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Cerré mi casillero de un golpe y algunas miradas se posaron en mi. Jasmine me miró enojada.

—¿Me estás escuchando Janne? —Preguntó molesta.

—Eh... —La miré por primera vez en toda nuestra plática mañanera.—Si —Contesté y regresé mi mirada a Isaac quien se encontraba hablando con 2 chicas recargado en su casillero.

¿qué tonterías estará diciendo?, pensé.

—Janne, ya deja de pensar tanto en ese chico, olvidalo ¿Quieres? —Isaac se paró atrás de Jasmine y logró escuchar las últimas palabras.

—¿Qué chico? —Jasmine saltó de susto por la repentina presencia de Isaac.

—Hola Isaac.

—Entonces, ¿de que chico hablaban? —insistió.

—Que preguntas haces García. —contesté nerviosa.

SI, NERVIOSA.

—Mi supuesta y aparente novia habla de un chico y yo no se quien es ese chico. ¿Qué pasa si la gente se entera de esto? quedaré como tonto por no saberlo ¿no crees?

—Pero no somos nada, es un tonto invento de la gente y es culpa tuya Isaac.—Me giré para irme a mi clase de matemáticas.—Nos vemos en el almuerzo Jasmine. —Dije sin voltear hacia atrás.

—Briggins. —Isaac se posicionó junto a mi.

—¿Qué? —respondí.

—Más tarde debo ayudar en The Lark Café.

—¿Es tu castigo? —solte una risita.—Te puedo ayudar con eso, le diré a tu tía que sólo me detuviste en la pelea, y terminaste involucrado en mi crimen.

—No, no es eso. —Suspiró. —Acompáñame al café. Es una invitación, sólo es un turno de 5 horas

—Olvídalo, es mucho. —Dije haciendo ademanes con mis manos.

El se paró frente a mi con una cara molesta.

—Está bien, ahora quitate de mi camino que tengo clase.

—Tenemos, además la señora Evans suele llegar tarde cuando tenemos clase después del almuerzo.—Dijo mientras me seguía hacia el salón.

[...]

Mi celular sonó en medio de la segunda hora de la clase de la señora Evans, me aseguré de que no me estuviera mirando y revisé mis mensajes

Jasmine. (2:30 pm)
¿Qué? ¿Ahora me dejas por ese tonto?

Janne. (2:33 pm)
Creí que ya no hablaríamos de eso
Es Isaac, no Lee.

Jasmine. (2:35 pm)
Es lo mismo.
¿Sabes qué? Lo mismo da. Olvídalo.

—¿Con quién hablas? —La voz de Isaac en mi oído hizo que me estremeciera.

—Jasmine. —contesté.

—Ah, ella. —dijo sin mucha emoción. —¿Desde cuando son amigas? —preguntó.

—¿Hace 2 años quizás? Se convirtió en mi mejor amiga, es gracioso, me comenzó a hablar porque estaba interesada en James. —suspiré. —Hasta ahora a él parece no interesarle.

—¿Debería?

—No quise decir eso, ella es feliz con sólo verlo.

—Claro. —contestó y regresó su atención a la clase.

Las últimas 2 clases transcurrieron tranquilas, con algunas preguntas tontas de Isaac, y muchos, pero muchos bostezos.

[...]

Mas tarde nos encontrábamos en The Lark Café.
Tan pronto como llegamos Isaac había entrado a la cocina a ponerse el mandil, y ponerse al día con los pedidos.

—Hola Janne, hace mucho no te veía por aquí. —Me saludó alegremente Haley.

—Hola Haley, estuve un poco ocupada con la escuela últimamente.

—Lo sé, es difícil. ¿Qué te ofrezco?

—Me gustaría un iced latte.

—Muy bien, espérame un momento.

Me giré y pude observar como Isaac escribía rápidamente en la libreta los pedidos de la gente, en cuanto terminó se acercó a la barra.

—En la mesa 5 quieren esto. —Arrancó la hoja de la libreta y se la pasó a Haley, luego me miró. —Escucha, pregunté por ahí, se que odias el chocolate pero amas los pasteles de zanahoria con frutos rojos de aquí. —lo miré confusa.—Siempre después de una mala racha debes comer tu postre favorito.

—Y por eso, aquí tienes.—Haley puso frente a mi un pastel gigante, ni siquiera era mi cumpleaños.

—Gracias. Ah... No se que debería decir. Esto es increíble, muchas gracias Isaac. —El asintió con una sonrisa en la cara.

—Come, y lo que no puedas terminar, puedes llevarlo a casa. —Asentí ante sus palabras.—Iré a tomar los demás pedidos. —Dijo en cuanto escuchó la campana de la puerta sonar indicando que habían entrado más clientes.

—Isaac es un chico muy amable. —Dijo Haley.

—¿Porqué hizo esto? —pregunté con curiosidad.

—Dijo que esta semana fue muy pesada para ti, así que preguntó cual era tu postre favorito, tu hermano... ¿James? fue el que le dijo lo del pastel. —suspiró.— Habló con el dueño del café, no tenía ahorros para pagar el pastel pero le ofreció trabajar unos turnos esta semana. —Miró detrás de mi.—Aquí viene, sólo no le digas que te dije. —Me guiñó un ojo.

Karma | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora