41. Subete a mi moto

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—Vaya estupidez que haz hecho ahora.

—¿Es por qué Noah no ha venido a trabajar?

—No, ¿cómo crees?—dijo con sarcasmo.

Al parecer Noah ha renunciado a su trabajo en la cafetería después de la charla que tuvo con Steve. Ha pasado un mes después de eso y no ha tenido contacto alguno con él.

—Deberías hacer algo al respecto, falta un mes para que Noah vaya a la universidad—dió un sorbo a su taza de café.

—¡¿Un mes? ¿tan rápido?!—se jaló los cabellos por desesperación—¡Por un demonio lo que me faltaba!

—Pero aún puedes arreglarlo.

—¿Enserio crees eso?

—No.

—Pinche Karen, ¡no me ayudas en nada!

—¿Qué no te ayudo en nada maldita sabandija? Yo fui la que ayudó a ambos a estar juntitos pero tú lo arruinaste por tus estupideces.

Aunque no lo quisiera admitir, tenia razón.

—¡Maldición, tienes toda la razón! He sido un completo idiota con Noah y ahora él se irá de mi lado por mucho tiempo. No quiero que se vaya, al menos no mientras las cosas están así. Tengo miedo, miedo de que encuentre a alguien más y a mí me olvide por completo.

—Ese mismo miedo también lo tenia Noah, de que lo olvidarás.

Justo en este momento Steve se dió cuenta de su error y quería repararlo, quería que al menos Noah se vaya con una buena impresión de él.

—Karen, ¿qué puedo hacer para que me perdone?

—Primero que nada debes cambiar esa actitud de mierda y ya cuando al menos veas por el bien ajeno, le preparas algo especial, ya sabes, en donde puedas charlar con él y que vea que has cambiado.

—Algo especial ¿eh?

Sabia que podría gustarle pero lo difícil es cambiar su actitud y convencer al chico de estar con él.

—Por cierto Steve, ¿qué le regalaste a tu mamá?

—Ah, una motocicleta.

—No voy a preguntar por qué.

Las aventuras gays de SteveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora