Prólogo

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El ruido de la lluvia cayendo sobre la ventana despertó a Alexander Moretz de aquel largo y profundo sueño. Hace mucho tiempo que no dormía más de 5 horas seguidas, pero estar en aquella casa alejado de todo lo hacía sentir tranquilo, le recordaba el lugar dónde había vivido gran parte de su vida, y que ahora solo existía en su memoria. Se sentó sobre la cama e inmediatamente un sentimiento de tristeza y nostalgia lo invadió, se dio cuenta que no sólo recordaba su antiguo hogar, sino también todo lo que representaba su vida; el cantar de los pájaros, el despertar cada mañana para ir al colegio, aquellas platicas calurosas con su familia durante la cena, su programa de televisión favorito. Cosas que parecían tan insignificantes y que dejaron de existir hace mucho tiempo, se convirtieron en lo más preciado para él y para todos los sobrevivientes. Aquel recuerdo colectivo se convirtió en un sueño inalcanzable. Alexander Moretz lo sabía, hace tiempo había perdido todo lo que lo hacía humano, pero a pesar de encontrarse en aquel mundo gobernado por esas criaturas infernales, aún había esperanza en su corazón, esa esperanza lo había mantenido con vida, lo había obligado a no rendirse nunca, a luchar siempre, y sobre todo a buscar la forma de sobrevivir en el mundo de los muertos.

La humanidad había sido reducida a un puñado de sobrevivientes, entre los cuales se encontraba Alexander Moretz, era el más joven del grupo, pero también era el que había vivido las peores cosas. Tenía siempre la idea de que todo acabaría pronto, y que todos debían estar preparados para cuando eso pasara. Cada noche, cuando llegaba la hora de cenar, todos los sobrevivientes se reunían en un pequeño cuarto, formaban un círculo y se sentaban, platicaban sobre sus vidas pasadas en un intento por no olvidar nada, y de alguna forma recuperar sus recuerdos, recuerdos que quedarían almacenados en la memoria de todos los demás.

- ¿Recuerdas lo que viviste estando allá afuera? -se preguntaban constantemente unos a otros-.

Era una plática que disfrutaban bastante, pues al final del día era lo único que tenían.

En aquel mundo la posibilidad de morir era el pan de cada día, así que un buen día, decidió escribir todo lo que había vivido. Si llegaba a morir, sus escritos le darían vida, y aquella esperanza con la que se había movido gran parte de su vida permanecería en la mente de todos aquellos que, a pesar de todo, aún soñaban con recuperar lo que les fue arrebatado; su humanidad.

Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora