Habían pasado días desde que Graham había salido corriendo del restaurante por la confesión de Damon, y el chico seguía negándose a responder sus mensajes. Jessica se había quedado unos días en su departamento para hacerle algo de compañía, que harto la necesitaba.
- No quería decirlo, pero te estás comportando como un idiota, Damon -cada día, debido a su frustración, su comportamiento se hacía más insoportable.
Era domingo.
Lo bueno de los domingos para Damon Albarn era que no debía trabajar, lo cual significaba un corto alejamiento de los calurosos suéteres y un descanso para su profesionalismo en las fotos. Lo negativo era que, mientras más corrían los días, más pensaba en Graham Leslie Coxon.
- Creo que él es el que debería venir acá en vez de comportarse como un cobarde -sugirió su hermana dejando unas cosas en la mesa luego de ir de compras.
Y la sola mención de su nombre le hizo recordar que había pasado un mes desde su última llamada, y que ese día, si sus cálculos no le fallaban, era el día en que tenía que fotografiarlo.
***
No tenía esperanzas de que Graham abriera, lo más seguro es que el tatuador estaba viendo su rostro a través del mirador de la puerta, y Damon estaba ahí porque habían acordado aquel trato, y no quería romperlo.
Fue así como se encontró frente a la puerta del local de tatuajes, su lugar favorito.
La puerta era blanca y eso la distinguía de las demás, eso le agradó pues Graham provenía de un lugar noble, estaba apunto de golpear cuando escuchó unos gritos provenientes de adentro, lo que lo hizo detenerse al instante.
- ¡PÁGAME YA! -decía una voz masculina.
- Ya lo hice -el joven se escuchaba temeroso.
- ¡No me refiero a eso!
- ¿Qué? ¡No voy a acostarme contigo, Ian!
Genial, aparte de extraño ahora sabía su nombre.
Damon se sobresaltó al escuchar el ruido de cristales rompiéndose, pasos apresurados que se hacían cada vez más audibles y luego el chirrido de la puerta al ser abierta.
Lo primero que vio fue el cuerpo de quien debía ser Ian, tenía el cabello castaño y un hilo de sangre le bajaba por la frente, parecía estar mareado. Lo siguiente que pudo ver fue a Graham empujándolo cerca de él. Damon nunca había visto a Graham enojado hasta ese día, observándolo en ese estado pudo jurar haber visto a otra persona.
- Dejame en paz -bramó, y finalmente lo dejó.
Luego de eso el hombre solo corrió a su lado, no parecía importarle a donde iba, solo quería escapar de ese lugar.
Damon observó Graham cruzarse de brazos y soltar un enorme suspiro.
- ¿Qué haces aquí, Damon? -en su voz no había enojo, había indiferencia lo cual era mil veces peor.
¿Dónde había quedado ese dulce y tímido chico del cual se había enamorado?
Lo cierto es que Damon creyó que Graham no había notado su presencia, pero lo había hecho y eso lo hizo sentir muy feliz, pues no era invisible para el castaño de piel pálida como la leche.
- Ha pasado un mes... y acordamos que iba a fotografiarte, ¿recuerdas?
Graham lo observó fijamente y parecía que sus oscuros ojos se veían más lindos de lo normal que cuando traía puesto sus usuales lentes. Damon comenzó a temer que él para Graham fuese el mismo desconocido del primer día, pero esperaba que no.