Pasaron exactamente tres meses luego de que Damon se marchara. El tatuador no lo había olvidado, pero debió aprender a vivir sin él. Si volvía a verlo no quería estar destrozado, si volvía a verlo quería que el chico sintiera que su sacrificio había valido la pena. Pero Graham, ¿Se había enojado con Damon? Por supuesto, pero solo al principio, luego supo que él habría hecho lo mismo para no dañarlo.
Ese día Brett y él llegaron a la tienda de tatuajes cinco minutos antes junto a la pequeña Lana de cinco meses. Viv estaba demasiada ocupada en ese momento arreglando las cosas en el departamento al que se mudaría junto a su nueva familia, así que el hombre no le había quedado más remedio que llevar a su hija al trabajo. Esta es la historia de como Brett terminó con un bolso rosa en su hombro.
- Sabes, estoy seguro de que ese sonajero es más grande que su cabeza -insinuó Graham tomando asiento en su puesto de trabajo.
- No exageres -respondió Brett mientras acariciaba la pequeña cabeza de su hija-. No escuches a tu fastidioso tío, él solo tiene celos porque tienes al padre más guapo del mundo.
Y era cierto, y aunque Graham rió ante la broma, en su mente las palabras le hicieron recordar a aquel hermoso chico de ojos azules con su enorme ego. Se preguntó si volvería a verlo, se preguntó si aún lo amaría, y más importante aún, se preguntó si seguía con vida.
***
Graham escuchó la campana de entrada sonar y se volteó a mirar, no tenía a nadie a quien tatuar, así que era lo más interesante que podía hacer. Se sorprendió al notar que Ian Brown, su ex novio entraba al lugar, y mucho más al verlo hablar con Brett para luego dirigirse a su puesto de trabajo.
- Buen día, querido -lo saludó el chico antes de dar dos besos en su mejilla.
- ¿Por qué tan feliz? ¿Encontraste alguna novia? -fue lo único que pudo decir Graham sorprendido por su repentina presencia.
- ¿Novia? ¡Qué asco! -exclamó mientras fingía vomitar-. No tengo novias, me acuesto con el primero que llega, ya lo sabes.
- Sí, creo que entiendo -rió Graham con obviedad al recordar que lo había dejado por otro chico.
- Seguro te has preguntado por qué he venido hasta acá -hizo una pausa y lo miró a los ojos- Quiero un tatuaje.
- Interesante -murmuró el menor con una sonrisa-. ¿En qué estas pensando?
- Quiero que me tatúes un micrófono.
- Bien, nada muy difícil -asintió el de piel blanca tomando sus implementos sobre un mesón.
- Tiene que ser perfecto -casi suplicó Ian mientras tomó asiento-, esto será muy importante para mí. ¿Viv no te ha dicho nada? -Graham se negó completamente confundido-. Quiero ser adorado.
Luego de terminar el tatuaje del chico, Ian lo obligó a abrazarlo, sabiendo que esa sería la última vez que lo vería.
- Espero verte dentro de dos meses -le dijo con una sonrisa.
- Lo mismo me dijiste cuando estábamos juntos -intentó bromear Coxon y ambos rieron-. Pero, ¿Por qué dos meses?
- Ya sabes, agosto... es la exposición de tu novio.