Si Damon no hubiese estado recostado en su auto mientras fumaba un cigarrillo, Graham no habría reconocido el vehículo. Graham solo había estado una vez, solo que por fuera, y cuando lo hizo era de noche, así que no pudo detallar con exactitud el exterior.
Ahora que los rayos de sol del atardecer lo iluminaban haciendo que sus ojos se vieran verdes y más hermosos de lo que eran, Graham pudo darse cuenta de que el auto era bastante caro, pero al rubio parecía no importarle esto, pues había manchones, abolladuras y algo de tierra.
- Pensé que serías más rápido -se burló este mientras se alejaba de su auto, y abría la puerta del copiloto al tatuador. El cigarrillo fue a parar al suelo.
- Pensaste mal, Damon -respondió antes de entrar al auto con cierta torpeza, casi presionando un botón que estaba seguro era peligroso.
El interior no estaba mejor que el exterior.
Estaba completamente manchado con pintura, había envoltorios de hamburguesas sobre la alfombra y vasos de café vacíos sobre los asientos.
- Espero que te guste mi chiquero... -murmuró con una sonrisa antes de cerrar la puerta, rodear el auto y subir.
- No importa lo que yo piense. Tu seguirás teniéndolo así.
- Concuerdo contigo, Graham -dijo con una sonrisa.
- ¿A dónde vamos, Damon? -preguntó el chico luego de unos segundos mientras Damon comenzaba a abrochar su cinturón. Y lo hacía con delicadeza, como agradeciéndole a aquel objeto por mantenerle a salvo.
- A mi estudio, por supuesto -contestó como si esto fuese obvio-. Han pasado dos días... ¿Acaso lo habías olvidado?
Y, aunque se sentía mal saber que Damon solo estaba buscándolo para fotografiarlo un poco más, no pudo enojarse, pues el joven simplemente estaba haciendo lo que le gustaba.
- No, por supuesto que no -en su voz había algo de temor y tristeza.
Graham rió cuando Damon acarició el volante del auto como si este fuese un bebé recién nacido.
- ¿Por qué ríes?
- Quiero hacerlo -contestó con un leve encogimiento de hombros.
- Yo quiero besarte, pero aun así me contengo... -contra atacó Damon con una sonrisa fijando sus ojos en los labios del menor.
Cualquiera habría notado que el tatuador había olvidado como respirar.
- Estas demente, Damon -fue lo único que dijo, quiso decirlo como una broma, como si no deseara aquel beso más que a nada, pero el temblor en su voz fue inevitable.
- Lo sé -afirmó antes de que poner en marcha el auto-, y viniendo de tus labios es un halago.
- ¿De verdad? -lo interrogó entre carcajadas.
- Cualquier cosa que digas me parecerá hermoso, Graham Coxon
- Eso no tiene sentido, Damon Albarn
- Por dios, Graham... estoy seguro de que ni siquiera has tocado un disco de Bowie... Pareces no entender que la vida no tiene sentido.
Graham se sintió muy avergonzado, pues lo cierto era que lo sucedido con Viv, el trabajo y los pensamientos que tenía sobre Damon siendo poseído por una mujer no le habían dado el tiempo que necesitaba para escucharlo.
- Es verdad... bueno, prometo que lo haré en cuanto pueda.
- En realidad solo lo dije para que escucharas música de calidad, es una pena que no lo hayas notado.