𝒆𝒊𝒈𝒉𝒕𝒆𝒆𝒏

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(☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐸𝐼𝐺𝐻𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚝𝚛𝚊𝚜 𝚎𝚕 𝚙𝚎𝚛𝚛𝚘 𝚗𝚎𝚐𝚛𝚘.

Siguieron a Hagrid por la puerta trasera que daba al huerto. Al salir pudieron ver a Buckbeak una última vez, estaba atado a un árbol, detrás de las calabazas. Buckbeak parecía presentir algo. Volvió la cara afilada de un lado a otro y golpeó el suelo con la zarpa, nervioso.

—No temas, Buckbeak —Dijo Hagrid con voz suave—. No temas. Vamos, márchense

Pero ninguno se movió.

—Hagrid, no podemos... Les diremos lo que de verdad sucedió.

—No pueden matarlo...

—¡Márchense! —Ordenó Hagrid con firmeza—. Ya es bastante horrible y sólo faltaría que además se metieran en un lío.

No tenían opción. Mientras Hermione echaba la capa sobre todos oyeron hablar al otro lado de la cabaña. Hagrid miró hacia el punto por el que acababan de desaparecer.

—Márchense, rápido —Dijo con brusquedad—. No escuchen.

Y volvió a entrar en la cabaña al mismo tiempo que alguien llamaba a la puerta de delante. Lentamente, como en trance, los cuatro rodearon silenciosamente la cabaña. Al llegar al otro lado, la puerta se cerró con un golpe seco.

—Vámonos aprisa, por favor —Susurró Hermione—. No puedo seguir aquí, no lo puedo soportar...

Empezamos a subir hacia el castillo. El sol se apresuraba a ocultarse; el cielo se había vuelto de un gris claro teñido de púrpura, pero en el oeste había destellos de rojo rubí. Ron se detuvo en seco.

—Ronald, sigue caminando —Le dijo Alaska aspereza—. No deseo escuchar lo que está por suceder.

—Se trata de Scabbers... quiere salir.

Ron se inclinaba intentando impedir que Scabbers se escapara, pero la rata estaba fuera de sí; chillando como loca, se debatía y trataba de morder a
Ron en la mano.

—Scabbers, tonta, soy yo. —Susurró Ron.

Lograron escuchar el abrir de una puerta detrás de ellos y luego voces masculinas.

—¡Por favor, Ron, vámonos, están a punto de hacerlo —Insistió Hermione que estaba comenzando a llorar.

—Si, si, ¡quédate quieta, Scabbers!

Siguieron caminando por el terreno, Alaska intentaba ocupar su oído concentrándose en sus pasos y de esa manera ignorar el sordo rumor de las voces que sonaban detrás de ella. Pero Ron volvió a detenerse.

—No la puedo sujetar... Calla, Scabbers, o nos oirá todo el mundo.

La rata chillaba como loca, pero no lo bastante fuerte para eclipsar los sonidos que llegaban del jardín de Hagrid. Las voces de hombre se mezclaban y se confundían. Hubo un silencio y luego, sin previo aviso, el inconfundible silbido del hacha rasgando el aire. Alaska dio un respingo y un par de lágrimas rebeldes recorrieron sus mejillas.

fugitivo de azkaban ³ ━━ harry potter sagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora