Sofía durmió toda la noche. Descansó como si nunca antes lo hubiera hecho hasta que los primeros rayos del sol salieron. Hace tiempo que no veía un amanecer, y aquello fue, al menos para mí, un espectáculo increíble; un momento del que me gustaría ser testigo todas las mañanas, y sabía que haría de todo con tal de que así fuera.
-¿Cómo amaneciste? –le pregunté sentándome en la camilla que estaba cerca de ella.
-Bien –respondió-. Pero hubiera estado genial si no me hubieras roto la única camisa que tenía.
Sofía se sentó sin quitarse la sabana de encima.
-Lo siento. Buscaré algo que puedas ponerte –le dije.
-¿Dónde estamos? –preguntó.
Me levanté y caminé hasta las cajas que había al fondo de la carpa.
-Es algo así como un asentamiento militar
-¿Algo así?
-Sí, en realidad no tengo idea de para que utilizaban este sitio, pero parece ser un sitio de pruebas.
-¿Un sitio de pruebas? ¿De qué clase de pruebas? –preguntó con curiosidad
En una de las cajas encontré una camisa de tirantes blanca. Regresé y se la di.
-Ten –le dije-. Es lo único que pude encontrar. Y sinceramente no lo sé, pero algo me dice que tiene que ver con la explosión que ocurrió en las montañas –Sofía se quedó en silencio, mirándome fijamente-. ¿Qué?
-¿Te puedes salir? –preguntó haciendo un ademan con sus manos y señalando la puerta.
-Como porqué me voy a... Oh, sí. Sí, claro. Me voy.
Recordé que debajo de la sabana no tenía nada más que su ropa interior. La noche anterior había desgarrado su camisa para poder limpiarle la herida. Caminé hasta llegar a la puerta y tomé la perilla.
-Por cierto –me dijo-. Gracias.
El día había amanecido con un increíble color azulado iluminando por completo el cielo. Me recordaba al día en que salí de mi casa por última vez. Todo a nuestro alrededor era extremadamente tranquilo. Por lo que pude merodear por la zona. No encontré demasiado, pero en una de las tantas carpas había varios cuchillos de combate idénticos al cuchillo con el que le saqué la bala del hombro a Sofía. Tomé dos: uno para Sofía y el otro para mí.
El ver desde ahí el pie de las montañas, que aún seguían emanando ese resplandor rojizo, me intrigaba tanto como me aterraba. No había manera de saber que era lo que seguía quemándose, a menos que lo viera con mis propios ojos. Por laguna extraña razón tenía la sensación de que Jeff habría pensado lo mismo que yo. Tal vez esté detrás de la montaña, por increíble que suene era una posibilidad.
Sofía salió de la carpa. Su piel aún estaba manchada de sangre seca, pero la venda había servido lo suficiente para parar la hemorragia. Llevaba puesta la camisa de tirantes que le di.
-¿No es peligroso estar aquí? –Preguntó mientras señalaba la montaña-. Aquí explotó la bomba.
-Aquí no, allá –respondí.
-Gracias por el dato, capitán obvio –sentenció.
-Sabes a lo que me refiero.
-Bueno. ¿Y ahora qué?
Pese a que Sofía se seguía mostrando como siempre, algo en ella me parecía diferente. Y no podía continuar como si nada hubiera pasado.
-Sofía –le dije-. Siento tanto lo que pasó. Créeme que yo no sabía que...
-Lo sé –me interrumpió-. No es tu culpa. Yo quise venir y sabía del peligro que eso implicaba.
Aquellas últimas palabras me atravesaron el estómago como si se tratasen de los mismos cuchillos que tenía en la mano.
-Y por lo mismo no debes seguir arriesgándote. Puedo acompañarte hasta el bosque si quieres.
-Ah, no. Ni hablar. –respondió-. Te ayudaré a buscar a tu hermano.
-Sabes que no es necesario –repliqué-. Ya has hecho mucho por mí.
-¿Y se te olvida que tú me trajiste cargando hasta aquí? -dijo Sofía con cierta indignación.
-Pero fue mi culpa.
-Está bien –me espetó- Sí, fue tu culpa. Y más culpa deberías de sentir ante el hecho de pensar en abandonarme. Eso querías escuchar, ¿no?
-Pero Sofía, no te voy a abandonar.
-¿Ah no? –preguntó acercándose demasiado a mí, justo de la misma forma en que lo había hecho en ocasiones anteriores-. ¿Y entonces como le llamas a eso?
-Ponerte a salvo –le respondí.
-Por si no te habías dado cuenta, sé cuidarme sola –dijo mientras me quitaba un cuchillo de la mano. Se dio media vuelta y se dirigió a otra de las carpas-. Y no iré a ninguna parte.
Aquello me hizo sentir peor. Sabía que cualquier cosa que le pudiera pasar seria mi culpa por no detenerla. Al menos así pensaba yo, y cargar con la muerte de una persona más pondría en juicio mi estabilidad mental.
Decidí ir tras ella para poder seguir conversando y tratar de convencerla. Una de las cosas que más me importaban en ese momento era que ella estuviera a salvo de ahora en adelante.
La carpa a la que ella había entrado era muy diferente al lugar en el que Sofía durmió. Esta estaba llena de computadoras, equipos con un sin fin de botones cuadrados de varios colores, cables por doquier y un mapa de la ciudad de Kándria colocado en una enorme mesa metálica.
Era la primera vez que veía a la ciudad en un mapa. Y a decir verdad era una ciudad enorme, tanto que me resultaba imposible pensar que habíamos ido de un extremo al otro. El mapa tenía ciertas ubicaciones marcadas con círculos rojos, pero al no conocer la ciudad no sabía a qué locaciones hacían referencias.
-Aquí esta Andrómeda –dijo Sofía señalando el centro del mapa, donde también había un círculo rojo-. Y aquí estamos nosotros –señaló el extremo superior del mapa.
-¿Qué hay detrás de la montaña? –pregunté al notar un círculo rojo marcado más arriba de donde estábamos.
-No sé muy bien. Pero creo hay otras localidades más pequeñas. Nada especial en realidad.
-¿Tendrá que ver con la explosión? -pregunté
-Probablemente. Pero, sigo sin entender nada de lo que está pasando.
-Yo tampoco –respondí mientras analizaba el lugar-. Nada tiene sentido.
-No hasta que vayamos y lo veamos con nuestros propios ojos.
-Ya había pensado en eso –respondí recordando esa intuición acerca de ir y ver qué era lo que seguía provocando el resplandor rojizo detrás de la montaña-. Quiero ir hasta allá.
-Bueno, entonces vamos.
-Sofía, de verdad no quiero que...
-¡Vamos dije!
-¿Estás segura?
-Sí.
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Supervivencia en el Mundo de los Muertos
Horror"Cuando no haya más espacio en el infierno, los muertos caminarán sobre la tierra". ¿Qué tanto estas dispuesto a sacrificar con tal de sobrevivir en el mundo de los muertos? El caos se ha propagado por todas las calles de la ciudad de Kándria. Alex...