Capítulo 1: "El Día 0"

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El Día 0, es como yo le llamo al día en el que vi a una de esas criaturas por primera vez. Aunque lo cierto es que nadie sabe cuándo inició, ni donde, ni cómo. Pudo haber empezado hace semanas, y muchos no lo notaron hasta que tenían a una de esas criaturas tratando de entrar a sus casas.
Creo que no hay mejor palabra para describir a esos seres que asquerosos, eso eran, unas malditas criaturas sedientas de carne humana dignas de una película de terror, sacadas del mismísimo infierno. Algunos los llamaban Zombis, personas que despertaban de la muerte buscando a alguien a quien morder y contagiar, o al menos eso es lo que yo vi.
No eran rápidos, de hecho eran algo lentos, pero eso no impidió que en la primera semana que la Organización Mundial de la Salud declaró una emergencia mundial, murieran más de 4 millones de personas. Lo curioso es que mucha de esa gente no se quedó muerta.

El día 0, fue un domingo 28 de Octubre. Yo vivía junto con mi familia a las afueras de Kándria. Mi familia no era muy grande, mi mamá de nombre Emily, era una mujer bastante alta, tenía el pelo castaño y era muy bondadosa, era el tipo de persona que siempre ayudaba a otros. Mi hermano Jeff era menor que yo, tenía apenas 6 años y al igual que mi madre, le gustaba ayudar. No sé mucho de mi padre, él nos dejó cuando yo apenas era un niño y mi madre no suele hablar de él.

- ¡Baja a comer! -gritó madre desde la cocina-. ¡El desayuno ya está listo!

- ¡Voy!

Aquel día, madre me levantó bastante temprano, bajé por las escaleras y me dirigí a la cocina, ahí estaba ella cocinando hot cakes, y mi hermano Jeff, quien ya estaba sentado desayunado. Pude notar que se encontraba bastante entusiasmado, y pensé que era porque todos los domingos íbamos a un parque que se encontraba cerca de nuestra casa.

- ¿Por qué tan entusiasmado, pequeño? -le pregunté mientras me sentaba en una silla enfrente de él.

- Hoy madre nos llevará a la ciudad -contestó tratando de no ahogarse con los hot cakes.

- ¿En serio? -dije un poco entusiasmado, y volteé a ver a madre-. ¿Por qué?

- No sé, no me quiere decir, dice que es una sorpresa.

No lo iba a negar, pero al igual que mi hermano estaba muy emocionado por la sola idea de visitar la ciudad de Kándria. A pesar de vivir a las afueras no solemos ir muy seguido por allá.

Madre se acercó a mí con un plato de comida, una comida bastante ligera que consistía en dos hot cakes y un vaso de jugo de naranja.

- ¿Qué sorpresa nos tienes? -le pregunté en un intento por conocer el gran misterio.

- Cállate y come.

No solemos hablar en la mesa, por lo que al momento de desayunar prendemos una pequeña televisión que se encontraba arriba del refrigerador, aquella mañana había un noticiero, el reportero hablaba sobre una comunidad en China, la cual al parecer se encontraba en cuarentena desde hace 3 meses, no dieron muchos detalles, nadie sabía lo que estaba pasando ahí adentro, pues el ejército americano había llegado al lugar. Lo único que dijeron fue que todo estaba controlado y que la cuarentena sólo había sido una prevención. Pero muchas personas no creyeron esto, sobretodo porque el ejército anunció que tenían que limpiar la zona, y que mejor forma de hacerlo que haciendo explotar el lugar, ¿Acaso querían ocultar algo?, ¿Querían borrar evidencias de algo?, ¿Querían deshacerse de algo?

Nunca lo sabremos a ciencia cierta, ni mucho menos si tuvo alguna relación con la enfermedad que azotó al mundo los días posteriores.

- El mundo es una locura -dijo madre-. Una de mis amigas estaba en China cuando todo ocurrió, dice que el ejército llegó mucho antes de que pudieran darse cuenta, incluso antes de que todo ocurriera.

- ¿Sabían lo que iba a pasar? -le pregunté rompiendo la regla de no hablar en la mesa.

- Es posible, el problema es que nadie sabe que es lo que pasó dentro de aquella comunidad, y menos que hacía el ejército ahí.

Cuando terminamos de desayunar subí a mi cuarto para arreglarme, al llegar cerré la puerta de mi habitación y me senté en la cama, aquel día en particular el cielo se encontraba despejado y bastante azul, lo pude notar a través de mi ventana, era un día perfecto para salir, vaya error. Y es que si hubiera sabido lo que pasaría en la ciudad, el caos que se produjo, si tan solo nos hubiéramos quedado en casa, tal vez todo hubiera sido diferente. Estoy consciente que la enfermedad fue global, pero de no haber ido a la ciudad, jamás habríamos visto todos esos horrores, y no solo hablo de esas asquerosas criaturas, si no de la crueldad a la que el ser humano es capaz de llegar.

- ¡¿Estás listo?! -gritó mi hermano desde abajo.

Pude notar una gran emoción en la voz del pequeño Jeff, una emoción que también llegue a sentir, y que incluso hoy en día, hace que sienta un nudo en la garganta.

Bajé las escaleras, tanto Jeff como Madre estaban en el comedor esperándome, subimos al carro de la familia y emprendimos un viaje hacia Kándria, sin saber que sería la última vez que estaríamos en aquella casa.

Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora