Karma | Isaac García

026

—¿Podemos hablar? —Isaac me miró y luego miró a mis hermanos. —A solas.

Asentí y miré a mis hermanos, ellos entendieron que debían dejarnos solos y siguieron su camino.

—¿Qué sucede, Isaac? —Dije una vez que se fueron.

—Necesito que digas que sí.

—¿De qué se trata?

—Sal conmigo, en una cita. —Suspiró.—Es difícil hacer cosas románticas en la escuela, ¿sabes cuantas horas le estuve rogando a Alex que me ayudara? —Reí.

—Mientras no tenga que hacer nada más que existir, por mi está bien. —Isaac sonrió.

—Bien, entonces ¿te parece que pase por ti este sábado a las 5:00?

—Bien. —Dije intentando sonar relajada, pero podía sentir a las 'mariposas' en mi estómago despertarse ¿así era como llamaban aquel sentimiento los enamorados?

[...]

Me había decido por un vestido hasta los tobillos color blanco con algunas flores azules, el escote era rectangular y las mangas cubrían un tercio de mi brazo. Sobre este tenía un cardigan azul que se asimilaba al tono de las flores del vestido. En mi cabello pensaba ponerme una banda color blanco y usar unos tenis del mismo color. Pero debo decir que no convencía del todo.

Mientras buscaba que otra ropa ponerme, miré mi escritorio y recordé la bolsa que me había dado Mateo. La tomé y caminé hasta la habitación de James, toqué tres veces esperando recibir una respuesta de su parte.

—Pasa. —Escuché desde el interior.

—Hola, —Me aclaré la garganta esperando que el me mirara.

—¿Saldrás?

—Tengo una cita con Isaac. —Abrió la boca sorprendido pero no dijo nada, sólo asintió.

—¿Quieres que te lleve? —Dijo al percatarse de que no había dicho nada más.

—No, él pasará por mi. —Me acerqué a su escritorio, en donde el se encontraba sentado jugando en el ordenador. —En realidad, —pausé— venía a entregarte esto, me lo dio Mateo.

Mi hermano quedó tieso en su asiento y su mandíbula se tensó. Luego se levantó de su asiento, me miró a los ojos.

—Te explicaré. —pude notar el nerviosismo en su voz.

—No necesitas explicarme nada, James. —Dije con una sonrisa intentando calmarlo.—Y no estoy exigiéndotela, si decides contarme algo, espero que sea porque tu quieres, no necesitas decirlo justo ahora, puedes no decírmelo nunca.

—Quiero decirlo, ahora. —aseguró.— También es difícil para mi guardarme esto, pero honestamente no sabía como decirlo, supongo que esta tonta sudadera ha acelerado y facilitado poder decírtelo.

—Debí sospecharlo, siento que falle como hermana. —Dije riendo.

—Soy bueno guardando secretos. —Se aclaró la garganta.—Empecé a quedar con él hace poco, en realidad no es nada serio, y tampoco creas que soy un imbecil, le dije que estaba bien si me entregaba mi sudadera frente a mis amigos, pero el insistió en no hacer nada evidente en la escuela. —Se encogió en hombros.

—Eso es genial, sabes que siempre cuentas conmigo, tienes mi apoyo. —Le respondí con una sonrisa.

—Gracias. —suspiró con pesadez. —Te ves bien ¿el vestido es nuevo?

—No precisamente, pero no la había usado, ¿crees que se ve bien? estaba pensando en usar algo distinto.

—Se ve increíble. Deberías usarlo hoy.