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El lunes me encontraba caminando por los pasillos de la escuela, pero vi a Isaac hablar con Jasmine frente a los casilleros, mi corazón dio un brinco.

Ese día entre a la clase de ciencias sin mi libreta, ni aunque me pagaran un millón de pesos me pararía al lado de esas dos personas, claro que esperaba hablar con ambos pero por separado o sería desastroso.

Jasmine llegó a mi lado a los pocos minutos de que empezara la clase.

—¿Dónde estabas? —me preguntó.—No te vi en la mañana.

—Tenía unas dudas y pase por la oficina de la señora Evans.

—Mientes. —Cuando dijo aquello, senti como por unos segundos mi corazón se paró.

—Isaac me contó que sabes sobre lo nuestro.

¿Lo nuestro? Que rayos le pasaba.

—Lo sé ahora. —Mi voz salió peor de lo que planee.

—Te dije que te alejarás de él, es un mentiroso. Pero como siempre, no me escuchas Janne.

—Isaac no es así.

—¿Qué versión escuchaste? ¿La de Lee? ¿La de Cole? ¿O mandó a Nate a decirte? ¿O fue él?

—Jasmine —Intenté que parara.

—No, Janne, deberías escucharme a mi. Soy tu mejor amiga, te conozco más que esos idiotas, ¿hace cuanto los conoces? ¿un mes? ¿dos meses? te conozco desde hace 2 jodidos años.

—Basta, ellos no son así.

—¿Les crees a ellos? —Sonó más molesta de lo normal.

—No es que les crea a ellos, quiero tenerlos a ambos en mi vida ¿es difícil de entender?

—Lo es.

La maestra de Inglés entró y ambas guardamos silencio, pero tan pronto como terminó la clase, Jasmine se levantó de su lugar y se fue.

[...]

Por la tarde estaba sentada en mi cama mirando una película en mi computadora, James interrumpió el precioso momento que compartía conmigo misma y dijo:

—Iré a una fiesta esta tarde, ¿vienes? Te ves deprimida como nunca.

—Vayamos.

—Nos vamos a las 7:00. —Dijo James cerrando la puerta detrás mío.

Eran las 6:00 de la tarde, tenía que darme prisa.
Me levanté de mi cama arrastrando mis pies hasta el armario, opté por vestir algo básico y simple, un vestido negro de tirantes delgados que se ajustaba a mi cuerpo, con un escote cuadrado, y que me quedaba un poco más arriba de las rodillas.

Tomé mis tennis blancos y me los puse, luego me senté en mi tocador y me apliqué un maquillaje sencillo.

Cuando dieron las 7:00 bajé y ahí estaban mis dos hermanos, si hubiera sabido que iría Jonas probablemente me hubiera negado a ir.

—Debiste decirme que conviviría con este tonto todo el camino. —Le dije a James antes de subirme a la camioneta en el asiento delantero.

—Tampoco me hace tan feliz. —Escuché a Jonas decir detrás mío.

—Diviértanse esta noche, en vez de pelear por tonterías.

Karma | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora