Capítulo 7: "Una luz en la oscuridad"

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Cerré los ojos ante lo que consideraba era mi muerte. Ante la completa obscuridad y el mar de pensamientos en el que me hundía lentamente producto de mi mente, varios recuerdos surgieron como si se tratasen de botes salvavidas. Recordé por alguna extraña razón el día en que conocí por primera vez al pequeño Jeff, o las veces que madre me enseñó a andar en bicicleta. Todos los recuerdos eran sobre mi familia, y entonces comprendí que ellos siempre habían sido todo para mí. Podría no tener absolutamente nada, pero si ellos seguían ahí, lo demás me daba igual.

Pero ahora ya no estaban, y aunque pensaría que esa era razón suficiente para aceptar mi destino y rendirme, en realidad fue todo lo contrario. Nunca antes había sentido unas ganas enormes de luchar hasta el último momento, de darlo todo y saber que si moriría lo haría peleando. Realmente es que no todo estaba perdido, algo me decía que Jeff estaba bien, y tarde o temprano lo encontraría. Para así ponerlo a salvo de este infierno, o en todo caso enseñarle que el mundo no es el mismo; y él al igual que yo, debía aprender a sobrevivir, pero sobretodo, a siempre luchar.

Aún con los ojos cerrados, podía sentir su presencia cada vez más cerca. El sonido de sus pasos triturando algunos vidrios que estaban aún en el suelo me lo confirmaba a medida que el tiempo transcurría lentamente. Abrí los ojos, pero no había gran diferencia entre tenerlos cerrados o abiertos. La obscuridad seguía presente pero en menor intensidad. Miré a mis lados, y pude ver una gran y enorme silueta parada justamente en una de las puertas. Antes de que pudiera hacer algo, abrió la puerta, y en medio de toda esa negrura, pude sentir una mano que agarraba mi camisa justo a la altura del pecho con gran fuerza, inmediatamente sentí un fuerte jalón que me sacó del vehículo, cayendo contra el frío y duro suelo lleno de vidrios. El dolor que sentía en todo el cuerpo fue opacado por un dolor mucho más fuerte en mi espalda, podía sentir la sangre empezando a escurrirse a través de mi camisa. Ese dolor se intensificó cuando sentí una gran presión en el pecho, y aunque aún no podía ver del todo bien, sabía que algo o alguien había colocado su pierna sobre mí, y presionaba de tal forma que los vidrios se incrustaban más en mi espalda.

- ¡¿TE MORDIERON?! -surgió una voz grave desde la obscuridad. Una voz que aunque me gritaba, me daba cierta tranquilidad al saber que no se trataba de una de esas criaturas.

-No creo que lo hayan mordido, esa sangre no es de él.

Junto a aquella gran sombra que alcanzaba a ver sobre mí y la cual tenía un pie justo en mi pecho presionando con gran fuerza, había otra silueta. Era considerablemente más pequeña, se trataba de una chica.

-Lleva horas subconsciente, ya se hubiera convertido en uno de ellos hace tiempo.

-No volveré a arriesgarme Sofía, no contigo aquí.

-Vamos, deja que se levante. No seas tan duro con él.

Aunque no podía verlo al rostro, podía sentir una mirada de furia directo sobre mí. Como si hubiera cometido el peor crimen del mundo.

-Está bien, pero mejor apártate un poco -Respondió aquel hombre quitando su pie de mi pecho, pude sentir como el aire llenando mis pulmones nuevamente-. ¿Cómo te llamas?

Tarde en responder, quise ponerme de pie primero. Pero el cuerpo ya me dolía bastante, y el hecho de que ese sujeto me aventara contra el suelo lleno de vidrios no ayudaba mucho. Aún podía sentir mi espalda húmeda, producto de la sangre que brotaba de las heridas abiertas provocadas por los pedazos de los cristales.

- Ale... Alexander -un quejumbroso alarido de dolor salió de mi boca-. Alexander Moretz

- ¿Y quién es ella? -levantó su brazo señalando al interior del vehículo.

Todo empezó a dar vueltas dentro de mi cabeza; la muerte de Emily, la desaparición de Jeff, el dolor en todo el cuerpo, la sangre que escurría lentamente por mi espalda, el caos en las calles, y una Kándria que se había convertido en el lugar perfecto para todas esas criaturas infernales. Era demasiado para mí, en ese momento quería que nada fuera real, y que en realidad se hubiera tratado de un sueño.

Aquella obscuridad se hizo más intensa, y cubrió por completo todo a mí alrededor. Mis pierdas perdieron fuerza y sin resistirme me dejé caer al piso. Había perdido el conocimiento.

Sentí un pequeño destello el cual hizo que mis parpados se iluminaran de un color anaranjado. Era inconfundiblemente una luz proveniente de alguna lámpara. Estaba despierto, pero no quería abrir los ojos todavía, quería estar así para siempre. Los dolores habían desaparecido, ya no me dolía la cabeza y tampoco la espalda. No tardé en darme cuenta estaba acostado en lo que era a mi parecer una cama bastante cómoda. Por aquel breve momento todos los males del mundo y todas mis preocupaciones habían desaparecido.

Un delicioso olor a galletas y café empezó a impregnarse en el aire, e instintivamente abrí los ojos. La luz era intensa, me tomó unos cuantos segundos acostumbrarme, y cuando pude finalmente abrirlos, la vi sentada en una silla en frente de mí.

Era uno o dos años mayor que yo, tenía el pelo rubio. La luz de la habitación pegaba en su piel dejando ver un color vivo y lleno de vida. Me miraba fijamente con aquellos grandes ojos cafés, en su rostro una nariz y boca pequeña. No pude evitar pensar que ella, era ese destello de luz en medio de aquella gran obscuridad.

-Hasta que por fin despiertas, no iba a quedarme a cuidarte toda la noche, maldito niño flojo. -Se levantó de la silla, y cruzó la puerta de la habitación-. La cena ya está lista, no tardes.

Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora