Capítulo 9: "Sobre Kándria"

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El panorama que tenía ante mis ojos de la ciudad de Kándria era bastante desolador. Los edificios aún en pie eran testimonios de lo que alguna vez fue aquella gran ciudad. No había forma de saber que había pasado en el resto del país, y menos lo que había pasado en el resto del mundo tomando en cuenta que los medios de comunicación dejaron de transmitir apenas escasos segundos de que empezó todo.

La ciudad de Kándria se encontraba al sur de Alexandría, y era una de las ciudades más importantes de este país, pues se trataba de un gran distrito financiero. Los grandes rascacielos son parte de su entorno. Curiosamente la ciudad fue diseñada para evitar algún tipo de contingencia tanto ambiental como biológica, pero por lo visto aquello no sirvió de mucho. Lo cierto es que es técnicamente es una ciudad bastante joven, que presentó un increíble desarrollo poblacional y económico en tan solo una década, lo que elevó su población a más de cinco millones. Esto trataría de explicar el cómo esta ciudad se convirtió en un caos tan rápidamente.

Como llegué a mencionar, Kándria tiene varios sistemas de defensa y protección, principalmente varias alarmas por toda la ciudad que en ningún momento sonaron. No hubo ningún mensaje por parte del gobierno y mucho menos hubo una intervención por parte del ejército.

Al sur de la ciudad existe un lago que se extiende más allá de los límites de la ciudad y que atraviesa un gran bosque. A comparación de todo lo que llegué a vivir en este lugar, el bosque siempre fue una buena opción para esconderse, principalmente porque Kándria se encuentra construida sobre un valle, y está rodeada de montañas a excepción de la parte sureste de la ciudad que es donde se ubica el bosque.

Algo que siempre caracterizó a esta urbe fue la enorme carretera elevada que atravesaba de extremo a extremo y que te permitía tener una vista increíble de los imponentes edificios. Uno de ellos era el edificio Andrómeda, uno de los más altos y desde el cual podía observar todo el infierno. Desde ahí me di cuenta de un detalle bastante peculiar. Al norte de la ciudad, en dónde una gran montaña de elevaba, se podía distinguir un increíble destello de luz prominente, que al parecer provenía del otro lado de la montaña, un destello que lo único que significaba era que el infierno estaba en todas partes.

Fue entonces que las lágrimas brotaron poco a poco de mis ojos. A mi corta edad ya había visto demasiado, pero para mí mala suerte aún había más. Pasa que todo lo que hasta ese punto considerábamos como el infierno mismo sobre la tierra, en realidad era una antesala para el verdadero horror que inició aquella noche cuando finalmente las alarmas sonaron.


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