Capítulo 14

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Rachel caminó un rato mirando vidrieras hasta que llegó a donde quería ir, había salido a comprar unas sales para baño, sólo que parecía algo muy trivial para decirle a Kenai.

Entró a la tienda y , era un lugar preciosamente decorado, estaba lleno de aromas agradables y colores pasteles, se veía tan femenino que ella se sentía algo descolocada allí.

-¿Necesita ayuda? – preguntó la vendedora.

- Buscaba unas sales de baño.

- Puede encontrarlas por allí – dijo amablemente y Rachel se dirigió donde le indicaron. Eligió unas sales con aroma a lavanda y luego siguió mirando los distintos productos, encontró unas cremas corporales con aroma a gardenias y se tentó. El aroma era exquisito y la hacía pensar en calidez y exuberancia, estaba distraída con aquella ensoñación cuando una joven entró y se acercó a la vendedora. Parecían ser amigas. No quiso escuchar, pero la recién llegada hablaba lo suficientemente fuerte como para ser escuchada.

-¿Adivina a quién vi mientras venía para aquí? – preguntó entusiasmada.

-No lo sé, pero por lo visto vas a contarme.

-A Kenai Hayden – dijo la muchacha y los oídos de Rachel se concentraron más en las voces- Es tan atractivo- agregó con un suspiro.

-Ver a ese hombre es una gran manera de empezar el día.- comentó risueña la vendedora.

-¿Verdad que sí? Está buenísimo. ¿Sabes si tiene novia?

-No que yo sepa, lo veo solo o incluso cuando está con sus amigos en alguna salida, nunca lo he visto acercarse a nadie.

-Entonces tengo oportunidad, qué tal si salimos el fin de semana a tomar algo. Tú podrás ver a Evan y como siempre andan juntos, yo podré ver a Kenai e intentar acercarme- dijo la joven, con la mención de su hermano, la vendedora carraspeó, parecía saber quién era ella e intentaba callar a su amiga. Rachel pensó que era hora de irse, se sentía incómoda escuchando. Y muchos pensamientos acudían a su mente, por un lado la hacía consciente de que Kenai era un gran partido entre las jóvenes del pueblo, y era natural que así fuera. Pero también se sentía molesta por aquella charla, y no porque mencionaran a Evan.

-Llevo esto – dijo acercándose para que le cobraran y la joven empleada le sonrió aunque levemente sonrojada. Parecía una chica agradable, ojalá Evan se pusiera serio con alguien así, aunque, no la terminaba de convencer de tener a la amiga, una atractiva veinteañera rubia y atractiva, rondando a Kenai. De hecho, la idea la enojaba. Era absurdo.

Pagó y se marchó.

Caminó un poco más y aunque había planeado comprar algo de ropa nueva, no se sentía de humor.

Finalmente se dirigió a la cafetería de Anke. Su pensamiento más lujurioso se refería a comprar un pastel de chocolate, ir a casa, darse un baño relajante, hidratarse con aquella crema de gardenias, y luego acurrucarse en el sofá a ver una película y comer pastel. Sonaba perfecto.

-Buenos días- saludó al entrar y se asomó a la vitrina donde estaban los dulces.

-Hola, querida. ¿Algo que te tiente?- la saludó Anke.

- Ése parece perfecto- señaló uno decorado con virutas de chocolate y crema.

-¿Alguna novedad? ¿Entraste a esa página de citas que te mencioné? – preguntó la mujer mientras sacaba el pastel y lo envolvía.

-Sí – admitió Rachel tímidamente

-¿Y?

-Contacté con alguien, es posible que nos veamos la semana que viene en una cita – contó ella sin dar mucho detalle. Se sentía bastante avergonzada, pero había pensado que era una buena posibilidad para conocer a alguien y había encontrado un candidato que parecía "adecuado". Quería darse la oportunidad de conocer a un hombre, y era una página seria, con gente soltera, ya que la tecnología ofrecía nuevas maneras de conocer personas, podía aprovecharla.

-Dos cafés para llevar – dijo alguien a su lado y tanto ella como Anke se giraron sorprendidas al escuchar a Kenai.

- Ya te los preparo - dijo la mujer mientras le alcanzaba su pastel a Rachel.

-Hola de nuevo, ¿hiciste tus compras?

-Sí. ¿Y tú? – preguntó ella curiosa, la intrigaba saber para quién era el otro café que él había pedido.

-También terminé con las compras, ahora le llevaré el desayuno a Evan. Pasé a verlo y creo que necesita una dosis de café.

-¿Tan mal está?

-No te preocupes, está bien. Sólo que tiene que ajustar aún el tema de horarios y prioridades, tendrá que eliminar las salidas nocturnas entre semana ahora que está a cargo de la tienda.

-Debe estar enfadado conmigo.- comentó apenada. Aún se sentía incómoda por haberse escapado de todo.

-No lo está, no te preocupes.

-Aquí está el café. ¿Algo para comer? – preguntó la dueña del café interrumpiendo.

- Así está bien, tampoco quiero malcriarlo – dijo él guiñando un ojo -Nos vemos luego –saludó y se marchó.

-Es un encanto- aseveró Anke y Rachel asintió con un leve e involuntario movimiento de cabeza. Mientras lo veía marchar se preguntó cuánto habría escuchado de su conversación con la alemana. Esperaba que él no hubiese escuchado nada sobre lo de la página de citas.

Amor en Alaska (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora