Capítulo 16: "El sol que se extinguió"

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Aun cuando entre en la densa neblina no dejé de correr, incluso cuando pude sentir como cada centímetro de mi ser era recorrido por una gélida brisa. Incluso cuando todo a mí alrededor era cubierto por una profunda negrura. Incluso cuando el sol que hace minutos brillaba con todo su esplendor se extinguía ante mis ojos. Corrí atravesando el caos que había por las calles, los montones de autos abandonados, cuerpos amontonados completamente carbonizados y las ruinas de algunas construcciones en las que, al parecer, había estallado algo en su interior.

La neblina era tan densa que limitaba mi visibilidad a no más de unos cuantos metros a mi alrededor. Esto me complicaba el poder ver los grandes rascacielos que se elevaban en el paisaje urbano de Kándria.

Después de unos cuantos minutos corriendo, paré en seco al darme cuenta que tenía frente a mí un enorme camión cisterna bloqueando la calle. Me agaché y pasé por debajo de este. Al incorporarme miré hacia atrás y pude ver las siluetas casi fantasmagóricas de esos seres aun siguiéndome.

-No podrán pasar –pensé.

Giré y seguí corriendo por la larga calle que se extendía más allá de lo que la oscura neblina me permitía ver. Ocasionalmente me encontraba con algunas criaturas a la que, con un brutal golpe, tiraba al piso y seguía corriendo.

No tenía un rumbo fijo, ni siquiera conocía aquella inmensa ciudad, por lo que en cada esquina en la que giraba me topaba con edificios que nunca antes había visto, así como escuelas, hospitales, museos, algunos monumentos y parques públicos.

A medida que avanzaba hacia el norte de la ciudad, la neblina se intensificaba y limitaba cada vez más mí rango de visión, y a su vez esto impedía que la luz solar entrara, por lo que pronto me vi envuelto en una densa capa de oscuridad. Por si fuera poco, el aire poco a poco se hacía más pesado y me dificultaba el poder respirar. En más de una ocasión paré ante un inexplicable cansancio que invadía mis pulmones y mi estómago, como si hubiera pasado horas y horas corriendo. Después de recuperar el aire seguía corriendo y no me detuve hasta estar seguro de que aquellas cosas ya no me seguían.

Incluso con una visión tan limitada, me parecía increíblemente extraño el cómo cada calle era tan diferente a la otra, ni siquiera los edificios eran parecidos entre sí. Aun así, el caos y el infierno era lo único que tenían en común.

Paré de golpe ante un sonido seco que se produjo en la lejanía. Algo se arrastraba, pero no podía ver lo que era. Una extraña sensación me invadió cuando pude percatarme que el sonido se producía a escasos metros de mí, justo donde la neblina me impedía ver que lo provocaba. Pensé que era una de esas criaturas, pero pronto esta idea se esfumó. Aquello no podía ser uno de eso seres, no para la forma en que se comportaba.

Poniendo toda mi atención en identificar que era aquello que se arrastraba me lleve una desagradable sorpresa al notar como el sonido se movía alrededor de mí, en círculos. Fuese lo que fuese sabía que yo estaba ahí, por lo que, desesperado, corrí sin dirección alguna y sin saber de qué estaba escapando.

Por lo poco que podía ver, había entrado en un callejón de esos que suelen estar entre algunas edificaciones y que no tienen más que contenedores de basura. Era muy parecido al que estaba detrás del cine del centro comercial de Kándria. Si no fuera por mis buenos reflejos, me habría impactado de cara contra un muro de concreto que estaba al final del callejón.

Giré para saber si aquello me había seguido, tomé el bate con fuerza y escuche nuevamente el arrastre de algo a la lejanía que, por lo que pude identificar, estaba al inicio del callejón. El sonido se intensificaba cada vez más, y múltiples pensamientos invadieron mi mente.

Poco a poco aquel ser se iba acercando entre la densa neblina que me impedía poder verlo bien. En un principio era únicamente una silueta mucho más negra que la propia capa oscura que había en el ambiente. Después, una guadaña atravesó la oscuridad rompiendo consigo la neblina como si se tratase de una capa de tela. Fue entonces cuando noté que aquella herramienta, similar a la que tiene la muerte misma en la cultura popular, no era una herramienta como tal, sino un montón de huesos que tenían esa espeluznante forma. Tras de aquel artefacto, se asomó una cara en la que únicamente quedaban los huesos, y encima de este, como si fuera un horrible sombrero, había más cráneos humanos que se extendían hasta la espalda de aquel ser. Aquella mórbida criatura era bastante alta y delgada. Dónde debían haber pies, había una enorme falda hecha con un montón de huesos. Sus costillas atravesaban su abdomen en una amenazadora forma. Peor aún, ni siquiera tenía piel. Todo lo que tenía eran puros huesos deformados, huesos que, por la cantidad, no solo eran de aquel ser, sino que parecía que se había incrustado huesos de otras personas.

Los huesos curiosamente tenían una capa de polvo negro alrededor de estos, lo que me hizo dudar si tenía laguna relación con la neblina oscura que se había extendido por toda Kándria producto de la explosión.

Pude sentir como temblaba de miedo, aquello no se comparaba en absoluto con las criaturas con las que me había topado, aquello no era más que una horrible pesadilla, una pesadilla que era real y que ahora tenía enfrente de mí. Ni siquiera sabía si era una persona o sí alguna vez lo fue. Lo cierto es que era una criatura traída desde lo más profundo del infierno.

Tomé el bate con fuerza y golpeé su rostro haciendo que este girara por la violencia del impacto. Con dificultad regresó su mirada hacia mí, mientras escuchaba como algunos de sus huesos crujían. Nuevamente le di un golpe en su rostro y el bate se rompió justo por la mitad.

Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora