidálo. Mejor volvamos a casa.

Y los amiguitos ( :) ) caminaron juntos a su casa.

Ah, ¡que viejos tiempos aquellos! Donde eran unos críos e iban de casa en casa pidiendo dulces. Noah disfrazado de vampiro todos los años mientras que Steve se disfrazaba diferente cada año, incluso llegó a disfrazarse de Blanca Nieves pero fue obligado por su madre. Fue el único año donde Noah se disfrazó diferente, de uno de los siete enanos, también obligado por la madre de Steve. Y ahora estos chicos se ven tan ridículos pidiendo dulces disfrazados de vampiro (Noah lo hizo de nuevo) y de Anita la huerfanita (no me lo van a creer pero está vez nadie obligó a Steve).

—¡Sólo tengo seis dulces!—exclamó algo decepcionado.

—Tranquilo Noah, ya verás que para el próximo año nos irá mejor—dijo quitándose aquellos cabellos pelirrojos y chinos artificiales de su cabeza.

—Pero ya nadie nos da dulces por ser tan viejos, ¡todos quieren a los estúpidos niños! —vaya, sí que está enojado—. Además, el próximo año no podremos. Iré a la universidad, ¿recuerdas?

—Cierto. Que mal, ¿quién iba a saber que sería nuestro último año pidiendo dulces?

—Pero hay algo que me alegra.

—¿Y qué es?

—Que cuando seamos más grandes podríamos llevar a nuestros hijos a pedir dulces.

—¿Nuestros hijos?

—¡Sí! ¡Nos casaremos y seremos felices por siempre!

—Oh, vaya.