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Ahora estábamos en detención, tenía a Isaac a mi lado escribiendo velozmente su carta de disculpa en la hoja que nos habían entregado.

Toda la primera hora de detención se estuvo quejando de que Cole lo había dejado y ahora tenía que regresar a su casa caminando o en el camión escolar. Se que debería disculparme con él pero no tenía cara para nada, el enojo nisiquiera había salido de mi cuerpo aún y menos cuando Jonas estaba hablando fervientemente con Samantha a dos asientos de nosotros.

—¿Crees que me den muchas horas de servicio como castigo? —Le pregunté a Isaac mientras me recargaba en mi asiento.

—Deberías hablar con Samantha, entre más se echen la culpa peor les irá. —Dijo aún sin mirarme.

—Oye, lo siento. —Dije tratando de que me mirara para continuar. —Terminé mi carta de disculpa, ¿quieres que te ayude con la tuya?

—Nada me haría más feliz, pero habla con Samantha primero. —Esta vez me miró, asentí y me levanté de mi lugar.

Me tragué todo mi orgullo esa tarde y me acerqué al asiento de Samantha.

—¿Qué quieres? —Dijo Samantha levantando la mirada y cruzandose de brazos frente a mi.

—Deberíamos decir que ambas tenemos la culpa, así no nos darán tantas horas de servicio.

—Bien, cumple tu parte Briggins. —suspiró. —Tampoco quiero estar todas las vacaciones haciendo servicio social.

Asentí y antes de irme le lancé una mirada de odio a Jonas, quien sólo miró hacía su izquierda haciéndose el sordo, maldito.

—¿Cómo te fue? —Preguntó Isaac cuando me volví a sentar junto a él.

—Aceptó. —Él asintió en su lugar y comenzó a guardar sus cosas.

Imitando sus accionar, guardé las mías.

—¿Terminaste? —Asentí. —Dame tu hoja, la entregaré.

Le di mi hoja y Isaac se acercó al escritorio del maestro a cargo nuestro, quien le recibió las hojas, les dio una leída y le dijo algo que por obvias razones no alcance a escuchar, en cuanto terminó regresó a nuestra mesa y dijo:

—Vámonos. —Estiró su mano frente a mi.

¿Qué era esto? ¿Una película? Esto me sonaba a alguna escena romántica de una película. No voy a negarlo, senti las tontas mariposas en el estómago o lo que sea eso.

Dude un poco en si tomar su mano. Había gente afuera, tantas posibilidades. Finalmente lo hice, y los nervios recorrieron todo mi cuerpo. Isaac no haría esto sólo porque si, quizás mañana la gente hablaría de esto y no de mi estupida pelea con la ex novia de mi hermano.

Cuándo salimos por del salón de detención, solté el aire que estaba conteniendo, no había tanta gente como pensé, pero si estaban los del turno de la tarde. ¿Correrían el rumor? ¿Mañana nadie hablaría de esa pelea no?

—¿No es raro esto?

—¿Qué tiene? —Me miró confuso, luego, su mirada bajó hasta nuestras manos.—Ah, pensé que era lo mejor para disipar el hecho de que mañana estará toda la escuela hablando de la pelea.

Una parte de mi quería que esto se tratara de algo más, pero la otra sabía que Isaac siempre tuvo esta intención desde el inicio y lo agradecía.

—No me importa que hablen de mi. —Se encogió en hombros.—Pero no creo que tú quieras que lo hagan, y menos que mencionen tu nombre junto al de ella.

—Gracias Isaac. —Una pequeña sonrisa se cruzó por sus labios.

Quizás es mejor amigo de lo que pensé.
Quizás sí lo juzgue mal.

Karma | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora