Capítulo 13

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Rachel dedicó su tarde a hacer compras, fue más divertido de lo que esperaba elegir platos, vasos y utensilios de cocina, ropa de cama, un par de mantas coloridas y abrigadas y todo lo que necesitaba para su nueva casa. Incluso compró un par de plantas de interior, ideales para el clima de Alaska.

Sólo hubo un momento en que algo no se sintió bien, mientras hacía compras se cruzó con una joven parejita que hacían compras juntos, algo en su interior anheló aquello , ese momento compartido, esa intimidad de dos personas que planifican una vida juntos ¿Cómo se sentiría? Los observó un momento y luego se sacudió aquel anhelo, y volvió a concentrarse en el momento, en su primera vez comprando cosas para una casa propia, sin pensar en si era del gusto de los demás o si serviría para su familia.

Al llegar, acomodó lo que había comprado y se preparó algo para comer. Cuando terminó se acomodó en el suelo , sobre una mullida alfombra que había adquirido y se puso a escribir listas, listas de las cosas que en verdad le gustaban, de sus habilidades, de sus sueños. Necesitaba pensar seriamente y para ello necesitaba sincerarse consigo misma, recordar quién era y qué quería para sí misma.

Aquella noche tuvo un sueño que la hizo despertar llorando, soñó con su madre, hacía años que no soñaba con ella. Sin embargo, a pesar de la tristeza sintió que era un mensaje, quizás de su inconsciente, quizás de su madre para decirle que estaba en el camino correcto.

Se levantó y tras un baño energizante y un buen desayuno, salió a dar un paseo, al encontrarse con Kenai y su perro ,no se sorprendió.

-Buenos días – la saludó él.

-Buenos días.

-¿Vienes con nosotros?, es nuestro paseo matinal, para juntar fuerzas para arrancar el día- la invitó Kenai, y ella asintió.

-Suena bien, eso de juntar fuerzas- comentó Rachel

-¿Cómo ha ido todo con la mudanza?

-Bien, hoy llamaré a Evan para avisarle donde me he mudado.

- Es buena idea, tienen que hablar en algún momento, aunque tómate el tiempo que necesites, ve despacio para sentirte mejor.

-Gracias, pero no es algo tan grave, quiero decir...- musitó sin saber cómo explicarse, a veces sentía que había exagerado, era adulta, debería haber podido manejar aquello.

- Creo hay grandes duelos y problemas, perder a alguien, un divorcio, hechos graves e importantes que hacen que los demás entiendan que uno pasa un mal momento y por ello respetan, y hasta acompañan, nuestro dolor. Pero también hay otros dolores, que quizás para los demás puedan parecer no tan importantes pero nos lastiman igual, y lastima más que las personas que nos rodean no entiendan que estamos sufriendo. Eso es lo que estás pasando, Rachel, la actitud de ellos te lastimó, no es algo trivial – dijo Kenai y Rachel se sintió profundamente conmovida, lo conocía desde hace años, era alguien que apreciaba porque era amigo de Evan y una buena persona, pero ahora Kenai era otro Kenai. Era un hombre que la sorprendía y también la asustaba un poco. Era un momento de su vida en que apenas sabía qué hacer con ella misma, aquel muchacho, mejor dicho aquel hombre la inquietaba demasiado con sus ojos profundamente azules, sus palabras exactas y aquella actitud madura y calma. Pero no podía olvidar que no era cualquier persona, era el amigo de Evan, el niño que ella había visto crecer.

-No todos piensan igual que tú, creo que ni yo misma, pero gracias por entenderme. Has crecido bien, tus padres han de estar orgulloso de ti.- dijo muy seria y Kenai sonrió con pena.

-Supongo que sí, pero créeme que no crecí pensando en enorgullecer a mis padres, precisamente – dijo enigmáticamente. En ese momento sonó el teléfono de Kenai y ella creyó escucharlo maldecir en un susurro. Atendió y se puso a hablar de trabajo.- Lo siento, debo irme, nos vemos luego- le dijo apartando un momento el aparato para despedirse y ella asintió.

Amor en Alaska (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora