Capítulo 2: "Sueño en la Carretera"

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Salimos de nuestra casa por la mañana, y aunque vivíamos a las afuera de Kándria, el viaje en carro era de dos horas. Sabía que sería un viaje largo y aburrido. Muy por el contrario, mi hermano seguía igual de emocionado, eso me alegraba, pues creo que una de tantas cosas que disfrutaba era verlo feliz. El carro prendió, nos pusimos los cinturones de seguridad y emprendimos el viaje hacia la gran ciudad.

No pasaron ni 5 minutos cuando un largo y profundo bostezo salió de mi boca.

- Apenas salimos, ¿Y ya tienes sueño? -me dijo madre mirando por el retrovisor.

- No es sueño, solo estoy aburrido.

Volteé a ver a mi hermano, él se encontraba tranquilamente mirando por la ventana, y si no hubiera sido porque volteó a verme, podría haber jurado que estaba dormido.

- ¿Puedes prender la radio? -le pregunté a madre.

- Está bien -me respondió.

Con un movimiento de mano, madre prendió la radio. Un ruido de estática invadió todo el carro, y mi hermano quien en ese momento estaba distraído dio un brinco, se llevó las manos a las orejas, y dijo algo que no pude escuchar, pues cuando terminó de hablar, madre ya se encontraba bajándole el volumen a la radio, empezó a cambiar las estaciones pero por alguna extraña razón, no había ninguna emisora, nada, solamente había estática, como si de repente todas las estaciones de radio hubieran desaparecido de la nada.

Madre decidió apagar la radio, así que no hice otra cosa que mirar por la ventana de la misma forma que lo hacía mi hermano.

El paisaje no tenía nada especial, solo un bosque interminable y largo, de esos en los que podrías perderte fácilmente. Bosque tras bosque es lo único que veía hasta que finalmente, empecé a ver a lo lejos la gran ciudad de Kándria. No pasó mucho tiempo cuando mis ojos empezaron a sentirse pesados, y poco a poco se iban cerrando, estaba un poco desvelado de la noche anterior y el hecho de que madre nos hubiera levantado temprano no ayudaba mucho, estaba quedándome dormido, hasta que un gran estruendo en el cielo me despertó de golpe, el sonido era como el de un rayo cayendo, pero lo raro era que en ese momento no estaba lloviendo, ni mucho menos había nubes negras, era un día bastante soleado y despejado.

- ¿Lo escuchaste? -le pregunté a madre tratando de articular bien mis palabras.

- ¿Escuchar qué?

- El estruendo en el cielo.

- Alexander -me dijo con un tono de seriedad en su voz-. No escuché nada, fue sólo un sueño tuyo.

Eso último me dejó pensando bastante, quizá si fue sólo un sueño, pero lo cierto es que nunca supe que fue aquel gran estruendo en el cielo. En ocasiones llego a bromear diciendo que fue Dios mostrando su ira hacia nosotros, pero para ser sinceros, aquel mismo día y después de lo que paso puedo asegurar que Dios ya nos había abandonado.

Pero no voy a negar que llegué a pensar que todo lo qué paso, era un castigo divino o algo similar, algo como un día del juicio final, dónde las malas personas se quedarían a sufrir y las buenas irían al cielo, pero eso nunca pasó, todos nos quedamos aquí a sufrir los más grandes horrores que hasta ese momento el hombre creía eran sólo ficción, incluso las personas que estoy seguro no lo merecían. Porque para nuestra mala suerte, aquel día nos quedó bastante claro que muchas veces la realidad llega a ser mucho más cruel que la propia ficción.

- Voy a parar en la gasolinera -dijo madre mirándome a mí y después a mi hermano-. Y ve despertando a Jeff.

Giré la cabeza y pude notar que mi hermano se encontraba en la misma posición que antes, solo que esta vez tenía sus ojos cerrados, se había dormido y realmente es que no quería despertarlo, aunque lo terminé haciendo de todos modos. Paramos en la gasolinera, bajamos, tomamos un poco de aire fresco y compramos un poco de comida. A pesar de que ya podía ver a lo lejos los grandes rascacielos de Kándria, aún nos faltaba bastante por recorrer.

Así que aproveché el camino para dormir un rato, me acomodé en el asiento y cerré los ojos.

Me encontraba en medio de una gran avenida, a mí alrededor un montón de edificios en ruinas. 'Kándria' pensé, ¿será que la ciudad a la que íbamos está destruida? No lo sé, todo era un caos. En aquella avenida no había gente, ni carros, y mucho menos animales, solo un silencio que retumbaba en mis oídos. Sentía una paz increíblemente aterradora, como si algo estuviera mal. Unas pisadas se hacían oír de todos lados y de ninguno a la vez.

- ¿Hola? -pregunté mirando a todos lados-. ¿Hay alguien?

Nadie respondió, pero sentí una pequeña brisa detrás de mí, quise voltear, pero un gran resplandor me lo impedía, era una luz cegadora y de la misma podía escuchar una voz.

- Alexander.

- ¿Quién eres? -pregunté tratando de mirar dentro de aquel gran resplandor.

- ¿Y quién no soy yo? -me respondió-. Yo soy todo y nada a la vez, soy la luz y la obscuridad, la vida y la muerte.

El gran resplandor se iba apagando poco a poco, y pude ver con quién estába hablando. Era alto, media más de dos metros sin dudarlo, vestía con una túnica negra que le cubría todo el cuerpo, y en dónde se supone debería estar un rostro, había una fría y obscura calavera.

- Yo soy el Ángel de la Muerte.

- El Ángel... de la muerte -repetí sin poder ocultar el miedo que sentía en ese momento.

- El fin está cerca Alexander, muy cerca.

Un destello más fuerte que el anterior se posó sobre la gran avenida, la tierra empezó a templar y se abrió justo debajo de mí. Pude observar al Ángel mirándome mientras caía.

Di un brinco, aún seguíamos en el carro.

- Alexander, ¿estás bien? -me preguntó madre bastante preocupada

- sí, ¿por qué?

-Despertaste gritando que el fin estaba cerca.


Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora