Capítulo 1

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Hola!! Amor en Alaska va a volver.La historia tiene 5 años desde que la inicié y lleva varios años en hiatus
Voy a publicar lo que ya estaba, uno por semana , hasta que lleguemos a lo nuevo.
Ya saben, sin presiones,  sin pedidos y a su propio riesgo.
Gracias a los que esperaron por ellos
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Años después...

El viento era frío y se colaba entre todas las prendas de ropa que llevaba, pero estaba acostumbrada, además pronto llegaría el verano. La vida en Alaska era dura, pero ella también lo era, no le habían dejado mucha opción.

Tenía treinta y nueve años, y había logrado ser alguien respetado en su ciudad natal, había sacado adelante a los hombres de su familia y había logrado que su negocio se expandiera, casi más de lo que podían manejar, de hecho. Así que estaba ocupada con el trabajo y con los empleados y con solucionar cada problema que surgiera en la vida de los Thomasson. Tal como había hecho desde el día de la muerte de su madre, había entendido entonces, que ella no podría llorar y esperar consuelo, ella tendría que hacerse cargo de su padre y sus hermanos que se veían realmente perdidos y desamparados.

Y nunca había dudado ni se había quejado, había hecho lo que era necesario para mantener a su familia, sin embargo, ahora era diferente. Quizás porque el pelo se estaba enredando con el maldito viento, quizás porque estaba cansada, quizás porque nadie nunca agradecían su esfuerzo, quizás porque en un año tendría cuarenta, quizás por mucho más de lo que podía enumerar, estaba de mal humor.

Su malestar interno había comenzado unos pocos meses antes, de pronto se había sentido vacía, luego de un día duro de trabajo había notado que se había postergado a sí misma.

Y ahora estaba allí, parada sobre una escalera, martillando para ajustar un cartel que amenazaba con caerse, mientras el viento frío le hacía lagrimear los ojos, y le volaba el flequillo y mechas que se escapaban de su trenza desprolija.

Un hombre se detuvo en la vereda de enfrente, junto a otro que ya estaba en el lugar y observaba a la mujer.

-¿Qué diablos hace mi hermana allí?

-Por lo que deduzco, está ajustando un cartel.

-¿Pero por qué ella? – preguntó Evan.

- Porque los demás son demasiado inútiles o perezosos- sentenció Kenai dirigiéndole una oscura mirada a su amigo.

-¿Y qué diablos haces tú aquí mirándola?

-Rezo para que no se caiga.

-¿No sería mejor bajarla de allí?

-Estamos hablando de tu hermana, Evan, no funciona así con ella. Lo sabes.

Cuando Rachel iba llegando al final de la escalera, pisó mal, soltó una maldición por la sorpresa, pero lo más sorpresivo fue la mano que se posó en su cintura y la ayudó a mantener el equilibrio para terminar de bajar.

Creyó que era su hermano, pero se encontró con Kenai. Pestañeó confusa, siempre se sentía algo extraña al verlo, lo conocía desde niño, luego se había marchado a estudiar en la universidad, había hecho visitas cada tanto, luego había vivido unos años en Fairbanks y finalmente había regresado a Sitka tres años atrás. Y los años lo habían cambiado.

Era alto, muy alto, con piel levemente dorada, ojos de color azul oscuro y pelo negro que siempre parecía necesitar un corte. Extrañamente, se sentía confundida cuando lo veía, era raro pensar que ese hombre era el mismo niño que conocía desde siempre y sin embargo, la imagen del pasado se superponía a la del presente. Kenai era y no era alguien que ella conocía, ni siquiera podía explicar la sensación.

-¿Estás bien? – Preguntó Evan acercándose- No deberías haberte trepado allí sola, menos con este viento.

- No había muchos voluntarios – respondió ella dirigiéndole su peor mirada. Luego se giró hacia Kenai – Gracias- le dijo escuetamente y se marchó hacia el interior.

El hombre la observó alejarse unos instantes, luego se giró hacia su amigo.

-¿No piensas entrar a trabajar, Evan?

-Bueno, en realidad estaba pensando en fugarme. Ya sabes, el Lobo Feroz tiene mal humor y es mala idea andar cerca de ella.

-Creo que peor idea es dejar que se encargue de todo.

-¿Quién es tu amigo, ella o yo?

-Tú, por supuesto, por eso debe decirte cuando estás portándote como idiota. Y ya deja de llamarla Lobo Feroz, por todos los cielos, no tenemos doce años.

-Cierto y ahora soy más alto que ella, pero mi hermana sigue siendo aterradora. A todo esto, ¿qué hacías aquí?

-Vine a comprar , por supuesto. Así que haz el favor de atenderme, ¿sí? – dijo y le hizo una llave al cuello para arrastrarlo con él hacia el interior.

Rachel les dirigió una fugaz mirada al verlos entrar, alzó los hombros en un gesto vago y siguió con sus tareas.

Mientras Evan iba a buscar su pedido, Kenai se quedó observando a la mujer que atendía a los clientes. Era eficiente, segura y se concentraba completamente en su tarea, pero estaba demasiado seria. De hecho no recordaba la última vez que la había visto reír. Suspiró, iba a ser difícil, pero iba a lograrlo, Rachel Thomasson iba a reír a carcajadas y ser feliz. En sus brazos. Para siempre.

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Amor en Alaska (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora