Al octavo mes Graham se destruyó.
El día inició como lo hacían desde el mes anterior, con Damon entre los brazos de Graham. Patricia y Wilson no preguntaban sobre sus constantes ausencias en la casa, pues conocían la respuesta: Damon.
- Hora de despertar, Leslie -empezó a murmurar el rubio contra su cuello con su ronca voz mañanera. El tatuador gruñó y se volteó hasta enterrar su cabeza en la almohada.
No quería despertar, no deseaba ir al trabajo, a menos de que Albarn decidiese quedarse a dormir con él durante el resto del día.
- Coxon -corrigió de mala gana-. Graham Leslie Coxon.
- Eso no lo dice tu pasaporte -bromeó Damon riendo contra la pálida piel de su espalda desnuda antes de dejar un recorrido de besos por ese lugar.
- ¿Puedes olvidarte de mi pasaporte? -gruñó- Nací en Alemania, pero recido en Inglaterra de hace años, es como si me adoptara una anciana de apellido Pene.
- Leslie no es tan malo como Pene.
- Es solo para que te des una idea -bufó- estoy seguro de que no te gustaría llamarte Damon Pene cuando eres amante de lo mismo -rió.
Cuando Graham se dio la vuelta para encontrarse con los ojos de Damon descubrió que el chico lo miraba con cierta diversión.
- No soy un amante de eso -se negó el rubio con una enorme y adorable sonrisa.
- Pues más te vale serlo, no creo que tener algo adicional allí abajo...
- Soy amante de uno, Grem, del tuyo. -se apresuró en decir.
- ¡Por Dios, Damon! -se alejó Graham asqueado con una debil carcajada-. No puedo creer que hayas dicho eso...
- Tengo una boca sin filtro -se justificó antes de levantarse, dando a Graham una vista privilegiada de su desnuda espalda-. Ahora muévete de ahí o llegarás tarde.
- Lindos tatuajes -musitó Graham seductoramente con el corazón latiéndole a mil por horas-. Amo cada uno de ellos, ¿Sabes? Deberías presentarme a tu tatuador.
- No me tomes por estúpido, amor, sé que no estás mirando mis tatuajes.
Tenía razón.
***
Graham Coxon llegó temprano, saludó a sus compañeros de trabajo, tatuó algunas cosas, se dejó fotografiar por Damon Albarn y tatuó un poco más, fue un día como cualquier otro, normal, pero el último de ellos.
Al terminar de comer junto a su novio en el mismo restaurante de siempre le dijo a Patricia que pasaría su noche junto a Damon, a lo que ella respondió con un frío "Bien" pues seguía creyendo que era el bebé de antes.
Pero Graham no fue directamente al departamento de Damon, ellos volvieron a la tienda de tatuajes.
- ¿Qué hacemos acá? -preguntó Damon entre susurros mientras entraban a la tienda y las luces del lugar se encendían.
- Le pedí permiso a Miles para hacer esto, es solo que creo que mi pared necesita un par de ajustes.
Y fue esa noche cuando el mural en su pared, con fotos y frases de Oscar Wilde, fotos de Sex Pistols, Siousxie and The Banshees, y The Smiths, que Graham escribió con lápiz permanente sobre una pared una G y una D.