Capítulo 3: "El Inicio del Fin"

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- Supongo que solo fue un simple sueño - le expliqué a madre tratando de ocultar el miedo que aún sentía-. ¿Cuánto falta para llegar?
- En diez minutos llegaremos.


Mi hermano me miró bastante emocionado, yo tampoco pude ocultarlo pues madre nunca dijo a donde iríamos, pero estábamos a punto de descubrirlo.


Madre tomó la carretera principal, la cuál va desde una orilla de la ciudad, pasa por el centro y termina hasta la otra orilla. Por lo que en casi toda su trayectoria tiene vistas increíbles, iniciando por el gran lago de la ciudad de Kándria, que se alargaba más allá de los límites de la ciudad. En el centro los imponentes edificios se extendían sobre nosotros varios metros de altura. Entre todos ellos uno llamaba bastante mi atención, no sé si era por su forma o por su gran tamaño -era el edifico más alto de Kándria-. Se trataba de una pirámide cuadrangular que se extendía hasta las nubes. El reflejo del sol delataba un color verde azulado en sus ventanas.


Dejamos la carretera en el centro de la ciudad, y recorrimos varias de las calles que conformaban Kándria, hasta que finalmente paramos en un estacionamiento, enfrente había un centro comercial bastante grande.


- ¿Un centro comercial? -pregunté sin tratar de ocultar mi molestia.


Una de las tantas cosas que realmente odiaba era ir de compras, y quiero pensar que mi hermano también, pues también podía notar su molestia en su rostro.


- Sí, un centro comercial -respondió madre-. Y quiten esa cara o nos subimos al carro y nos regresamos.


En ocasiones llego a soñar con aquel momento, si nos hubiéramos regresado todo sería diferente, pero no fue así. Esa es una de las pesadillas que me atormentan cada noche.


Entramos en aquel lugar por una de esas puertas que se abren solas, pienso que si madre nos hubiera dicho que esa puerta era la sorpresa le hubiéramos creído. Era raro, pero pasar por aquel lugar era bastante entretenido, pero no viajamos tanto sólo para pasar por unas simples puertas.


Mientras caminábamos por el centro comercial vimos muchas tiendas, algunas bastante aburridas como las de muebles o ropa, y algunas otras bastante interesante, sobre todo las tiendas de videojuegos y me atrevo a decir también las de comida. Una que me llamó bastante la atención fue una tienda dónde vendían pizza, se veía bastante deliciosa, pero seguimos caminando y la tienda se me perdió de vista.


- ¿Podemos ir a comer pizza? -le preguntó mi hermano a madre.
- Sí, pero más tarde.


Mi boca se hizo agua de solo pensar en la pizza. Y ahora que me pongo a pensar, hace bastante tiempo que se me olvidó su sabor.


Entre la multitud de gente que había ese día en el centro comercial, pude percatarme de la gran cantidad de niños que había, muchos estaban acompañados de sus padres. A pesar de ir con madre y con el pequeño Jeff, y de lo mucho que los quería, nunca antes había sentido esa necesidad de tener una figura paterna conmigo, alguien que pudiera compartir mis gustos y que pudiera estar ahí para escucharme. No pensé más en eso, siempre he tenido la idea de que tengo que ser feliz con lo poco que tengo. Con esa idea me he movido gran parte de mi vida, si es que así la puedo llamar

Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora