Capítulo 24

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Y ahora llegamos hasta donde fue escrita y revisada con algunas correcciones , este capitulo  originalmente lo publiqué en julio de 2019 y luego la historia entró en un hiatus por cinco años, sí lo sé, a mí también me parece mentira que haya pasado tanto.

Así que el próximo capítulo será lo  nuevo y mi intento de terminarla, la actualización seguramente ya no será semanal, pero estoy decidida a terminar de contar su historia.

Les agradezco la espera, el acompañamiento  y como siempre pido paciencia. Gracias

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Cuando llegaron a la cafetería, Kenai le corrió la silla para que se sentara y aquel mínimo gesto la hizo emocionar como una niña. Quizás eso era lo que más la ponía nerviosa sobre él, que con detalles pequeños la podía conmover, como si pudiera quitar las capas con las que ella se había blindado y llegar a su interior, donde quedaba la que ella era verdaderamente, su esencia. La que intentaba recuperar.

Se sentaron junto a la ventana, y Anke vino inmediatamente a saludarlos y tomar la orden.

-¿Qué quieres, Rachel? – preguntó él.

-Un chocolate caliente – respondió pensando que se estaba haciendo adicta a aquella bebida.

-¿Y para comer? –preguntó la mujer –Tengo una tarta de nueces recién horneada

- Una porción, entonces – aceptó.

-¿Y tú, Kenai?

-Otra porción de tarta de nueces y un café, bien cargado.

- De acuerdo, ya se los traigo, chicos – les dijo y se retiró.

-¿Estás cansado, verdad? – preguntó ella

-Algo de sueño, me temo que me quedé trabajando hasta muy tarde. Pero el café va a despejarme.

-Debiste decirme, podríamos habernos visto en otro momento y descansabas- dijo sintiéndose un poco culpable, ahora que lo observaba con cuidado se le notaba el cansancio.

-Verte a ti me da más energía que descansar – le contestó, se lo veía tan serio y sincero que ella no supo qué responderle.

Afortunadamente, Anke llegó con el pedido.

-Que lo disfruten- les dijo guiñándoles un ojo, luego de servirles. Rachel deseó poder esconderse en algún sitio, era obvio que la mujer los alentaba como pareja.

Kenai no parecía nada incómodo, por el contrario, tomó su café lentamente y relajado.

-¿En qué trabajaste hasta tan tarde? – preguntó ella y él le contó sobre unos diseños para embarcaciones que le habían pedido desde Canadá. A Rachel le gustaba el entusiasmo con el que hablaba de su trabajo, le gustaba que él fuera de esas personas que amaban lo que hacían.

Charlaron amenamente y un niño pequeño se cayó al pasar por su lado, Kenai se levantó inmediatamente para ayudarlo.

-¿Te gustan los niños, verdad? – le preguntó aunque sabía la respuesta, ya lo había observado con su sobrino. Y también era una espina recordarlo, imaginaba a Kenai con una familia grande, con niños a los que pudiera enseñarles cosas, y recordaba que para ella era algo casi imposible. Los últimos estudios médicos la habían hecho consciente de que había cosas para las que no se tenía todo el tiempo del mundo, que no se podían postergar, por ejemplo el ser madre.Era una posibilidad muy remota y llena de riesgos.

- Sí, creo me gustan más desde Anori , no lo pensé tanto antes, pero verlo crecer a él es asombroso ¿Y a ti?

-Supongo que sí, tampoco lo pensé mucho antes. Los niños que me rodearon en el pasado me dieron más trabajo que otra cosa- dijo y se arrepintió, no quería que Kenai pensara que se refería a él también, no quería recordar al Kenai niño ahora que empezaba a verlo como hombre. No sabía cómo cambiar de tema, de pronto se sentía apesadumbrada.

-Prueba la tarta – le dijo él dando un mordisco a su propia porción, quizás había sido demasiado obvia o él leía demasiado bien sus expresiones. Rachel sonrió levemente y le hizo caso, el sabor dulce borró sus preocupaciones y se dedicó a disfrutar el momento. El pasado le pesaba, el futuro jamás había sido tan enigmático, pero el presente era un hombre que la entendía mejor que ella misma y una porción de tarta de nuez que la hacía creer que todo podía ser mejor.Aprender a concentrarse en ese instante, disfrutar de ese momento era parte del aprendizaje.

Charlaron un tiempo más, hasta pidieron otra ronda de café y chocolate para alargar el encuentro, pero el cansancio de Kenai era muy obvio y Rachel lo urgió a que fuera a descansar.

-Has trabajado mucho, deberías ir a descansar un rato.

- Lo siento, de verdad quería aprovechar este tiempo contigo, pero me temo que ni el café alcanza- se excusó.

-Lo sé, pero no es como si no nos fuéramos a volver a ver- dijo ella bajando la mirada y él le sonrió.

-Gracias por decir eso – murmuró y levantó la mirada sorprendida. Y era verdad estaba muy agradecido de que Rachel hubiese mencionado aquellas palabras, muy dentro de sí temía que no quisiera verlo, que todos sus esfuerzos fueran en vano. Iba despacio con ella porque quería construir cimientos fuertes, pero estaba muy inseguro.

-Ya estás diciendo tonterías, vamos, necesitas descansar.

-De acuerdo, te haré caso ya que te preocupas por mí – le dijo y ella entrecerró los ojos como para censurarlo. Él pagó la cuenta antes de que la joven pudiera decir algo más y luego pasó su brazo por sobre sus hombros para salir de la cafetería, sin embargo, cuando salieron tomó algo de distancia, imaginaba que aún Rachel no agradecería demostraciones en público. Pero quizás fuera cierto que estaba muy cansado y eso hacía mella en él, porque de pronto tenía muchas ganas de besarla aunque estuvieran en la vía pública.

-¿Condujiste hasta aquí?

-Sí – respondió distraído.

-¿Estarás bien? –preguntó.

-Sí, Rachel, el efecto del café me durará hasta que llegue a casa y luego si caeré a la cama.Y quizas duerma por un par de días seguidos

-No deberías trabajar hasta agotarte.

-Mira quién habla – le respondió en broma.

-Sí, aunque nunca he sabido lo que es agotarse haciendo un trabajo que uno ama, estar tan entusiasmada que simplemente no eres consciente del tiempo, hasta que comer o dormir pierdan importancia.

-Pero siempre has dado todo de ti en lo que has hecho, estoy seguro que encontrarás algo que te guste. Algo que haga que el cansancio valga la pena y te de alegría en lugar de pesar.

-Gracias – dijo ella al tiempo que llegaban hasta la camioneta de él.

-¿Quieres que te lleve?

-Traje mi propia camioneta y aprovecharé para hacer algunas averiguaciones para mi proyecto – le dijo.

-De acuerdo.

-Cuídate – le dijo ella y se dio cuenta que el interés por él había crecido considerablemente.

-Y tú – le respondió Kenai y le acomodó el cabello en un gesto que fue más una caricia que otra cosa, luego subió al vehículo y se marchó.

Amor en Alaska (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora