Capítulo 15

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Kenai iba muy pensativo cuando le alcanzó el café a Evan.

-Acabo de cruzarme con tu hermana en la cafetería de Anke.- dijo.

-¿Y estaba bien?

-Sí, ¿sabes si está saliendo con alguien?

-Oye , Kenai, ¿es una broma? Tú debes saber mejor que yo lo que hace Rachel últimamente, apenas si logré hablar por teléfono con ella. Eres su vecino, deberías estar mejor informado. ¿Hablaba de citas con Anke?

-Algo así.

-No me malentiendas, quiero que sea feliz, sólo que espero que no se complique la vida saliendo con el hombre equivocado.

-También yo - respondió antes de beber el café.

Rachel, ajena a las deliberaciones de aquellos dos hombres, pasó por el taller mecánico para saber sobre  su automóvil. Lo habían ido a retirar y le dijeron que estaría listo en unos días, tenían demora con unos repuestos que necesitaban. Andar sin vehículo era un poco complicado, más cuando su actual casa estaba bastante alejada, así que decidió alquilar un auto por unos días, tuvo suerte pues era el último. Lo miró con desconfianza, era un pequeño auto azul, no se parecía en nada a su camioneta, pero serviría por el momento. Hizo algunas compras más para abastecerse y luego se volvió a su  hogar

Pasó una tarde tranquila, terminando de decorar su nuevo lugar, leyendo e investigando sobre cursos sobre turismo que podía realizar en forma virtual. Al llegar la noche se dio un cálido baño con las sales que había comprado, luego se frotó la piel con la crema perfumada y envuelta en una bata se recostó en el sofá a ver películas mientras comía el postre de Anke como cena. Aquello se sentía casi decadente, estaba tan acostumbrada a sobrecargarse de responsabilidades, a ir siempre de prisa que estar disfrutando así del tiempo libre era algo muy inusual.

Se acomodó para mirar la película, una romántica, parecía algo liviano pero cuando llegó al final y enfocaban al protagonista alzando a su hijo recién nacido mientras su mujer los miraba embelesada, Rachel se puso a llorar. Era una escena simple, pero aquella mujer viendo al hombre sostener por primera vez al hijo producto de su amor mutuo, era muy conmovedora, ella nunca tendría eso.

Una familia, ver al hombre amado con su hijo en brazos, no era algo que hubiese anhelado específicamente, no recordaba haber deseado formar una familia. Quizás ese sueño lo había tenido de niña, cuando su madre aún vivía , cuando ella imaginaba un futuro muy diferente. Luego se había desvanecido en medio de su realidad, aquellas fantasías infantiles habían quedado atrás. Pero ahora que le habían dicho que era probable que no tuviera hijos, ahora que se sentía tan perdida y sola, ese deseo había renacido y tenía la sensibilidad a flor de piel, prueba de ello era que estaba llorando como tonta mientras miraba una película.

Decidió que debía darse una oportunidad, ser más osada, así que antes de ir a dormir pautó el encuentro con el hombre que le había agradado en la página de citas, se verían el fin de semana.

El encuentro sería en Juneau, donde el hombre residía, una ciudad cercana, era mucho más fácil ir en avión y tomaba muchísimo menos tiempo que llevar el auto en el ferry y todas las complicaciones. Aunque no se sentía del todo cómoda teniendo que ir a otro lugar, ese apego a sus costumbres también debía cambiar, además que el encuentro fuese en otra ciudad la libraba de las habladurías

Cuando llegó el día se encontró frente a un territorio desconocido, hacía mucho que no iba a una cita, así que no sabía qué hacer, había olvidado cómo arreglarse. Recordó que Anke había hecho hincapié en que estuviera sexy. Se maquilló ligeramente, resaltando sus labios con un color más intenso, y se peinó el pelo con grandes ondas, el problema fue cuando tuvo que elegir qué ponerse. Se arrepintió de no haber ido a comprar ropa nueva, eligió el único vestido negro que tenía, pero al ponérselo, se le rompió el cierre. Maldijo en voz alta mientras rebuscaba entre sus prendas a ver qué más podía usar. No tenía más opción , porque ya no tenía tiempo si quería llegar a la cita, sólo podía ser ese vestido rojo. Lo miró con desconfianza, era demasiado veraniego, y hacía mucho que no lo usaba, pero tendría que servir.

Cuando terminó de vestirse se dio cuenta que tampoco tenía un abrigo decente, sólo las prendas que usaba para el trabajo o alguna casaca ligera de jean. Tomó una campera negra que le llegaba a la cadera y salió, le quedaba poco tiempo para tomar el vuelo.

Había logrado llegar a la calle principal cuando su auto de alquiler se detuvo, si hubiera sido supersticiosa habría creído que aquella cita no estaba destinada a ser, pero lo atribuyó a su ansiedad, era la ley de Murphy ensañándose con una mujer que intentaba dar un giro en su modo de vida. Necesitaba llegar al aeródromo, así que caminó tres cuadras hasta la cafetería para pedirle a Anke su auto.

Apenas entró se quedó tan sorprendida como los dos hombres que tomaban un café y volvieron su vista hacia ella.

-¡Oh por todos los cielos, el Lobo se volvió Caperucita! – exclamó su hermano haciendo gala de su falta de tacto. Kenai ni siquiera habló, la observó impactado. Ella se dio cuenta que llevaba el abrigo abierto y tomó las solapas para cubrirse, la intensa mirada azul del amigo de su hermano la avergonzó. En ese momento salió la alemana al rescate.

-Rachel querida, ¿vas a tu cita?

-Sí , pero ese maldito auto alquilado se rompió, ¿me prestarías el tuyo para ir hasta el aeropuerto?

- Sí, claro – dijo la mujer y fue a buscar las llaves. Se las entregó y le dio un beso en la mejilla- Deja las llaves en la oficina de atención al público, yo lo retiraré más tarde .Mucha suerte.

- Gracias- respondió y salió antes que los hombres preguntaran algo.

-¿Qué fue eso? – preguntó Evan a la dueña del lugar.

-¿Cita? – preguntó Kenai recuperando la voz.

-Tu hermana va a una cita en Juneau.

-¿Y vestida así? A ese vestido le faltaba tela y buen gusto,  pues es lo más feo que he visto en mucho tiempo – comentó Evan y Kenai le golpeó el hombro.

-¿La dejarás ir a encontrarse con un desconocido?

-Casi tiene cuarenta años , Kenai. ¿Qué quieres que haga?

-Cuidarla.

-Hazlo tú, si estás tan interesado- dijo Evan volviendo su atención al café que bebía.

Kenai no dijo más, pero dejó su bebida y se acercó a Anke para conseguir información.

Amor en Alaska (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora