Damon hacía tan poco ruido al caminar que de no haber estado observando la acerca no habría notado su llegada. Tomaron asiento en ella con un encendedor en su mano y un cigarro en su boca. ¿Por qué Graham no se había ido cuando tuvo la oportunidad? Ni siquiera él lo sabía.
-Es una bonita noche ¿no crees?
Graham se sintió confundido al instante.
-¿Disculpa?
-Podría pintar ese cielo, te lo aseguro. Captar el brillo sería algo difícil, pero sé que podría hacerlo.
-¿Hablas en serio?
¿Por qué diablos ignoraba el hecho de lo que había visto anteriormente? Damon amaba los tatuajes, y el hecho de haberlo visto sin ninguno de ellos pareció haberlo sorprendido tanto, pero ahora parecía ignorar todo.
¡Damon era muy extraño!
-Claro que hablo enserio -afirmó con una sonrisa, el azul de sus ojos combinando con la noche-. ¡Mira la noche! Puedo jurar que se ve más hermosa que nunca, y las estrellas... nunca había visto tantas.
Nada le sacaba en duda que quizá estaba drogado, pero drogado o no, le encantaba la forma en la que sus ojos se destacaban con la luz de la luna; y como sus palabras salían de su boca con tanta seguridad que, no pensó en el hecho de que el chico realmente estaba disfrutando la vista.
-No entiendo de que estás hablando, Damon
-¿Cómo? -cuando se volteó a verlo pudo ver confusión en su rostro.
-¡Sabes de lo que hablo, Damon! ¡De mi cuerpo!
-Es bastante hermoso -halagó con una sonrisa-. Pero siendo sincero prefiero tus lentes.
-¿Puedes dejar de ser tan hartante y...?
En otra situación se hubiese sonrojado, pero esta vez no.
-¿Quieres un cigarrillo? -lo interrumpió sacando uno de sus bolsillos.
-No fumo, Damon -el chico simplemente se encogió de hombros y volvió a guardarlo, para luego fumar del suyo en una seductora calada.
-No se lo digas a nadie, ¿vale? -suplicó, tenía algo de miedo, y no sólo por él.
-¿Qué cosa? ¿que no fumas?
-¡Damon! ¡Sabes de lo que hablo!
-En verdad no -afirmó mientras lo miraba.
-Damon, no le digas a nadie que no tengo tatuajes. -soltó en un sonoro suspiro.
El chico de ojos azules solo miró completamente confundido, y luego sonrió dulcemente.
-Bueno -cedió encongiéndose de hombros, y aunque Graham veía en sus ojos el deseo de seguir mirando al cielo, aquel azul esmeralda se quedó recorriendo cada una de sus facciones como captando cada detalle de él.
-¿Bueno? ¿solo dices bueno? -estaba desconsertado-. ¿En serio no vas a decirme otra cosa?
-¿Tengo que hacerlo?
-No lo sé, es decir, no tengo tatuajes...
-¿Qué hay con eso? ¿tiene algo de malo?
Graham parpadeó un par de veces.
-¡Claro que sí! ¡Confiar en un tatuador sin tatuajes es como pagarle a una prostituta virgen! Si mi clientes lo supieran, yo...
-No lo sabrán, Graham. Lo prometo. -sus palabras eran sinceras.
-Pero...
-Eres genial ¿de acuerdo? -era la primera vez en la que no interrumpia diciendo algo sin sentido-. Cuando vi tu folio no pensé en cuántos tatuajes habrían, ni en como serías tu. Pensé en tus líneas y en como se verían en mi piel. No me importó que fueras un tipo drogadicto o una adolescente rebelde -el cigarrillo se consumía entre los dedos del chico, pero él estaba demasiado ocupado mirando el rostro de Graham Coxon como para notarlo-. ¿Sabes por qué te elegí a ti? -Graham asintió sintiéndose incapaz de emular palabra alguna-. Te escogí porque tus dibujos eran lo único que tenían lo que yo estaba buscando.