Capítulo Final: "El otro lado"

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Antes de entrar al túnel que atravesaba la enorme montaña, Sofía sacó un par de linternas de la mochila y me dio una.

Me sentía un poco expuesto al no tener con que defenderme, pues el cuchillo que tenía se había roto al luchar con las criaturas que salieron de la oscuridad que tenía delante de mí. Pero, también tenía en mente el hecho de que una de las criaturas se quedó inmóvil, sin atacarme, y no encontraba alguna explicación lógica a ese suceso.

-¿Y tu cuchillo? –preguntó Sofía mientras encendía la linterna y la apuntaba dentro del túnel.

-Se rompió –le dije mientras la imitaba.

-En la mochila hay otro. Tómalo.

Me quité la mochila de los hombros, la abrí y saqué otro cuchillo.

-Será mejor que caminemos juntos. Uno al lado del otro –le dije a Sofía después de un rato.

-Y si quieres también nos tomamos de las manos –dijo de forma sarcástica.

-¿Hablas en serio, Sofía? –pregunté sin creer en las palabras que salían de su boca.

-Claro que no. No seas tonto –respondió-. Pero me gusta tu idea. Vamos

Ambos, uno al lado del otro, entramos en el túnel. Nos guiamos únicamente por la luz de nuestras linternas. Aquel sitio estaba vacío; no había carros, ni alguna señal de esas criaturas. Pero no podíamos bajar la guardia, pues el túnel era demasiado largo para poder atravesar por completo la montaña. Además, el camino no era recto, sino que empezaba a girar lentamente en el fondo impidiéndonos ver el otro lado del túnel.

Entre más nos adentrábamos, más caliente era el aire. Esto nos indicaba que cada vez estábamos más cerca de salir, pero aún no podíamos ver la luz que entraba por el otro extremo del túnel. De hecho, y de no ser por las lámparas que teníamos, en ese momento hubiéramos estado en completa oscuridad, pues la parte del túnel por la que habíamos entrado tampoco era visible en ese tramo.

Nos detuvimos ante un destello rojizo que llamó mi atención. Había algo en una de las paredes del túnel a varios metros de nuestra posición, pero no podíamos distinguir que era. Ambos apuntamos nuestras linternas hacia la pared; era algo similar a un bulto que se extendía por toda la pared, el techo y el suelo.

-¿Qué rayos es eso? –preguntó Sofía.

Ambos empezamos a caminar con cautela hasta estar lo suficientemente cerca de eso que había en la pared. Era un bulto con una extraña forma humana recubierto por una textura que me recordó bastante a la criatura amorfa. Es decir, era literalmente una combinación de carne, huesos, sangre y viseras por toda la pared y partes del suelo y techo. Parecía una obra de arte abstracto. Aquella cosa desprendía un olor repugnante y era bastante asquerosa.

Era como si hubieran colocado a varias personas en aquel sitio, les hubieran arrojado una grana y la pared se hubiera llenado de un montón de restos humanos. Y hubiera pensado que aquello era la explicación más probable ante la horrible escena que estaba frente a nosotros, pero aquella cosa se movía como si fuera un corazón humano. Sea lo que sea estaba vivo.

Sofía se acercó demasiado y observó a la criatura con bastante interés. Lo cierto es que yo estaba saqueado, pero también intrigado. Tomó su cuchillo y lo clavó en el bulto que resaltaba de la pared. Abrió la carne con un corte vertical. De este empezó a brotar un fétido líquido amarillento. En su interior nos topamos con algo bastante desagradable; habían restos humanos, ropa y ojos que se movían por si solos.

El olor se empezó a intensificar al punto que no podíamos quedarnos más tiempo ahí. Incluso con las máscaras de gas el aire era repugnante, por lo que no podía imaginar cómo sería si no la tuviera puesta.

Supervivencia en el Mundo de los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora