Capítulo 16

1.5K 311 91
                                    

El vuelo estuvo un poco demorado, y cuando llegó a Juneau, la ansiedad de Rachel fue en aumento. Faltaban unos cuarenta minutos para el horario de encuentro en el restaurante , no le daba tiempo a hacer mucho pero tampoco quería llegar temprano y estar esperando, así que tomó un taxi y se quedó en el centro de la ciudad. Deambuló un rato, pero al pasar por una tienda vio su reflejo en la vidriera y se sintió espantada. Llevaba zapatos bajos porque ya era demasiado alta y si usaba tacones sobrepasaría a cualquier hombre de estatura promedio, Kenai era una excepción, y la mujer no supo por qué su mente lo había conjurado automáticamente. Su vestido llegaba apenas por debajo de sus rodillas, era demasiado angosto y ajustado, y aunque ahora la cubría el abrigo, era strapless, con un volado en el escote y ya que había ganado peso desde la última vez que lo usara, sentía que sus senos desbordarían si no era cuidadosa. No sabía si Anke acodaría que era sexi, pero ella se sentía muy desubicada, sin embargo ya no podía cambiarse, apenas faltaban veinte minutos y no hacía tiempo de comprar algo nuevo. "La suerte está echada" se dijo a sí misma y se encaminó al restaurante, descubrió algo sorprendida que estaba ubicado en el primer piso de un hotel, dudó un instante al entrar, pero el hombre había sido muy agradable en su intercambio de mensajes virtuales, así que se quitó el abrigo, porque no combinaba para nada, lo dobló y entró.

Reconoció al hombre que la esperaba sentado en una mesa ubicada junto a la ventana. Ella se acercó lentamente, intentó esbozar una sonrisa, pero estaba segura que parecía más una mueca que otra cosa. Él se puso de pie para esperarla y se saludaron en forma incómoda, Rachel extendió la mano y él se inclinó para besarla en la mejilla, finalmente se dieron la mano torpemente y ella se sentó.

-Rachel, ¿no te molesta que te llame así, verdad?

-Claro que no, es mi nombre después de todo – respondió sin saber muy bien qué decir. Se sentía retraída y no lograba sonar natural, quizás fueran los nervios pero no había fluidez en la interacción.

-Espero que no te moleste, pero ya ordené – dijo él sonriendo.

-Está bien – asintió y tras un gesto del hombre, el camarero se acercó con unas copas de vino y la comida. Quizás llevaba mucho tiempo sin salir, pero había algo chocante en que él hubiera pedido la comida sin consultarle, estaba segura que había sido un acto de caballerosidad , pero ya había tenido mucho de gente que no le prestaba atención a sus preferencias, sin embargo no dijo nada. Quería darse una oportunidad, no sabotearse siendo demasiado sensible ante aquellos detalles. Pero su intuición le decía que si era algo que debía forzarse, no era el camino adecuado. Apenas intercambiaron palabras, ella escasamente probó la comida y el vino, él rellenó su copa varias veces y devoró su comida. A medida que bebía se ponía más hablador, y ella se volvía más callada, contestando con monosílabos. Tampoco le agradaba que cuando le hablara dirigiera su mirada a sus pechos en lugar de a sus ojos, ni siquiera podía comer porque tenía el estómago anudado. Cuando les retiraron los platos, el de Rachel casi lleno, él se inclinó sobre la mesa para hablarle más de cerca.

- Con cuarenta años, ya no puedes perder más tiempo, ¿verdad? – comentó Y Rachel sintió que su primera impresión era correcta, no le agradaba aquel hombre.

-Aún no tengo cuarenta – aclaró, no porque fuera tan relevante sino porque le había molestado como lo había resaltado, como algo ofensivo.

- Pero ya somos grandes ambos, deberíamos aprovechar cada instante, saber si somos compatibles – dijo él y puso una llave magnética sobre la mesa. Rachel parpadeó mientras intentaba comprender lo que él decía, mientras trataba de asegurarse de no ser mal pensada.

-¿Perdón?

- Ya estamos aquí - dijo haciendo un gesto con la cabeza hacia los ascensores que llevaban a las habitaciones. Definitivamente no había escuchado mal, aquel idiota estaba invitándola a acostarse con él, tras una hora de conocerla. Se le mezclaron las sensaciones, asombro, indignación, furia. Respiró profundamente diciéndose que ya estaba grande para ser impulsiva, para armar un escándalo, bastaba con retirarse.

-Lo siento, creo que tiene una idea equivocada – dijo siendo formal a propósito para marcar distancia.

- No es lo que dice ese vestido – agregó con una mirada lasciva y Rachel se puso en pie, tomó su bolso y sacó dinero que depositó en la mesa.

-Me retiro, invito yo la comida – le dijo con calma, quería comportarse educadamente a pesar de que hubiera deseado echarle encima la copa de vino que apenas había probado. Después de todo acababa de pagarla.

- No deberías hacerte rogar, no tendrás muchas oportunidades más, quédate – insistió el hombre y alargó la mano sujetándole la falda. Ella se movió para desasirse y sintió que la tela se rasgaba . Al diablo la dignidad, tomó la copa y le arrojó el vino en el pantalón.

-Creo que necesitas enfriarte – dijo y giró para marcharse, requirió coraje pues llevaba la falda rasgada casi hasta el muslo, un abrigo que no la cubría y acaba de protagonizar su primer escándalo público, pues el privado ya lo había hecho con su familia, antes de cumplir cuarenta. Miró hacia el frente para no prestarle atención a los otros comensales que la miraban y cuchicheaban, y para no girarse a ver qué hacía su cita. Miró al frente y pensó que alucinaba, Kenai estaba allí, a unos tres metros de ella. Tenía los puños apretados y una postura que transmitía su tensión, como si fuera a iniciar una batalla. Empezó a acercarse.

-¿Estás bien? –la interrogó con voz dura.

-¿Qué haces aquí? – preguntó aturdida.

-¿Estás bien? – Insistió y ella asintió- Espérame afuera – dijo y entonces él avanzó hacia la mesa que acababa de abandonar, Rachel se dio cuenta que iba a buscar al hombre que la había humillado.

- Kenai – dijo y alcanzó a sujetarlo de la manga del abrigo cuando pasó a su lado- Vámonos, quiero irme de aquí ya– pidió y su tono de voz sonó tan desesperado que él se giró.

-De acuerdo, vámonos. – acordó y la tomó de la mano sacándola de allí rápidamente.

- ¿Qué haces aquí? – volvió a preguntar ella apenas salieron.

-Tu hermano me pidió que te cuidara – contestó y aunque era absurdo, Rachel no preguntó nada más. Se sentía aliviada de verlo allí y al mismo tiempo atormentada. Había sido uno de los peores momentos de su vida y él lo había presenciado.

-Estoy bien – dijo tratando de creérselo ella misma, pero los ojos azules de Kenai la recorrieron y le sirvieron de espejo.

-No, no lo estás. Pero lo estarás – le dijo y en un rápido movimiento se quitó el abrigo y la cubrió con él.

-Gracias.

-Me alegra que al menos le arrojaras el vino – comentó pensando que le hubiera gustado mucho más dejarle un ojo negro.

-A mí también, traté de portarme como una dama, pero no lo logré. Por favor, no le cuentes a Evan.

-No lo haré.

-¿Trajiste auto?

-Me temo que no y que tampoco hay vuelo de regreso hasta la noche.

-¿Qué haremos?

- Primero comprarte algo de ropa, creo. Conozco un buen lugar – le dijo y posó el brazo sobre su cintura, pero no fue un gesto seductor ni nada por el estilo, fue sólo para sostenerla, para darle apoyo porque aunque se hacía la fuerte, él percibía el leve temblor en su cuerpo.

-¿Vas a comprarme ropa? – preguntó sorprendida.

-No, a menos que olvidaras tu billetera. Sólo te llevaré a una buena tienda que conozco. Allí viene un taxi – musitó y fue a detener el vehículo, luego le abrió la puerta y hasta le sostuvo la cartera para que entrara cómodamente. Después se sentó junto a ella y dio indicaciones al chofer.

En el espacio reducido del taxi , Rachel se sintió abrumada por todo lo sucedido, pero también fue consciente de la presencia de Kenai a su lado. Era increíble que él estuviese allí, no terminaba de entender cómo había sucedido, pero tenerlo a su lado la reconfortaba.
__________________________________
Insisto, estoy revisando y resubiendo lo ya escrito, cuando lleguemos a la parte nueva las actualizaciones serán más lentas, quincenales o mensuales.
Sobre advertencia , no hay traición
Saludos

Amor en Alaska (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora